![«Estoy en paro y los okupas me han quitado la lonja de Bruno Villarreal», clama su dueño](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/12/13/lonja--758x531.jpg)
![«Estoy en paro y los okupas me han quitado la lonja de Bruno Villarreal», clama su dueño](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/12/13/lonja--758x531.jpg)
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Un frigorífico encendido da la primera pista. La polémica lonja okupada en la calle Bruno Villarreal ha experimentado cambios. Señalada por vecinos y policías como foco de delincuencia y de insalubridad, también ha sufrido una rotación enorme durante los últimos meses con una impunidad sorprendente. ... Y los últimos inquilinos, del mismo perfil que los anteriores, han logrado conectarse a la luz, se supone que de manera ilegal. Desde el primer día disponen de agua corriente, un lujo para estos locales fuera de la ley.
Lo que no ha cambiado es la suciedad en el interior, su desorden y el perfil criminal de varios de sus residentes ilegales. De los dieciocho que pernoctaban en junio, ahora no suelen pasar de cinco. Todas son caras nuevas. La mayoría apenas pasa unas semanas para desaparecer. «Venimos de Francia y nos hablaron de este sitio», comentan dos de esos moradores irregulares. Cuando se les requiere más detalles, como quién les facilitó la llave o si pagan algún tributo por dormir, cambia su actitud. «No comprendo» o «No sé», se limitan a contestar.
Les ha beneficiado que el propietario legítimo reside a 600 kilómetros, en Galicia. Cualquier instancia para recuperar este inmueble «heredado de mis abuelos» le entraña una complejidad tremenda. Dividida en dos grandes estancias y con baño propio, esta lonja cuenta con 220 metros cuadrados. «El otro día declaré por videoconferencia ante el juzgado que lleva el tema. Estoy a la espera del fallo», desgrana por vía telefónica. No le gustó la experiencia. «Ahora estoy en paro, pero como cobro un subsidio y recibo una renta pequeña por otro local en mi ciudad, no me dieron un abogado de oficio. Y con 800 euros al mes que gano no puedo permitirme uno. Así nos tratan a los que cumplimos las reglas», confiesa irritado.
«¿Que qué les diría a esos okupas? Que han entrado sin permiso a un local que pertenece a un parado y que necesita venderlo», apunta. Del interior de la que fue una tienda de segunda mano, patrulleros de la Policía Local y de la Ertzaintza han sacado «bicicletas, patinetes, teléfonos móviles, bolsos, todos robados. Y hasta drogas preparadas para venderse». El lunes, cuando este periódico accedió al interior, había una fuga de agua.
A lo largo de estos meses de tensa espera, el dueño legal ha contado con el apoyo de varias docenas de vecinos de la zona, gente trabajadora «harta» de las pillerías de estos okupas. Cada martes a las 19.00 horas, un centenar de ellos se manifiesta por las calles de Coronación.
Son «personas normales» que se sienten «desamparadas» por las instituciones locales y autonómicas. Y hasta por su asociación vecinal, Errota Zaharra, dirigida por un cargo no electo de EH Bildu y contraria a esta movilización espontánea y «apolítica».
«Estamos ya hartos. Sigue el mismo miedo en el barrio. Así que hasta que no se tapie no pararemos», puntualizan muy serios. Entre los asistentes hay ciudadanos de todas las edades. «El Ayuntamiento no nos ha llamado para nada. No hemos tenido ninguna noticia de la alcaldesa y de la asociación de vecinos mejor no hablamos».
El cierre hace un mes de la otra lonja polémica del barrio, en la calle Cruz Blanca, les insufló mucha energía. «Al final somos vecinos que queremos vivir en paz, que tenemos comercios o que residimos alrededor de 'ellos'. Convivir con personas de otros países nos da igual. El problema es que están en un sitio donde no tienen que estar y que hacen lo que no tienen que hacer». Durante su marcha del martes, agentes locales entraron en el espacio de Bruno Villarreal para recuperar «una bicicleta robada».
Quizá la de Bruno Villarreal sea la lonja okupada más famosa de la ciudad, pero hay otra «quincena» de espacios similares. En Ibaondo, Judimendi, Adurza, Salburua, Arana... La última detectada por los agentes es un pequeño bajo junto al cantón de Anorbin. Hay enormes diferencias entre unas y otras. La de Duque de Wellington nada tiene que envidiar a un hotel de dos estrellas. Mientras que el antiguo bar Dori carece hasta de ventanas. Y de la de Polvorín Viejo sale un hedor insoportable al abrir la puerta.
¿Y qué piensa hacer el dueño legítimo de la lonja de Bruno Villarreal cuando llegue el esperado mandato judicial de desalojo? «Tengo claro que meteré en la furgoneta todos los barrotes metálicos que pueda, un soldador y me iré hasta Vitoria», promete. «Hay que pensar como un ladrón para que no te vuelvan a entrar a los diez minutos. Así que recubriré toda la fachada».
Lo que más le duele de esta experiencia es que, «aunque sé que se trata de una zona muy abandonada, hace poco recibí una propuesta para la apertura allí de un gimnasio de barrio y que no pude aceptar. Ojalá se pueda llevar a cabo y dinamice la calle».
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