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Yihadistas en Euskadi
Orden de expulsión al exlíder de una asociación argelina en Vitoria por captar adeptos para el Estado IslámicoDe puertas para fuera ejercía como presidente de la Asociación de argelinos del País Vasco. Acababa de presentarse a una convocatoria del Ayuntamiento de Vitoria ... para emprendedores cuando, en diciembre de 2018, efectivos de la Policía Nacional irrumpieron al amanecer en su piso de alquiler en Ariznabarra.
¿La razón? I. B. (Chkef, Argelia, 1982) llevaba meses chateando con una joven a la que conminó a formarse en marketing digital y convertirse en una profesional del sector para ayudar en ese campo al Estado Islámico. Llegó a ofrecerle un matrimonio concertado en Vitoria por el que «recibirían una pensión del Gobierno vasco de 1.100 euros mensuales para vivir, enseñarle religión y el idioma». Desconocía que esa chica era, en realidad, una agente encubierta.
Tras horas de registro, los agentes le bajaron a la calle. Durante los escasos metros desde su portal a un coche policial, esposado y con una chaqueta de lana sobre la cabeza, gritó; «Juro por Dios que no soy terrorista, soy antiterrorista». Las pruebas recabadas por expertos en la lucha antiyihadista y la Fiscalía apuntaron en otra dirección.
En el verano de 2020, tras año y medio como preso preventivo, la Audiencia Nacional le castigó con cinco años de cárcel por «adoctrinamiento terrorista». Una vez cumplida esa pena quedaba un último fleco a este caso de radicalización en la capital alavesa. Su expulsión del país que en principio iba a ser de ocho años.
En este sentido, en septiembre de 2021, la Secretaría de Estado de Seguridad, dependiente del Ministerio del Interior, decretó su exilio a su país de origen. Sin embargo, y acogiéndose a la Justicia gratuita, este exvecino de Vitoria recurrió la orden por la vía civil. El asunto ha dado vueltas por la Audiencia Nacional hasta que, hace unos días, la sala de lo Contencioso-Administrativo decidió por unanimidad hacer efectiva su expulsión una década.
Es decir, cinco años y medio después de aquel arresto que conmocionó a su barrio. «Es algo que ves siempre en otras ciudades, pero cuando te toca de cerca...». manifestó entonces una de sus vecinas a EL CORREO.
Desde su ordenador contactaba con otras personas por redes sociales. La agente encubierta logró su atención al confesarle que «una amiga mayor se había ido a Siria» y que pensaba «ir con ella o enviarle dinero». I. B. la disuadió y empezó a persuadirla para que «enfocara su ayuda en favor de los 'hermanos' (en referencia al Estado Islámico)». Después vendría la proposición de casamiento, dejando atrás a su familia, con su mudanza a Vitoria. «Estamos luchando y estamos en diferentes Estados, ellos saben que estamos preparando un Estado. Quiero venganza y tienes que ayudarme. España tierra de guerra. Vas a coger con tu mano la venganza», escribió a la infiltrada.
Este fallo definitivo le ha llegado ya en libertad. Miembros de la comunidad argelina vitoriana aseguran que «hace mucho tiempo que no sabemos nada de él, aparte de que no queremos nadie así. Mancha nuestra reputación». En este punto cabe recordar que, aunque sea localizado, «Argelia no suele aceptar repatriaciones y menos desde que España se decantara por Marruecos», admiten medios judiciales.
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