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En 1951, F. Villanueva Uralde publica, tras una ardua investigación, el libro «Orígenes alaveses del libertador». No, no es un historiador alavés el que lo ... escribe siguiendo el señuelo local de querer acunar entre sus hijos ilustres a un personaje de la talla de Simón Bolívar (1783-1830), caudillo indiscutible de la lucha por la independencia de cinco naciones sudamericanas a principios del siglo XIX. Se trata de un escritor venezolano que viene a decir en su tesis que los distintos historiadores «han ocultado o adulterado la verdad diáfana de la ascensión alavesa, original y milenaria de los Bolívar y fantasean a placer sobre la circunstancia fortuita de su trasplante transitorio a tierra de Vizcaya»
En su investigación se llena de argumentos para dar por sentado que más antiguo que el Bolívar vizcaíno es el Bolívar alavés. «Para el siglo IX era uno de los cuatro prioratos que fundara en la provincia de Álava la orden de San Benito, que tenía su sede en el Real Monasterio de San Millán de la Cogolla». Y desde luego, el término Borinivar ya está presente en el primer documento que tenemos sobre la composición de los primeros 308 pueblos alaveses: la Reja de San Millán del año 1025. En él se recoge la aportación de cada aldea a o de San Millán. Estamos hablando del siglo XI y significa que el lugar era más antiguo aún. Para Villanueva Uralde ya existía en el año 934 el priorato de Bolinívar, ligado a un posible molino (estamos en tierra cereales) bañado por el río Santo Tomás. Ese molino sería el elemento base para el toponímico y propiedad de los antepasados del Libertador.
Igualmente, asegura la tesis que un Pérez de Bolívar, de origen alavés, fundó la iglesia de Santo Tomás de la Puebla de Bolívar, en Vizcaya, a la que dio su apellido toponímico. Y lo confirma dentro de otra línea de investigación que considera cerrada. Fueron alaveses los que poblaron y cristianizaron el territorio hermano y fundaron sus iglesias como el caso que nos ocupa.
Por desgracia, el apellido Bolívar se había extinguido en el año 1951 en la aldea alavesa de donde procede el toponímico y en el censo de Vitoria de ese mismo año solo existe una mujer sin hijos con ese mismo sobrenombre. Del Archivo de la Junta de Caballeros Hijosdalgo de Elorriaga también han desaparecido los tomos de registros de los siglos XIV y XV en los que debían figurar los Bolívar como miembros nobles de esa aldea que desde el reinado de Alfonso XI quedó unida a Vitoria en 1258. Sí se sabe que en 1434 existe un tal Lope López de Bolívar en la lista de cofrades de Nuestra Señora del Cabello, de Vitoria. De lo que se deduce que se había trasladado a la ciudad desde la aldea.
El investigador insiste en que el apellido Bolívar llegó a Vizcaya ya evolucionado y que probablemente la iglesia vizcaína no se construyó hasta el siglo XIII.
A este argumento Villanueva Uralde une otro que considera también de peso. El escudo del apellido Bolívar llevae en el segundo cuartel de armas la banda con dragones de oro correspondiente a la Orden militar de la Banda, que el rey Alfonso XI instituyó en Vitoria en 1332. El investigador señala que los Bolívar ganaron la preciada presea por su participación junto a 400 alaveses mandados por Ladrón y Beltrán Vélez de Guevara en las batallas de Salado (1340) y Algeciras (1344), contra los musulmanes. Una batalla, la primera, en la que el rey Alfonso XI se unió a su suegro Alfonso IV de Portugal. Así quedaría demostrado que el apellido es alavés de origen.
Como es conocido la conexión entre el Libertador y la pequeña aldea vizcaína de la Puebla de Bolívar se encuentra en un antepasado directo de Simón Bolívar, su quinto abuelo, conocido como Simón de Bolívar 'El Viejo', quien emigró a mediados del siglo XVI a América.
Pero la investigación no acaba ahí. La nueva aportación del ensayista venezolazo es la ascendencia alavesa de la madre del libertador cuyo apellido es Palacios.
