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«El jueves vimos la furgoneta salir a toda pastilla, así que cuando les detectamos hoy (por ayer viernes) decidimos cerrar las dos puertas del recinto y avisar a la Ertzaintza». En demasiadas empresas del polígono industrial de Gamarra, en Vitoria, se han acostumbrado al ... pillaje. «No te puedes ni imaginar el ritmo que estamos sufriendo. De chatarra y de materia prima», lamentan desde esta firma que ayer dio un pequeño susto a estos desvalijadores.
Sobre las 10.30 horas, la furgoneta blanca –con dos ocupantes– accedió a la parcela donde opera esta firma desde hace décadas. Poco les importó la evidente actividad en el lugar. Aparte de que los numerosos coches estacionados alrededor del edificio principal no dejan lugar a la duda; hay actividad industrial.
Aún así, el vehículo avanzó por la propiedad y completó una pequeña vuelta de reconocimento. La plantilla dio la voz de alarma, cerraron los dos portones de salida y telefonearon al 112. «Tenemos aquí a unos ladrones».
personal de una de las firmas afectadas
Un coche patrulla de la Ertzaintza acudió a la llamada de auxilio. Los uniformados se entrevistaron con los ocupantes del automóvil encerrado. Aunque no supieron dar una explicación demasiado racional de su 'visita', tampoco acabaron en comisaría por no encontrarse en el interior del vehículo objeto robado alguno. «Sin evidencias nada más podemos hacer que conminarles a que salgan del lugar, que es privado no lo olvidemos», ilustran medios internos de la Policía autonómica. Los supuestos ladrones cumplieron al momento la sugerencia de cambiar de ubicación.
En esta empresa, sin embargo, manejan otra visión. «Siempre es la misma furgoneta. Sientes mucha frustración. Como si no tuviéramos suficiente con la actual situación económica, ahora tenemos que aguantar a esta gente», se quejan desde la dirección.
Poco duró la tranquilidad en esta vasta área industrial, con un porcentaje importante de parcelas e inmuebles abandonados por sucesivas crisis económicas. Según ha sabido este periódico, pasada la una de la tarde, la misma furgoneta reapareció a menos de un kilómetro de distancia del primer escenario.
Sí acertaron en teoría con este segundo objetivo. Se trata de una antigua fábrica parada temporalmente. Aparcaron su automóvil delante de la fachada principal. Cuando apenas habían descendido tuvieron la mala fortuna de que pasó por el lugar uno de los empleados de la sociedad propietaria.
«He pensado '¿pero qué hacen estos aquí? Y encima con una furgoneta nueva de alquiler», comparte este testigo. Pese a su inferioridad numérica, les exigió que abandonaran el terreno bajo amenaza de alertar a la Ertzaintza.
«La verdad que creo que les han impactado mis formas. Por eso me han hecho caso y se han ido sin apenas decirme nada», asevera. Ertzainas consultados alaban su arrojo, pero advierten que «lo mejor es quedarse a una distancia prudencial y telefonearnos porque vamos a aparecer en unos pocos minutos. Podemos pillarles con las manos en la masa y detenerles».
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