«Es frustrante cuando la Ertzaintza te despierta de madrugada y ves cómo han dejado el bar»

Ese 'modus operandi' supone un calco de oleadas anteriores. La peor época fue durante el primer trimestre del año y afectó también a otros barrios vecinos como El Pilar, Lakua-Arriaga, Sansomendi o Txagorritxu. «Son unos chapuceros que, amparados en la noche, cogen una arqueta o una alcantarilla, rompen a golpes una luna de la fachada y dentro van directos a por la caja registradora», desgranan fuentes internas de la Policía autonómica.

Los botines suelen reducirse a la calderilla dejada por los hosteleros. 15, 50, 100... 300 euros en el mejor de los casos. En cambio, los destrozos generados alcanzan los cuatro dígitos. Una curiosidad, salvo uno, el resto de locales usurpados en esta última tanda se ubica en soportales. No es coincidencia. «Varios vecinos me han dicho que oyeron golpes a eso de las cinco y media de la madrugada. Incluso uno se asomó a mirar pero claro, no vio nada desde su piso y tampoco se quedó a esperar si salían corriendo», refleja una de las víctimas.

En todos los casos, un único asaltante accede al interior y va directo a la caja registradora. Apenas pasa un minuto en el interior de las lonjas, sin actividad a esas horas intempestivas. «Sabían dónde mirar. Estoy seguro de que han venido como clientes a estudiarnos», asegura este minorista.

Otra tasquera observa el tablero de aglomerado con resignación. «Como estamos en agosto no saben decirnos cuándo nos lo arreglarán. Dicen que mínimo una semana. Lo peor es la sensación de inseguridad y ese tablón te lo recuerda de continuo», cuenta con gesto afligida, sin poder apartar la mirada del parapeto que 'decora' su taberna.

Para los afectados, estas irrupciones implican un telefonazo inesperado de la Ertzainza. «Primero es el susto por la llamada. Luego sientes una frustración enorme cuando llegas a tu negocio y ves cómo lo han dejado. Está todo tirado», sostiene uno de estos emprendedores, que tampoco encuentra un cristalero activo. «Por no hablar de lo que nos subirá la cuota del seguro después de esta 'gracia'».

¿Quién se encuentra detrás de esta nueva ola de asaltos nocturnos?Fuentes policiales sospechan de un grupo de jóvenes desarraigados domiciliados en la capital alavesa. Las grabaciones de seguridad siempre muestran a una única persona dentro del recinto usurpado. En teoría, otro u otros aguardan en la calle, a salvo del campo de visión de la videoseguridad.

Una de estas secuencias –como puede observarse en el encabezado de esta noticia– inmortaliza a un joven vestido con ropa deportiva y unas llamativas zapatillas de marca. Oculta su rostro con una capucha y una mascarilla. Se mueve con soltura y no duda en emplear la violencia para arrancar la caja registradora, tirando a su paso un reguero de objetos. Por cierto se vale de su teléfono móvil para alumbrarse en la oscuridad.

«No puede haber un policía en cada esquina o portal. Para atajar este tipo de delincuencia la colaboración ciudadana resulta fundamental. Si escucha de madrugada que alguien está golpeando un cristal y avisa de inmediato al 112 o al 092, entonces sí va a haber opciones reales de que les pillemos 'in fraganti'», solicitan medios internos de la Ertzaintza.