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Un dèjá vu. Dos días después de que los bomberos tuviesen que acceder a su vivienda para sofocar un incendio, el jueves los servicios de rescate tuvieron que volver a actuar. En aquella ocasión, el origen fue un rayo que cayó sobre el número 18 ... de la calle Reyes de Navarra, en el barrio de Zaramaga. Tras descender por la antena de televisión, la descarga provocó que la lavadora prendiese fuego y calcinase parte de la cocina. Ahora, las llamas se han desatado en el frigorífico durante las labores de comprobación de daños. «Otra vez», se lamenta Raúl Montero, propietario del inmueble.
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La pesadilla para este vecino no parece tener fin. «Según tuve conocimiento de los desperfectos ocasionados por la tormenta me puse en contacto con el seguro. El jueves vinieron unos técnicos para revisar la instalación y hacer balance». Sin embargo, fue durante estas maniobras cuando se produjo otro cortocircuito. «Comenzaron a comprobar la potencia del electrodoméstico y empezó a salir humo. Y cada vez más humo. Tuvimos que apagarla a todo correr y sacar todo fuera. El horno también se vio afectado», explica a este periódico.
Además de la rápida actuación de los bomberos para sofocar las llamas y ventilar esta dependencia de la casa, hasta el lugar también se desplazaron varias ambulancias. «Se ofrece una primera asistencia sanitaria a la persona titular de la vivienda y a las dos personas trabajadoras de la empresa de electricidad ya que han inhalado productos de combustión», apuntan fuentes municipales.
De esta manera, amplía el listado de desperfectos provocados por la tormenta eléctrica que el martes azotó Vitoria «con truenos como bombas». En aquella ocasión, además de la lavadora, el fuego también afectó a la caldera y tizno la cocina de negro. «Olía todo a quemado. Somos 24 vecinos en la comunidad y me ha tocado a mí la peor parte», se lamenta.
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La mala suerte se ha cebado con este propietario. «Somos 24 vecinos en la comunidad y me ha tocado a mí la peor parte. Hay otro residente también con algún daño, pero no de esta magnitud», comenta, mientras incide en «el fuerte olor a quemado». Las paredes, teñidas de negro, confirman lo evidente. No se despega del móvil mientras hace balance de los daños. «Ahora tengo que llamar al seguro para cubrir los desperfectos».
En la comunidad aún tratan de recomponerse del «tremendo susto». Fueron muchos los vitorianos que siguieron desde sus ventanas la intensa cortina de agua que cayó sobre la ciudad y los rayos que alumbraron la noche. «Los truenos sonaban como bombas. La peor parte nos tocó a nosotros, que un rayo se coló por la antena de televisión», confiesan vecinos de esta comunidad.
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