La casona de Monasterioguren es la más antigua de las casonas que podrán dividirse en viviendas. Igor Martín

El Obispado de Vitoria podrá convertir las casas donde residían los curas en hasta 28 viviendas

El informe del Plan General permite transformar siete edificios unifamiliares en un máximo de 4 domicilios de 85 metros

Lunes, 11 de diciembre 2023, 00:15

El Obispado de Vitoria podrá convertir siete antiguas casas curales en un máximo de 28 viviendas. Así se extrae del informe inicial del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) al que ha tenido acceso este periódico. La Diócesis había solicitado este cambio de catalogación para « ... optimizar el aprovechamiento» de los edificios y facilitar su posible rehabilitación. Persigue que la posible renovación de los inmuebles sea más asumible si son cuatro los propietarios que solo uno, lo que además facilita su mantenimiento.

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Además, son construcciones que superan el siglo de antigüedad y que alguna data incluso del siglo XV. Y, por otro lado, este nuevo estatus implica de manera automática que las casonas vean multiplicado su valor ante una posible salida al mercado.

El equipo redactor del Plan General estima la solicitud del Obispado en siete de las ocho casonas que propuso. A pesar de que el informe no es vinculante, servirá de base a los técnicos municipales y al equipo de gobierno (PSE-PNV) para dar una respuesta definitiva de cara a la aprobación definitiva del documento urbanístico. Han recibido luz verde las casas curales de Betoño, Ilarraza, Arkaia, Ali, Matauko, Mendiola y Monasterioguren. Han rechazado la de Berrosteguieta.

El Obispado aduce que, pese a que los edificios «no se encuentran catalogados», representan un «indudable interés arquitectónico e histórico que hay que conservar», y que sería más factible de proteger con este nuevo modelo urbanístico.

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A pesar de que la norma permitirá crear esas cuatro viviendas en una sola casa –de ahí que el máximo sean 28–, el tamaño mínimo que establece el Plan General para cada vivienda rural es de 85 metros cuadrados. Es decir, que para albergar el número máximo de viviendas deben contar con capacidad para 340 metros cuadrados útiles. Los solares más amplios son los de Arkaia, Ali y Matauko. En el otro extremo de la balanza se encuentra Betoño.

Se trata de inmuebles que se encuentran en su mayoría vacíos y situados cerca de conjuntos parroquiales de los concejos. El ejemplo más claro es el de Monasterioguren, que data al menos del año 1500 según los datos del Catastro. La casa se encuentra pegada a la iglesia, hasta el punto de que pertenecen a la misma parcela. En la misma situación se encuentra también la de Mendiola. Sin embargo, la Diócesis solicitó la división del terreno más ligado a la casona respecto al «conjunto parroquial», algo que ya se llevó a cabo en la localidad de Matauko en el pasado.

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La principal incógnita se centra ahora en los planes que tendrá el Obispado para estos inmuebles. Fuentes de la Diócesis aseguran que «no hay un proyecto sobre la mesa», aunque no se descarta una venta o su reconversión en un recurso social, como podría ser un albergue para personas sin hogar o en situación de vulnerabilidad.

Los mismos medios enmarcan la alegación presentada ante el Ayuntamiento en una «formalización» que planeaba desde hace tiempo y que la medida refleja en el documento urbanístico de mayor rango «cuestiones que ya se habían abordado». «Se trata de aprovechar esta revisión del Plan General para proteger el patrimonio diocesano de cara al futuro». Al mismo tiempo, creen con el cambio los inmuebles podrían «tener un uso más acorde con las necesidades actuales».

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