Maider voltea y sacude la capa de moho natural de sus quesos idiazabal en la cámara de curado de su queseríaFotos: Rafa Gutiérrez
Las ovejas de Maider no saben que estamos en guerra
DE SOL A SOL CON MAIDER ·
Con los piensos, el gasoil y la luz por las nubes, el sector primario vive sus días más difíciles. Nuestra ganadera esquiva la situación con mucho esfuerzo y plantea un debate más profundo: el de la soberanía alimentaria
Con el kilowatio a precio de Swarovski, con los piensos a puntito de cotizar en bolsa, con el gasoil convertido en producto de lujo (cualquier día nos lo venden embotellado en frascos de Chanel Nº5), al sector primario –y al ganadero muy en particular– no le salen las cuentas. Muchos días no compensa trabajar: directamente pierden dinero cada vez que sale el sol. Si este sitio, si el redil de Maider Martínez, la pastora de Legutio, fuera una fábrica de coches o una de ruedas, seguramente habría decidido parar la producción hace tiempo. Pero ella no puede. Sus animales no tienen un botón de apagado. Las ubres de sus latxas no funcionan con un grifo que se pueda abrir y cerrar a placer.
Las ovejas de Maider no saben que estamos en guerra. Ellas no tienen ni repajolera idea de que los camioneros están que trinan y amenazan con romper la cadena de suministro hasta provocar un gran desabastecimiento. Estos bichos lanudos viven ajenos a todo lo que pasa ahí fuera, a este derrumbe descontrolado al que estamos asistiendo: siguen comiendo, cagando y dando leche. Pase lo que pase, Maider tiene que cuidar de sus ovejas.
«La única forma de subsistir que tenemos las explotaciones familiares pasa por ser cada vez más autosuficientes»
El sector primario ha convocado para hoy una manifestación histórica. Se espera que más de 200.000 personas –de esas a las que desde la ciudad se les llama 'gente de campo' con tonito condescendiente– tomen las calles de Madrid para reivindicar el papel del mundo rural en un momento en el que ven seriamente comprometido su futuro. Creen, están convencidos, de que su forma de vida está en peligro. No exageran.
más se pagará por tonelada de pienso a partir de abril.
100 euros
Toca hacer idiazabal en la quesería de Maider, un espacio impoluto, como un quirófano, en el que se podría operar a corazón abierto. Mientras espera a que la leche (278 litros, de cuatro ordeños) cuaje en la cuba de acero inoxidable, Maider avanza que, «sí o sí», tocará subir los precios de su producción para poder seguir subsistiendo. «No hay otra, la luz y el gasoil rojo (el que se utiliza para los vehículos agrícolas) han subido muchísimo y el diésel...», suspira mientras continúa con el proceso de elaboración de sus quesos: cortando el cuajo a trocitos chiquititos, como granitos de maíz, con los que después formará grandes bloques que introducirá en moldes para después llevarlos a la prensa. Yde ahí, al baño de salmuera y más tarde a la cámara, donde se curarán.
La pastora tiene muchas razones para estar tan inquieta. La subida vertiginosa del diésel está desbaratando todos sus planes. Maider vende la carne de las vacas de su explotación familiar. Junto a Iker, su marido, se encarga del reparto, casa por casa, de esos paquetes con estupendísimas chuletas. «Si hace unos días me costaba llenar el depósito de la furgoneta unos 65 euros, ahora, con 86 euros no tengo ni para tres cuartas partes», ilustra.
es el precio del litro del gasoil rojo (agrícola). Hace justo un año costaba 0,95€.
1,38€
Yluego están los piensos, que la guerra en Ucrania (el país era uno de los mayores exportadores de cereal del mundo) ha encarecido sobremanera. «Mi explotación tiene una filosofía muy clara: mis ovejas comen, como siempre se ha hecho, pasto, de nuestras hierbas en el campo y las secas que nosotros mismos hacemos en la cuadra. El pienso para ellas es un suplemento y, por fortuna, todo esto me ha cogido con las tolvas llenas», explica la ganadera, convencida que esa forma de gestionar su granja, de una forma sostenible, por mucho esfuerzo extra que genere y por mucho menor que sea el beneficio «es la única posible hoy día». «Tenemos muy claro que, cuanto más autosuficientes seamos, en todos los sentidos, mejor. Al final, es la única manera para poder garantizar nuestra supervivencia y vivir dignamente», sentencia Maider al tiempo que plantea un interesante debate: el de la soberanía alimentaria, el de la necesidad de, sí o sí, abastecernos con lo que tenemos en nuestro entorno «por pura lógica».
«De crisis en crisis»
«El gran problema es que llevamos un año de crisis en crisis», evidencia Txema López de Abetxuko, ganadero de vacuno de leche en Iruña de Oca y responsable de ganadería de la Unión Agroganadera de Álava (UAGA). A él, a otra escala y con muchos más ceros, tampoco le salen las cuentas en su explotación. «El 40% o el 50% de nuestro gasto se va en pienso y si antes de todo esto se nos iban unos 30.000 euros, a partir de abril los proveedores nos han avisado de que el precio se incrementará unos 100 euros la tonelada: esto son 7.500 euros al mes», explica. «Y a eso hay que sumarle el aumento de la electricidad y el gasoil, que se ha multiplicado prácticamente por dos y después subirán los forrajes y el maíz y..., no sé qué va a pasar con nosotros», lamenta, visiblemente apurado. Ante este panorama, el ganadero cree que la única forma de salir adelante pasará por «tirar de ahorros, el que los tenga y no invertir al año que viene, aunque suponga dar un paso atrás». «Y aunque lo que estamos viviendo es terrible, hace tiempo que la palabra beneficio ya no está en nuestro diccionario». Traducido en el lenguaje de Maider, de Txema y de todos nuestros ganaderos: su futuro, que es el nuestro, pinta fatal.
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