Mobiliario humano | Bonos culturales

Nutrientes internos, alimentos del alma

Bienvenida sea la recuperada iniciativa foral de primar económicamente la adquisición de saberes, pensamientos y emociones

Lunes, 21 de diciembre 2020, 03:59

No será el firmante de esta columna el ultramontano que maldiga a los 'paniaguados' de la bohemia intelectual. Seguro que les reverbera el soniquete de la expresión entrecomillada con la que denigrar a los productores de bienes inmateriales que reivindican su derecho a no perecer ... en el intento. Años hace -y lamento referirme a tiempos tan pretéritos- en los que ensalcé por escrito aquella iniciativa institucional, más o menos coincidente en el tiempo con el período navideño, que premiaba el consumo de cuanto nutre el alma más que alimentar el cuerpo. Me refiero a los bonos culturales de la Diputación por los que cada compra de literatura, música, cine, teatro o visitas a museos llevaba aparejada su bonificación. Cada loca y cuerdo con su tema o viceversa, no sea que me caigan calificativos 'de género' en forma de punta. Servidor aprovechaba para incrementar una biblioteca que no hay hijo de Cervantes capaz de ordenar de una manera digna con volúmenes repartidos en primera y hasta segunda línea de balda. Bendito caos, musito mientras miro los apilamientos irredentos.

Publicidad

El caso es que tras varios años de barbecho en los que cada quien se pagaba su ronda de saberes, pensamientos y emociones por su cuenta y hasta riesgo sin una de las múltiples manos gubernamentales, la Diputación ha decidido resucitar este particular juego de 'rompe y rasga' con el que nadie pierde y todos ganan. Desde esta semana pasada y hasta la última fecha de mayo retornan a la vida los bonos culturales. Una iniciativa que las mentes inquietas aplaudieron en su momento y que quedó sin motivos para la ovación durante unos cuantos ejercicios. Entonces había que apresurarse para comprar los incentivos antes de que fuera tarde y se agotaran. Ahora va usted, amable lectora o fiel seguidor, a uno de los cuarenta y cinco establecimientos de referencia -la mayoría en Vitoria por la macrocefalia capitalina dentro de Álava y otros repartidos por la geografía provincial-, elige el producto y cuando se acerca a la caja encuentra la recompensa en forma de descuento.

Sin duda, una política de beneficios extendidos. Para los consumidores que algo se ahorran o más adquieren por el precio pensado. Y a favor de quienes dispensan aquello que caldea los ánimos en vez de suministrar líquidos o sólidos que pasar por el tobogán descendente del esófago. Habituados a las reclusiones domiciliarias por imperativo social y al ejercicio de la introspección que sucede a la mermada -y entendible- libertad de movimientos por un beneficio común y mayor, el personal ha redescubierto el placer casi onanista de la lectura y la visión de producciones audiovisuales dentro de un escaparate virtual -plataformas los llaman ahora- casi inabarcable. Dentro de la oferta foralmente primada se enumeran literatura, CD's, instrumentos musicales, visitas a museos y presencia física en cines y teatros.

La recuperada ayuda institucional a la cultura, otro de los múltiples sectores aquejados económicamente por el mal de la pandemia, después de años en lamentable barbecho expandirá casi 4.600 bonos por 55.000 euros de dinero público para consumir a lo largo de medio año escaso. Una medida de tiempo que nos parece hasta corta según la abusiva presencia del 'bicho' dentro de la sociedad. La Diputación, en uno de esos arranques de 'discriminación positiva' -perífrasis contradictoria por cuanto la primera palabra, tomada aparte, resulta negativa en sí misma- favorece especialmente las compras de artículos o servicios en euskera. Una especie de 2x1 (pague veinte y llévese por valor de cuarenta) que en castellano se reduce a 1,5 de premio por unidad.

Publicidad

Destaca que el Palacio de la Provincia excluye los videojuegos de su amplia oferta. Quiero entender, por encima de cualquier otra consideración, para favorecer el empeño intelectual más o menos clásico de la ciudadanía. Y tal vez con el fin de prevenir recreaciones lúdicas de esta maldita pandemia que hace un año mirábamos con los prismáticos de largo alcance que apuntaban a China. Hasta que el virus voló a Italia y… El resto ya lo sabemos por la fuerza inclemente de los hechos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad