Con un intenso flujo circulatorio de cerca de 40.000 vehículos diarios, el nudo de Armiñón constituye uno de los puntos más críticos de la red viaria alavesa. Colas kilométricas de coches, que se forman sobre todo con cada 'operación salida', colapsan este punto donde ... se unen la autovía A-1 y la AP-1. Desde el fin del peaje en la antigua autopista, liberalizada a finales de 2018, el tráfico en el estratégico enclave se disparó «un 37%», según las estimaciones del ministerio de Transportes. El Gobierno central traspasó entonces la titularidad del tramo alavés -de 6 kilómetros- primero al Ejecutivo autonómico y después éste a la Diputación foral. En el marco de las actuaciones acordadas dentro de ese cambio de manos, entre las dos administraciones (la central y la foral) han financiado y llevado a cabo conjuntamente mejoras y adecuaciones en el enlace desde que se levantaron las barreras, pero a modo de solución «transitoria». Ahora se va a proceder a poner en marcha la obra «definitiva», que acabará con el colapso circulatorio de la conexión. Según ha podido saber EL CORREO, el primer paso se dará próximamente, con un convenio consensuado entre las dos instituciones que recogerá los compromisos que deberá asumir cada administración y que se prevé firmar próximamente. Los trámites preceptivos para la firma por parte del Ejecutivo de Madrid ya están en marcha y se espera que se pueda tener el convenio firmado «a finales de este año».
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La obra dotará de «mayor capacidad» a la conexión, lo que se traducirá en una ampliación de carriles que, eso sí, todavía está sin concretar. Primero habrá que hacer un proyecto que definirá la solución concreta para hacer 'crecer' al nudo de Armiñón. Con su configuración actual, el enlace se convierte en un auténtico cuello de botella. Con la intervención que se plantea ahora, la conexión se ampliará y adquirirá la forma de una «bifurcación» de autovías en el sentido a Madrid. Ese acceso, donde se pasa de golpe de tres carriles a uno, deberá sumar más viales para poder absorber los embotellamientos. En la parte que va en dirección a Vitoria, que ya se desdobló pasando a dos carriles a modo de solución transitoria, se pretende convertir en una «confluencia».
Será una importante remodelación a la que el MITMA (Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana) dedicará 16 millones de euros. En el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2022 ya está prevista una dotación acorde a las previsiones del convenio. El ente foral, titular de la vía, será el encargado de ejecutarla. Ese reparto de funciones es lo que se plasmará en el acuerdo que rubricarán el Ejecutivo central y el foral. Se recogerá el compromiso del ministerio de asumir la financiación de la reforma, incluyendo el coste de las expropiaciones de terreno necesarias, mientras que la Diputación se comprometerá a redactar y aprobar los proyectos, llevar a cabo dichas expropiaciones y contratar y ejecutar la totalidad de las obras.
El plan para poner fin a las colas de vehículos en Armiñón aún deberá superar varios trámites hasta que pueda iniciarse. Lo primero será sellar el acuerdo interinstitucional. En un siguiente paso se procederá a licitar y contratar la redacción de los proyectos donde se concretará la solución para el enclave. Habrá que definir los terrenos afectados para realizar las expropiaciones y después licitar las obras. Todo ello llevará varios meses de plazo.
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Esta obra «definitiva» para ampliar y mejorar las conexiones y desatascar el tráfico en Armiñón va «en consonancia con la reorientación en la política de carreteras» iniciada en estos años desde el ministerio de Transportes del Gobierno de Sánchez. «Se busca principalmente la mejora de la conservación de la red en servicio, así como la de la movilidad de los ciudadanos mediante una gestión más eficiente de los recursos disponibles», reseñan. Esta obra forma parte de los compromisos «logrados fruto de la negociación de la Diputación con el Gobierno», destaca el departamento foral de Infraestructuras Viarias y Movilidad. Las anteriores actuaciones consistieron en despejar la playa de peajes y adecuar un tramo, y desdoblar el carril de salida a Vitoria, con una inversión de unos 5 millones.
El Gobierno de Pedro Sánchez trabaja para implantar un mecanismo de pago por el uso de las vías de alta capacidad, como son las autovías. Un peaje, un pago por uso, con el que se quiere cubrir el altísimo gasto de mantenimiento que suponen las carreteras para las arcas públicas. «Y es que nadie discute que cuando cogemos el tren pagamos un canon por el uso de la infraestructura y en el billete del barco se incluyen parte de las tasas portunarias», defendió el 'número tres' del Ministerio de Fomento, Sergio Vázquez Torrón, ayer en la ponencia de las Juntas Generales de Álava que estudia esta cuestión por ser la administración responsable de la red de infraestructuras viarias.
Unas tarifas que, según apuntó el secretario general de Infraestructuras, serán «mucho más blandas» que las que ahora mismo existen en los peajes de las autopistas. Será un modelo diferente. Pero el dinero recaudado irá directamente a cubrir las labores de mantenimiento de las vías y que ahora mismo, como quedará plasmado en los próximos presupuestos generales del Estado, ascienden hasta los 1.200 millones de euros anuales.
«Si dejas de conservar durante unos años la red estás provocando que en el futuro las necesidades de inversión sean exponencialmente mayores», advirtió este economista que ha trabajado en Fomento (el ahora llamado Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana) bajo el mandato de los socialistas José Blanco, José Luis Ábalos y Raquel Sánchez, su actual titular.
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