![«Tenemos la obligación de contar a nuestros hijos el terror que se vivía en las calles»](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/09/10/PABLO%20BENEGAS-001.jpg)
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Deja la guitarra para hablar de sus vivencias de joven en una Euskadi en la que aún estaba amenazada por ETA. Pablo Benegas, miembro de la Oreja de Van Gogh, lo cuenta en el libro 'Memoria', que presentó ayer en Vitoria. El músico narra en primera persona su salto a los escenarios con la banda, al mismo tiempo que entremezcla un contexto de extrema tensión con su padre –fue presidente del Partido Socialista de Euskadi, Txiki Benegas– en el punto de mira del grupo terrorista.
El músico ha sorprendido, en su primer libro, con un conmovedor relato en primera persona sobre el impacto del miedo y de la violencia, pero también hay espacio en el que habla acerca del valor de la amistad y de la música; unos claroscuros que casan a la perfección con esas décadas.
La presentación del libro, organizada por la Fundación Fernando Buesa Blanco, contó con la presencia de Marta Buesa, hija del político asesinado a manos de ETA, además del propio autor del libro. Al acto también acudieron representantes institucionales como el concejal del Ayuntamiento de Vitoria, Pascual Borja o la subdelegada del Gobierno en Álava, María del Mar.
«Pablo tiene la brújula de los valores éticos muy bien calibrada. Hay que atreverse a hacer memoria y traer recuerdos de experiencias traumáticas que nos han hecho sufrir. Creo que él es un hombre con gran sensibilidad y unas profundas convicciones», así comenzó la intervención Marta Buesa para presentar al guitarrista.
El músico de la Oreja de Van Gogh tiene claro que con este libro lo que pretende es cumplir «con la obligación que tenemos de contar a nuestros hijos las muertes que había en las calles por donde hoy ellos pasean o juegan».
A pesar del terror y el miedo, Pablo explica en sus memorias la historia de los integrantes del grupo que le sirvió de refugio. «Cuando los conocí me di cuenta de que me veían a mí como persona y no solo como alguien rodeado de una realidad amenazada por ETA, por ser hijo de un político que pensaba diferente. Compartí con ellos una lucha social contra el terrorismo que vivíamos, pero también encontramos juntos un lugar de refugio que es el local de ensayo. A mi me daba la sensación de estar en otro lugar», explicó el autor. «Ahí me sentía tranquilo y a salvo. Mi grupo de amigos me comprendía realmente», añadió.
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