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El concepto de vecindad, desde una perspectiva antropológica, supera la mera relación de cercanía física entre residentes de un espacio urbano para centrarse en analizar cómo esa construcción social y cultural, que regula normativamente la vida de una comunidad, consigue mantener los equilibrios necesarios para ... el bienestar de esta y sus habitantes. Un concepto en el que interactúan factores como familia, crianza, educación, sanidad, arquitectura, religiosidad, política, producción, sostenibilidad o economía; algo que reivindicó un reconocido grupo de expertos en urbanismo en 2006 con su 'Manifiesto por una nueva cultura del territorio' que consideraba que «la urbanización repercute en la calidad de vida de los ciudadanos y comporta efectos sobre el equilibrio del sistema financiero y la actividad económica».
Como vemos, la construcción de un nuevo barrio no es ya sólo una cuestión de materiales y edificación, sino que ha de contemplar otras aportaciones. Este concepto amplio de urbanismo está detrás de muchos de los éxitos de nuestra ciudad y, también, sin duda, de algunos de sus fracasos. Vitoria-Gasteiz consiguió el título Green Capital en 2012. Ha pasado una década ya y debe abrirse un debate sobre lo realizado en este periodo histórico, algo que exige reflexión, análisis, conclusiones y, fundamental, planes de corrección y mejora de cara al futuro. Una configuración urbanística como la de la 'almendra medieval', con calles estrechas, facilita las relaciones de cercanía y el comercio de proximidad, pero presenta otros déficits como las dificultades de accesibilidad, la hostelería masificada o la falta de garajes. El Ensanche vitoriano ha ejercido como centro y motor económico de la ciudad durante siglos, por ello causa una tristeza infinita ver como comercios centenarios (recomiendo el libro 'De toda la vida', de J. R. Aguirrezabal), cierran sus puertas mientras la vida social languidece por esas calles que esperan el soterramiento del ferrocarril. Nuevas configuraciones urbanas en los últimos sectores de Lakua, así como en Zabalgana y Salburua, han facilitado amplias avenidas y parques, pero también han reducido las relaciones vecinales cálidas. Barrios jóvenes, como es el caso de Goikolarra, se crean también entre ese concepto de ruralización del mundo urbano y urbanización del mundo rural que definiera el antropólogo Josetxu Martínez Montoya. Rodeados de naturaleza y mirando a Olárizu y los Montes de Vitoria resulta un sector muy atractivo. Aun así, será necesario calibrar si los edificios, ahora en forma de urbanización cerrada, carentes de lonjas o locales comerciales, favorecen la pequeña actividad comercial de proximidad o más bien obligarán a los residentes a desplazarse a los grandes centros comerciales, esos nuevos templos de la posmodernidad que generan relaciones efímeras, pero poco sólidas.
Muchos interrogantes, mucho trabajo y una labor que, si bien corresponde a la administración municipal, debe ser acompañada de una necesaria colaboración interdisciplinar. Pues, como dice el profesor de la Complutense Oscar Salguero, «se ha de favorecer una vecindad enriquecedora y se debe impedir que se ponga en una situación crítica la esencia de los barrios que aportan vecindad. Una amenaza reconocida y en proceso de confrontación por una vecindad organizada que no solo quiere padecer el problema sino contribuir a su solución».
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