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El obispo de Vitoria habló ayer por boca de los desprotegidos, aquellos que han tirado la toalla y perdida la esperanza en un futuro mejor. Juan Carlos Elizalde se refirió en concreto a un derecho universal, el de una vivienda digna, que no ... siempre se garantiza en favor de los necesitados, denunció el prelado. Durante la presentación del informe anual de Cáritas, aseguró haber escuchado testimonios «sobrecogedores» de vecinos marginados que o han librado una batalla hasta dar con un hogar donde instalarse o simple y lamentablemente les han dado con la puerta en las narices.
«En mi visita pastoral a las parroquias del centro histórico, los inmigrantes me han comentado, una vez más, la casi imposibilidad de acceder al alquiler de una vivienda», relató Elizalde en su intervención. «Muchas veces, al comprobar que son inmigrantes, los dueños piden alquileres astronómicos y fianzas desproporcionadas que les hacen desistir», añadió. Desveló haber sido «testigo» de situaciones frustrantes junto a colaboradores pastorales o parroquiales que mediaron sin éxito «para garantizar el cumplimiento de las condiciones de alquiler».
Así las cosas, Juan Carlos Elizalde hizo un llamamiento a la comunidad cristiana en particular para que «ponga a disposición de las personas más vulnerables las viviendas vacías» y se les facilite su disfrute con rentas asumibles. El obispo se comprometió a que la Iglesia, «que no puede mirar a otro lado ante esta enorme injusticia», asistirá a caseros e inquilinos para llegar a acuerdos y avanzó que su diócesis «está acondicionando algún piso disponible», aunque la mayoría de su propiedad ya están ocupados.
El acceso a un piso habitable y su mantenimiento -comunidad, agua, electricidad y gas- es uno de los grandes problemas a los que se enfrenta Cáritas cuando alguien desfavorecido llama a su puerta con desesperación. También la búsqueda de un empleo, con la particularidad de que hoy en día disponer de trabajo remunerado «ya no es garantía de inclusión social», sostiene la entidad, que apunta a un descrédito inmenso. «El 16% de la población vasca no encuentra sitio en su propio país». Son básicamente desempleados mayores de 45-50 años de larga duración e inmigrantes.
A lo largo de 2018, Cáritas Vitoria atendió a 5.899 familias, alrededor de 17.695 personas, y destinó 87.452 euros a satisfacer necesidades básicas y urgentes. La pobreza, según la institución, acecha mayormente a mujeres (67%) y parados (49%) y crece el número de familias españolas, una de cada cuatro. Sus esfuerzos se encaminan a la formación y capacitación laboral. «Somos una entidad de promoción, no de beneficiencia». El año pasado invirtió casi medio millón de euros en cursos y becas para cientos de demandantes de empleo.
888 voluntarios son lo que dispone Cáritas Vitoria, encargados de labores de acompañamiento, sensibilización y animación. La red se compone de 36 cáritas de base, con sede en parroquias. El número de socios se eleva a 1.475, que junto a donantes hacen posible con sus cuotas o aportaciones el sostenimiento en parte de la entidad.
Déficit de medio millón Cáritas cerró sus cuentas de 2018 con un déficit cercano al medio millón de euros. Gastó 2,8 e ingresó 2,3 millones de euros. Del dinero saliente, la institución destinó 1,1 a favorecer el empleo y 977.340 a acción social, como grandes partidas. Entre el dinero recibido, los donativos ascendieron a 612.633 euros, las subvenciones públicas a 478.775, las cuotas a 390.229 y las colectas a 301.789.
CÁRITAS VITORIA
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