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Los profesionales de Osakidetza sufrieron el pasado año 1.176 agresiones, más que nunca. Una media de tres al día. Más que nunca. Un triste ... récord que confirma la tendencia creciente de este tipo de episodios. En cuestión de cinco años se han incrementado un 60%, al pasar de las 733 notificaciones en 2019 a los datos registrados en 2024. Pero estos ataques, tanto verbales como físicos, no se reparten de igual forma en toda Euskadi. Hay organizaciones sanitarias en las que se dan un mayor número de situaciones de violencia hacia los trabajadores. La tercera de ellas es la OSI-Araba. El pasado año los profesionales de esta área de salud sufrieron un total de 156 agresiones por parte de pacientes y familias. De ellas, 134 consistieron en insultos o amenazas y que Osakidetza cataloga como incidentes, mientras que otras 22 fueron golpes que causaron lesiones en los afectados. En cuatro casos requirieron de una baja laboral para restablecerse.
A la cabeza de las agresiones está la OSI Bilbao-Basurto, con 199, repartidas entre 146 incidentes y 53 accidentes. La siguiente que mayor número de ataques contabiliza contra sus profesionales es también la que mayor volumen de población atiende. Se trata de la de Donostialdea, con 181. De ellos 154 son clasificados como incidentes (agresiones verbales) y 27 accidentes (golpes). Le sigue, tras la de Araba en tercera posición, la de Barrualde-Galdakao. Esta última, con 140 agresiones, es la segunda que más ataques físicos a sanitarios suma: 46 el último año. Uno de cada tres episodios violentos en esta comarca sanitaria acaban en ataques físicos a sus profesionales, una proporción que está por encima de la media del conjunto de Euskadi, donde es del 24%.
Por su parte, en la Red de Salud Mental de Álava se registraron un total de 71 agresiones, pero llama la atención la elevada cantidad de ataques calificados como accidentes. Hasta 41 de este tipo se registraron, lo que supone la tercera cifra en volumen de todos los centros de salud vascos, solo por detrás de Bilbao-Basurto y de Barrualde-Galdakao y con prácticamente el doble de casos que la OSIAraba.En el lado positivo de la balanza, en Rioja Alavesa no se registraron agresiones de ningún tipo el pasado año.
De todos estos 'accidentes', 40 requirieron que las víctimas cogiesen la baja médica para recuperarse de sus lesiones físicas o psíquicas. Ninguno de estos incidentes fue calificado como 'grave' por el Departamento de Salud, tal y como se recoge en un informe que la consejería ha remitido al Parlamento vasco a petición de Laura Garrido, del Partido Popular.
Por categorías laborales, el personal administrativo es el que recibe un mayor volumen de insultos y amenazas, seguido de los médicos, el personal de enfermería y las auxiliares sanitarias. En cambio, en número de ataques es este último colectivo el que sufre más violencia física por parte de usuarios de Osakidetza, por delante de los celadores y las enfermeras.
A nivel de ámbitos asistenciales, el informe remitido por Salud a la Cámara vasca indica que el número de incidentes es más alto en la Atención Primaria que en los hospitales. Por sexos son las mujeres son, con diferencia, las que tienen que aguantar un mayor número de insultos de pacientes y familiares insatisfechos con la atención. En cambio, si el foco se pone en los ataques físicos son los hombres los que sufren mayor número de golpes, aunque la diferencia no es mucha. A ellas también cada vez las pegan más.
El Departamento de Salud atribuye este aumento de las notificaciones de agresiones sufridas por los profesionales de Osakidetza –un 12% solo en el último año– a que en la actualidad existe «una mayor concienciación, receptividad y no aceptación como normal de este problema» y denuncian más este tipo de episodios. Osakidetza cuenta con un protocolo específico de actuación ante la violencia que sufren sus sanitarios.
El Departamento de Salud está en contacto con la Fiscalía para habilitar un mecanismo por el que sean las direcciones de las organizaciones sanitarias de Osakidetza quienes puedan interponer las denuncias en aquellos casos en los que uno de sus sanitarios sufra una agresión. Esta medida permitirá durante el inicio del proceso judicial «proteger» la identidad de los profesionales agredidos, según avanzó ayer el consejero, Alberto Martínez, en el Parlamento vasco.
Durante su intervención, en respuesta a una interpelación presentada por Laura Garrido, del PP, detalló otra serie de medidas que tiene en marcha Osakidetza para tratar de reducir los ataques que sufren los profesionales. Entre ellas se encuentran la instalación de mamparas, cámaras de seguridad o botones del pánico y personales en aquellos lugares donde es más probable que se registren este tipo de incidentes. También avanzó que se llevan a cabo programas de sensibilización para que notifiquen estos episodios, mientras que a los profesionales de primera línea se les «ha formado para que tengan habilidades» para lograr una «desescalada verbal» con aquellos pacientes o familiares que estén muy alterados.
Laura Garrido insistió en que en los últimos años se ha dado una «escalada de las agresiones» y estimó que «los instrumentos actuales con los que cuenta Osakidetza se muestran ineficaces frente a este incremento». «La violencia en el ámbito sanitario tiene un impacto físico y psicológico en los profesionales. Afecta a la atención que prestan y aumenta el absentismo laboral», valoró. El consejero de Salud coincidió con la popular en varios de sus reflexiones sobre esta cuestión. «Las cifras de agresiones en Osakidetza son lamentables y desoladoras. No es aceptable –prosiguió Martínez– que personas con vocación pública, al servicio de la ciudadanía, sufran estos ataques».
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