Son las 19.45 horas de ayer domingo. Una pareja de magrebíes se acerca al número 12 de la Avenida de Olárizu con un destartalado carrito de economato. Pasado un rato lo sacan –hasta arriba de objetos– y se alejan de la manzana okupada desde ... 2014. Con el desalojo forzoso a la vista, será mañana, ha habido una desbandada generalizada en estos bloques. Apenas resisten ya cinco personas.
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Amparada por el beneplácito del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 3 de Vitoria, la Policía Local –acompañada por efectivos de la Brigada Móvil de la Ertzaintza– entrará casa por casa. A partir de ahí llegará el derribo de este centenar de viviendas de propiedad municipal y el respiro para los vecinos de enfrente, los legales. Acumulan «siete años de sufrimiento diario». Los primeros okupas dieron la patada en 2014.
¿Y a dónde ha ido el medio centenar de residentes ilegales? El clan que controlaba los domicilios no se deja ver por la zona desde hace semanas. «Claro, se les acabó el chollo porque te pedían dinero para entrar a vivir», revela una okupa. «A partir de ahí nos disgregamos y la gente se fue marchando. Si hubiéramos permanecido unidos...».
Varios han optado por un polígono industrial cercano. Se han instalado en las tripas de una fábrica que acumula años sin actividad y donde okupas ya establecidos les han hecho un hueco. «Es que si no no tenían donde caerse muertos», apostilla uno de los residentes más veteranos de ese pabellón.
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Entre los okupas que aún quedan en Olárizu y los reubicados en la nave abandonada, a la que sólo puede accederse por un hueco en la valla perimetral, crece un sentimiento de enfado. No con el Ayuntamiento o con el juzgado, sino con Errekaleor, el barrio okupado desde 2013 y situado a menos de medio kilómetro.
«¿Que si les hemos pedido ayuda? Claro. Fue mi novio y le dijeron que primero tendrían que decidir en asamblea si nos dejaban entrar. Que hay obligatoriedad de seguir sus normas y participar en no sé cuántas actividades», desgrana una okupa de Olárizu. Otros residentes ilegales de estos bloques confirman esta versión.
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Según estos habitantes ilegales, «uno de los nuestros logró colarse allí. Pasó una noche. A la mañana siguiente salió, al volver se encontró con sus cosas en el suelo y un retén que le dijo que allí no podía estar. Muy solidario todo». Mañana, martes, la Policía Local espera que a los pocos resistentes de estos bloques «se les una gente de Errekaleor para hacer ruido».
Mientras tanto, un discreto dispositivo de la Guardia urbana de Vitoria se mantiene en la zona para evitar que se cuelen nuevos inquilinos en los portales aún sin tapiar. Esta tarde de lunes, los okupas seguían entrando a la viviendas a recoger sus enseres personales. Luego los cargaban en carritos y de ahí enfilaban hacia la fábrica abandonada.
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