
Hace dos décadas que 'Quién sabe dónde' abandonó la parrilla televisiva pero el rostro de Paco Lobatón (Jerez de la Frontera, 1951) estará para siempre ligado a aquel programa que abordó unos 2.000 casos de desapariciones. En esa tarea de búsqueda y, sobre todo, de acompañamiento a las familias de quienes sufren esas ausencias continúa hoy desde QSD-Fundación Europea por las Personas Desaparecidas.
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– De todos los casos que ha conocido decidió incluir el de Borja Lázaro en el libro 'Te buscaré mientras viva'. ¿Por qué?
– Su caso es muy representativo de las desapariciones en el extranjero, que comportan una serie de circunstancias de complejidad y sufrimientos añadidos que tienen que ver con un territorio de difícil acceso, inquietante en muchos aspectos precisamente relacionados con la seguridad.
– ¿Cómo es posible que en cinco años no haya habido ni una pista sobre su paradero?
– Hay quien ha dicho que no hay casos difíciles ni imposibles sino investigaciones insuficientes y es obvio que en los casos en los que no dan ningún resultado hay una manifiesta insuficiencia. En estos momentos sobre las 25.000 denuncias de desapariciones realizadas en el último año en España hay 10.000 sin resolver. ¿Hay recursos suficientes como para desentrañar esos 10.000 interrogantes y devolver la tranquilidad a sus familias? La respuesta es rotunda: no.
– Entonces, ¿se ha hecho todo lo posible por encontrar a Borja?
– Cualquier familia que no ha resuelto su caso te va a decir que nada ha sido suficiente, y eso es algo absolutamente incontestable. Una investigación que se hubiera producido inmediatamente tras cada desaparición hubiera permitido resolver muchos de esos casos pero, cuando no es así y se prolonga, se hace más necesario un trabajo especializado con profesionales formados en esa tarea y hoy España está muy lejos de tener un número suficiente.
– ¿No saber nada es peor que conocer el fallecimiento del desaparecido?
– La incertidumbre es un sentimiento absolutamente corrosivo. 'Si al menos supiera dónde llevarle flores', me dijo una madre. La certeza más dura de que la vida de su hijo había terminado le resultaba más llevadera que el sufrimiento por no saber nada.
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– ¿Cuándo hay que alarmarse si un ser querido no da señales?
– Cuando se rompe la dinámica con la que esa persona se está relacionando con su familia y sus amistades sin motivo conocido de una manera súbita. La intuición de los padres y, aún más si cabe, de las madres es clarísima en ese sentido.
– ¿Hay que denunciar cuanto antes?
– Más vale desactivar la alerta que decir 'vamos a esperar un poco por si simplemente se ha entretenido'. Lo de las 24 horas es un mito que viene de lejos y altos responsables de la seguridad ya han dicho de forma expresa que no hay que esperar ni un minuto porque se pierde tiempo decisivo, sobre todo, cuando se trata de personas vulnerables como los niños, los mayores o quienes tienen una enfermedad mental.
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