![Las ostras se ponen de moda en Vitoria](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/06/22/ostras-jalas-leku2-k3wG-U2006128122077sF-1200x840@El%20Correo.jpg)
![Las ostras se ponen de moda en Vitoria](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/06/22/ostras-jalas-leku2-k3wG-U2006128122077sF-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Es, sin duda, uno de los mariscos por excelencia. Se consume desde hace siglos y siempre se asocia a momentos de disfrute gastronómico. Un manjar accesible que forma parte de la oferta de varios locales alaveses.
En pleno corazón del Casco Medieval (Cuchillería, 23), las hay de lujo. Su responsable se desplaza hasta Francia para traer las mejores. Tienen distintas variedades, destacando la Fine de Claire 2, menos saladas y muy ricas en fitoplancton. La pequeña taberna apuesta por un vermú de categoría con ostras de primera.
Lo de este establecimiento, en Plaza de Amarica, 3, es gloria bendita. Degustar allí unas ostras en un ambiente relajado, con un buen vino, es un placer indescriptible. Hay que probarlo. Ofrecen cuatro unidades por 15 euros, para distribuir el goce. Ya saben, lo bien compartido, bien sabe. Si el sol brilla, es recomendable sentarse en su terraza y paladear la delicia.
Es un templo del buen yantar (Prado, 18). Allí proponen ostras a la brasa o aderezadas con chile (un toque picante) o yuzu (un cítrico original de Oriente que le viene al pelo). Si lo acompañas con uno de los combinados de su coctelería divertida, fresca y con carácter, aquello se convierte casi en pecado. Escogidas y reconocidas por prestigiosos chefs de todo el mundo, las ostras de Daniel Sorlut proponen sabores distintos y únicos, capaces de satisfacer a todos aquellos que buscan sensaciones y emociones gustativas impactantes. Y las tienen en La Escotilla (San Prudencio, 5) donde el mar acaricia el centro de la ciudad.
El local de Siervas de Jesús, 17 apuesta por las Speciale de Claire #2, firmes y generosas, con un sabor equilibrado entre la dulzura de la carne y el sabor fresco y yodado. Una pieza y una copa de cava Brut cuesta 4,25 euros. ¡Y te chupas los dedos! Literalmente. De esos momentos surgen brindis increíbles.
El picoteo selecto es su filosofía (Tanis Aguirrebengoa, 2). Y claro, allí no faltan las ostras bien trabajadas. Las de la Isla de Oleron son cóncavas, con un toque un poco dulce y muy carnosas. Muy ricas. Sugieren la número 3 por su tamaño medio, que se come de un bocado, y la recomiendan al natural, sin aderezos. Y, a ser posible, arropada con una copita de Laurent Perrier. ¡Bocato di cardinale!
Otro destino para los amantes de las ostras es el Mano Lenta (Tomás Alfaro, 2). Allí les gusta mimar cada una de sus elaboraciones y plantean la disyuntiva de catarlas al natural, a la brasa o en tempura. Se atina con cualquiera de las tres opciones. Y en Don Producto y tú (Avenida de Zabalgana, 1), la tentación se llama steack tartar con ostras Guillardeau. La mejor carne de vacuno con el manjar marino de textura carnosa y delicada y un sabor único. Otra manera de deleitarse con gusto.
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