La mezcla de usos

De forma valiente, han desclasificado suelos que hasta ahora eran urbanizables. Paralizan así la expansión urbana y favorecen que la ciudad «crezca hacia dentro» mediante la rehabilitación y revitalización del tejido urbano existente. Es urgente detener el 'donut' en el que se está convirtiendo Vitoria-Gasteiz, con zonas periféricas residenciales e industriales que ocupan innecesariamente nuevos suelos, vaciando el centro de residentes y actividad económica.

La desclasificación no logrará por sí sola estos objetivos. Es además necesario superar el urbanismo de finales del siglo XX basado en la zonificación. Se alejaron las actividades productivas de las residenciales para evitar molestias, ya que la maquinaria y los vehículos eran ruidosos y contaminantes, la normativa ambiental es escueta y las medidas correctoras, escasas. Paradójicamente, la tecnología y la normativa han evolucionado mucho en estos aspectos, mientras que el aumento de las distancias del hogar al trabajo ha dado lugar al empleo masivo de vehículos a motor, generando inconvenientes ambientales similares a los que se pretendían evitar.

La alternativa es superar la zonificación fomentando una mezcla de usos ambiciosa. Para ello, basta con prohibir solo los usos que no respeten las exigencias ambientales, permitiendo que todos los que las cumplan se instalen en los ámbitos residenciales, incluida la industria.

A diferencia de antaño, disponemos hoy de infinidad de normas específicas que prohíben generar molestias, aparatos de medición que las detectan y medidas correctoras eficaces. Esta regulación ambiental, imprescindible para mejorar la vida de las personas, no debe ser un límite para el urbanismo, sino una oportunidad para dar cabida a usos inocuos y compatibles con el uso residencial, y que hasta ahora quedan excluidos por el obsoleto principio de zonificación.

Así, una empresa dedicada a la fabricación aditiva –impresión en 3D– podrá ocupar la planta baja de un edificio de viviendas que lleva décadas vacía. También una carpintería de aluminio o una empresa de fabricación de piezas de plástico para usos industriales, etcétera. Todas ellas generan menos molestias que una discoteca, un bar de copas, o un restaurante de grandes dimensiones, por hablar de usos que sí tenemos asumidos en la ciudad residencial. Con la diferencia de que la industria mantendrá activa la ciudad en horarios diferentes, y permitirá una movilidad más eficiente: los trabajadores acudirán al trabajo a pie o en bicicleta y consumirán en las tiendas cercanas sin necesidad de recurrir a los centros comerciales de la periferia pensados para el automóvil. El cambio beneficiará también a las empresas, que reducirán la huella de carbono de sus productos gracias a esta nueva movilidad.

Fue la activista norteamericana Jane Jacobs quien en su extraordinario libro 'Muerte y vida de las grandes ciudades' (1961) enunció que una ciudad solo es dinámica y segura cuando garantiza una adecuada mezcla de viviendas, comercios, oficinas y espacios públicos. Sus postulados resultan más actuales que nunca y han sido desarrollados por prestigiosos arquitectos y urbanistas como el danés Jan Gehl en su libro 'Ciudades para la gente' (2010), o por el francocolombiano Carlos Moreno en su célebre 'Ciudad de los 15 minutos' (2016).

En un mundo en permanente cambio, con realidades residenciales y empresariales en constante evolución, la ciudad debe incorporar con determinación este compromiso y aprovechar la oportunidad que la revisión del Plan General ofrece. Cumplirá así sus propios objetivos generales, y se convertirá en una herramienta útil para la revitalización de la ciudad.

Este artículo está basado en las alegaciones presentadas por la Delegación de Álava del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN) a la revisión del Plan General de Vitoria-Gasteiz.