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El ómicron está poniendo contra las cuerdas a las residencias de Álava. Las cinco primeras olas se cebaron con sus usuarios -con 200 muertos y un millar de contagios- y esta sexta está dejando en cuadro a sus plantillas. Las bajas se han multiplicado en ... las últimas semanas entre positivos y gente que se considera contacto estrecho. Así, los responsables del Instituto de Bienestar Social de la Diputación (IFBS), que gestiona directamente 17 geriátricos y centros de atención diurna en el territorio histórico, admiten a EL CORREO que «nunca antes en toda la pandemia había sido tan difícil cubrir bajas».
Esa falta de efectivos ha obligado a que la Administración foral excepcionalmente contrate a gerocultores -personas con un certificado de profesionalidad en atención sociosanitaria- para cubrir los puestos de auxiliares de enfermería. Además, se compensará al personal propio que cubra estos turnos y podrán retrasar sus libranzas hasta el mes de mayo.
«Está siendo problemático encontrar gente para sustituciones por la explosividad de los contagios y la cantidad de contactos estrechos», admiten las mismas fuentes. Los datos de hace una semana indicaban que había 59 personas de baja, un 2,5% de las plantillas que suman los centros públicos y privados. Pero todo apunta a que desde entonces esta cifra se ha podido disparar de la misma manera que ha sucedido con el resto de la sociedad. Pese a ese nivel de afección, los responsables forales en ningún caso prevén limitar la actividad en los centros de mayores y gente con discapacidad.
La explosividad del virus, la Navidad, las vacaciones acumuladas y los estrictos protocolos de aislamiento mantienen al límite a las residencias alavesas que, al menos, el pasado viernes respiraron cuando el Gobierno vasco relajó algunas restricciones. Y es que, hasta entonces, se les obligaba a permanecer diez días de baja aun siendo negativos por PCR, mientras que ahora pueden volver al tajo si los test certifican que no es positivo, como sucede con cualquier otro profesional.
Si el sector público está sufriendo serios aprietos para cubrir las bajas, la situación en los geriátricos privados es aún más complicada. Desde el 24 de diciembre se está observando un «chaparrón» de bajas, coinciden varios directores de residencias que desesperadamente buscan personas para cubrir esos huecos. «La mayoría de las bajas corresponden a contactos estrechos y no gente contagiada», afirma Josu Alda, director de los tres centros que el grupo Albertia tiene en Vitoria.
Por otra parte, el Ayuntamiento confirmó que el brote de la residencia San Prudencio se ha reducido a un solo afectado después de que cuatro hayan dado negativo.
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