Loveth, vecina de Salvatierra, en el tranvía. R. Gutiérrez

La odisea de Loveth: de Salvatierra a Vitoria para sacar dinero en su banco

Sin tarjeta de crédito ni su entidad bancaria en el pueblo, la joven tuvo que viajar hasta la calle Dato a por efectivo

Miércoles, 15 de abril 2020, 02:43

Faltaban diez minutos para las diez cuando Loveth descendió del vagón. Apenas se le adivinaba el rostro, una bufanda hacía las veces de protección antiCovid-19. Así que ni se lo pensó cuando Jesús González, el voluntario de la Cruz Roja ayer en Renfe, ... le ofreció una unidad de celulosa.

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Loveth, de 40 años, se la caló de inmediato. Y puso rumbo a la calle Dato con paso acelerado. «Es que vengo de Salvatierra, donde vivo con mis dos hijos. Tengo que ir al banco a sacar dinero. Como no tengo tarjeta de crédito ni esta entidad tiene sucursal allí, pues he tenido que venirme», describió, temerosa de que la multaran.

La gestión no le supuso ni diez minutos. A partir de ahí se le abrió un abismo a esta chica de origen subsahariano. «He mirado que no hay tren de regreso hasta las seis de la tarde. Voy a ir a la estación de autobuses a ver si hay alguno. Si no, tendré que coger un taxi, que me costará mínimo 50 euros».

En localidad de la Llanada Alavesa le aguardaban sus dos retoños, que no han salido de su casa en toda la cuarentena. «Yo tengo miedo por mis hijos, que se contagien. Para ellos es muy complicado no salir a la calle. Se les está haciendo muy difícil», enfatizó montada en el tranvía que la acercó hasta Lakua.

Loveth busca trabajo. La mala suerte se ha cebado con ella. Perdió su trabajo de ayudante de cocina justo antes de decretarse el confinamiento. Sin posibilidad de trabajar en su especialidad hasta que retorne la normalidad, economiza cada gasto. «Sólo gastamos en comida. Mi idea es intentar encontrar un puesto en cuanto esta pesadilla se acabe».

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En el bus de las 13.15 horas

Tampoco cobra prestación alguna, explicó esta vecina de Salvatierra, «porque como nos dijeron que no podíamos salir y que está todo cerrado pues tiramos con el poco dinero que tengo ahorrado».

En la estación le sacaron una sonrisa. Había autobús. «Me he subido al de las 13.15 horas, así que he vuelto a casa antes de lo previsto», señaló a este periódico desde hogar.

– Debería sacarse una tarjeta de crédito.

– He aprendido tras esta historia que tengo que solicitar una ya.

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