La pandemia eleva en Álava el consumo de psicofármacos y los casos de ludopatía

Predominan las adicciones a la cocaína y el alcohol, pero la Fundación Jeiki alerta del incremento de trastornos mentales entre jóvenes

jesús nicolás

Domingo, 29 de agosto 2021

«La pandemia ha supuesto mayor tensión en las familias y mayor estrés y ansiedad a nivel individual. Ha agravado los problemas que ya veníamos observando», asegura Javier Mariño, responsable de la Fundación Jeiki, encargada en Álava de la rehabilitación de personas afectadas por adicciones. « ... A la cocaína y el alcohol, las sustancias mayoritarias, se ha sumado un aumento del consumo de psicofármacos y también se están viendo más jóvenes con comportamientos de riesgo en su relación con los móviles, los videojuegos y las apuestas online». alerta.

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Este es el balance del último año, un insólito 2020, durante el que 544 personas necesitaron alguna de las terapias que ofrece Jeiki. Sólo en Aukera, el programa ambulatorio, recalaron 95 pacientes, de los que seis recibieron el alta. Aunque aún predominan los varones, Mariño asegura que ambos sexos se están igualando. «Quizá las adicciones en mujeres antes estaban más invisibilizadas y estigmatizadas», reflexiona. Más de la mitad (55%) fueron vitorianos y vivían con su familia de origen (38%), seguido por el 27% con familia propia y el 22% que vivían solos o en piso compartido. Además, el 48% tenía un trabajo, mientras el 39% estaba desempleado. Y pese a tener una edad media de 35 años, casi un tercio tenía entre 20 y 29 años.

Las sustancias más consumidas continúan siendo la cocaína (39%) y el alcohol (26%), seguidos por el cannabis (10%), el speed (8%) y la heroína (8%). Respecto a esta última droga, Mariño advierte una diferencia en Álava. «Atendemos muchos menos casos de esta adicción que en Bizkaia». Lo que más preocupa a su equipo es el daño que produce el cannabis entre los jóvenes. «Continúa siendo la principal droga de iniciación y la que siempre les permite romper barreras hacia otros consumos más perjudiciales». Además, este especialista llama la atención sobre una mayor «permisividad» de los padres a las conductas de los hijos. «Tuvimos que intensificar el seguimiento a las familias ante el aumento de la conflictividad».

«Lista de espera»

También preocupa la salud mental de los más jóvenes. «Estamos viviendo un preocupante ascenso de los suicidios», reflexiona. Asegura, en este sentido, que en su programa de prevención de malas conductas y consumos adictivos Hazgarri tienen «lista de espera». El año pasado fueron 171 los adolescentes que recibieron ayuda.

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Proyecto Hombre, el programa de apoyo más veterano de la fundación, y que supone pasar una temporada en un piso terapéutico, «ha tenido más éxito». Su residencia de la calle San Ignacio acogió a 33 hombres y diez mujeres, de los que tres recibieron el alta. «Nos agradecían estar dentro porque fuera ven ahora más fácil recaer».

Javier Mariño hace balance de un año en el que no fue fácil mantener los servicios. Sobre todo durante el confinamiento. Entonces pusieron en marcha Erdu. Un programa con una unidad móvil en la que un terapeuta y un educador social atendían a domicilio a los pacientes. «En esa época las restricciones impidieron el acceso a las sustancias. Hubo también mucha adulteración. Una vez acabó esto, los canales de acceso se restablecieron», lamento el responsable de esta Fundación.

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