El autor busca en Laguardia el libro de nacimientos, matrimonios y defunciones de la antigua parroquia de Berberana, cercana a la capital riojanoalavesa y actualmente una aldea abandonada, y encuentra a Andrés Palacios y Sojo, hermano de Bernabé Palacios. Este último es uno de los dos familiares que habían desempeñado la Contaduría General de la Real Hacienda de Caracas al servicio de la Corona española. A este puesto accede también José de Palacios y Zárate, nacido en Miranda de Ebro en 1647, que es el tatarabuelo de la madre del Libertador, María de la Concepción de Palacios y Blanco Infante.
En esa saga de los Palacios se incrustan otros apellidos alaveses como Sojo, Ortiz de Zárate, o Austri. El libro, que demuestra que la tierra alavesa engendró a los ascendientes de Simón Bolívar, tanto por parte de madre como de padre, termina con una prueba palpable. El apéndice es un certificado del párroco de Santa María de los Reyes de Laguardia, Jenaro Quincoces Aranegui, en el que dice que en el libro de registros de Berberana entre el año 1601 y 1694, la familia Palacios tiene 11 partidas de nacimiento del total de 50 que se inscribieron en ese tiempo.
De la misma manera que el actual ayuntamiento de Ziortza-Bolibar guarda con orgullo el honor de haber sido origen de un linaje que dio a la historia universal uno de sus personajes más relevantes, al que Venezuela honró con el pago de un monumento, Vitoria y Laguardia deberían recoger en algún lugar (Berberana y Bolívar, obviamente) el haber sido los lugares del origen más antiguo de las dos familias del ilustre venezolano. Por cierto tanto Berberana como Bolibar (Vitoria-Gasteiz) guardan secretos admirables.
En el pórtico de la iglesia de San Andrés (hoy desacralizada) se halló una lápida sepulcral, que no parece haber sido la de uno de los primeros obispos de la diócesis. Esta lápida tiene una inscripción que reza: OBIIT ALBARO EPCPVS XIII KLS NBRIS ERA DCCCC XXVI «Murió Alvaro obispo el 13 de las kalendas de noviembre de la era 926, a saber, el 20 de octubre del año 888 (la lectura de año es dudosa)». Esta lápida suele presentarse como argumento
para situar en territorio alavés a la Velegia de la Crónica de Albelda, cuando al citar en el año 881 las sedes episcopales dice: Alvarus Velegiae... En 1087, el noble Gonzalo Muñoz y su mujer cedieron al monasterio de San Millán esta aldea con todas sus tierras, posesiones y derechos, siendo conde de Alava D. Lope López. Posteriormente los monjes fueron enajenando las tierras, contentándose con la sujeción espiritual, diezmos y primicias.
Una tradición que se remonta a la Edad Media hace reposar los restos de San Segismundo, rey de Borgoña, en la iglesia parroquial de Bolívar. Sus supuestas reliquias se hallan dentro de una arqueta, en un altar lateral.
San Segismundo gozó de una gran devoción en otros tiempos; se le atribuían curaciones milagrosas especialmente de fiebres, y la protección en casos de tempestad, sequía u otras calamidades. El P. Marieta de Vitoria conjeturó, con mayor verosimilitud, que San Segismundo fue un abad de San Millán, que murió en Bolívar durante su visita pastoral.
San Andrés, estuvo servida en el s. XIX por un monje de San Benito del Monasterio de San Millán. Posteriormente se cerró hasta la restauración de 1869; el último libro referente a la parroquia es de 1857. Ya en el siglo XX la iglesia sólo se abría para las rogativas de los pueblos de Elorriaga, Arkaute, Arkaia, Otazu, Gamiz y Ulibarri de los Olleros y para algun que otro bautizo. Actualmente es la casa-taller de un gran pintor.
Cuando la iglesia se desacralizó sus elementos más significativos fueron esparcidos en distintos lugares. La portada se encuentra en el patio del antiguo seminario, frente a la catedral de Santa María. La pila bautismal del siglo XIII fue a parar a la parroquia de San Pablo. Una Andra Mari medieval puede verse en la parroquia de San Ignacio. Y a San Francisco de Asís se puede ir a ver el sagrario del siglo XVI. Por su parte, el relicario neoclásico de San Segismundo se encuentra en la cercana localidad de Gamiz.
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