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Año Nuevo a miles de kilómetros de las raíces

Año Nuevo a miles de kilómetros de las raíces

Alaveses de ocho nacionalidades celebran el fin de año adoptando la costumbre de las uvas pero sin olvidar las tradiciones de sus países

Sábado, 31 de diciembre 2022, 00:30

Da igual el país del mundo o la condición social, cambiar de año siempre tiene algo mágico. Es un momento que se vive con ilusión y que se celebra de maneras muy distintas a lo largo y ancho del planeta. Muchos regresan a su lugar de origen y otros festejan el cambio de almanaque lejos de la tierra en la que nacieron. Es el caso de los casi 33.000 extranjeros que viven en Álava. ELCORREOha hablado con ocho. En su mayor parte se han sumado a la costumbre de las 12 uvas pero sin olvidar esos pequeños ritos propios de otros lares. Hay para todos los gustos.

Orietta Valladolid | Chile

Orietta llegó a Barcelona en 2006; en 2012 se instaló en La Rioja y, «por amor» se trasladó a Salvatierra dónde vive desde hace casi siete años. De su Chile se ha traído varias tradiciones asociadas a las celebraciones de fin de año. «Siempre tomamos tres cucharadas pequeñas de lentejas, una para la salud, otra para el dinero y otra para el amor». Eso sí, «son solo lentejas cocinas sin verdura ni chorizo», apunta divertida. Las 12 uvas no faltan, ni la tradición de llevar ropa interior... ¿amarilla? «Sí ese es el color que en mi país simboliza la riqueza». Además en la mesa no deben faltar una jarra de agua y un plato con fruta. «No son para cenar, sino para que ni la bebida ni la comida falten en el nuevo año».

Manoj Dhungana | Nepal

«Cenamos platos de aquí y también de nuestro país»

Afincado en Vitoria junto a su mujer, Ashma, desde hace cuatro años –antes había vivido una década en Ordizia– regenta el bar Triskari. En su país no se celebra la Navidad, pero sí el Año Nuevo de manera muy parecida a cómo se hace por estos lares. «Es una noche para celebrar y reunirse con la familia y los amigos». No hay campanadas ni uvas, pero sí una cuenta atrás que hasta que «empezó a retransmitirse por televisión se hacia en cada casa». Tras ella, «se brinda y se sigue la celebración». Desde que vive en la capital alavesa, Manoj ha sustituido todo eso por una reunión con amigos en su bar y una fiesta posterior con música y bailes. En la mesa no faltan los platos de su tierra y en especial los 'momos', similares a las gyozas pero con otro relleno. «Ponemos platos de allí y de aquí, tomamos las uvas y lo celebramos juntos como cualquier grupo de amigos vascos».

Lina L. Londoño y Dina Cozby | Colombia

«Nos reunimos y pasamos toda la noche juntos»

Lina Lissete Londoño (izquierda) y Dina Cozby con su marido y sus hijos.

«El 31 de diciembre hacemos casi todo como aquí pero de una forma más familiar», cuenta Lina Lisette Londoño. Desde que su clan se asentó en Vitoria, hace una década, se reúnen «unos 15 o 20 y tras la cena nos quedamos celebrando juntos. No salimos». Dina Cozbi, por su parte, hace hueco en la mesa, que comparte con los suyos, «a alguna amistad que esté sola esta noche». En su menú no falta un rollo de carne con salsa típico en Colombia y justo antes de que cambie el año «brindamos y rezamos una oración. Luego unos tomamos las uvas y otros lloran porque los colombianos somos muy emotivos y lloramos por todo, también por el año que se va». Luego no faltan las canciones, los bailes o los juegos de mesa, tampoco otra tradición muy colombiana en estas fechas: tanto en Nochebuena como en Nochevieja hay que estrenar ropa. «Da igual que se celebre en casa y no se salga de fiesta. Hay por ponerse cosas nuevas», asegura.

Nieldy y Devorah Nascimento | Brasil

«En Navidad los brasileños le ponemos uvas pasas a todo»

Blanca Castillo

Instalada en Vitoria desde hace 16 años, Nieldy recordará el 2022 como el año en el que pudo poner en marcha su sueño de tener un negocio propio. Hace pocos meses, junto a su hermana, abrió Flora Vermutería, el local en el que celebrarán la parte más festiva de la Nochevieja, la que se pasa con amigos. En su país natal, donde en estas fechas es verano, la nueva tanda de doce meses se recibe con una barbacoa con amigos y familiares al aire libre. También con uvas, pero no de las de las suerte, sino pasas. «En estas fechas los brasileños las ponemos en todo, y eso incluye, por ejemplo, el arroz», confirma. Esa parte de la tradición sí la pone en práctica en su nuevo hogar, «lo de la barbacoa al aire libre, en Vitoria, en invierno, no es buena idea». «La cena la hacemos en familia. Parejas, hijos... Luego es cuando nos reunimos con los colegas de fiesta. Hasta ahora íbamos a bares, pero esta vez tenemos el nuestro propio y aquí los hemos citado a todos». Al modo brasileño, muchos elegirán el color de la ropa interior en función de lo que deseen para el 2023. «Blanca para atraer la paz; amarilla, para el dinero y roja para alcanzar el amor».

Peter Cacaj | Albania

«Me están entrando muchas ganas de baklava»

H. Rodríguez

Peter Cacaj nació en Albania, pero tras 20 años en la capital alavesa se siente «vitoriano al 100%». Aquí ha creado una familia y puesto en marcha su negocio, una panadería franquiciada de La Vitoriana. Reconoce que tanto tiempo lejos de su país le ha hecho abandonar un poco las costumbres navideñas de allí, aunque matiza que en realidad «tampoco es que sean muy distintas». «Allí la mayoría de la población es musulmana, un 70% casi, y el resto celebra la Navidad y la Nochevieja de manera muy parecida a como se hace aquí», cuenta. Eso sí, en Albania sin campanadas, ni cuartos, ni las doce frutas redonditas. «Cuando ya han dado las doce se brinda». Y aunque Peter ha adoptado hasta a Olentzero recuerda con ojos golosos el postre típico navideño albanés, el baklava. «Me están entrando unas ganas de comerlo. Quizás lo haga...».

Dwayne Doersam | Canadá

«La Nochevieja canadiense es más informal que la de aquí»

Hace seis años que el canadienses Dwayne Doersam llegó a Vitoria, donde tiene junto con otra socia una academia de inglés. Ya lleva unas cuantas Nocheviejas en la ciudad y como muchos, despedirá el 2022 en casa de unos amigos. Se esfuerza en recordar alguna costumbre típica de Canadá para esta noche, pero no da con ninguna. «Allí es más informal que aquí. No nos sentamos a la mesa. Nos reunimos con familia y amigos y cenamos pero platos menos formales que los de aquí. Cada comensal lleva algo y luego se comparte. También vemos en la tele «el tradicional programa, aunque allí no hay campanadas ni uvas». Luego «nos vamos a alguna fiesta...como aquí».

Tania y Oksana | Ucrania

«Es tradición brindar y perdir un deseo»

Oksana y Tania junto a Yaroslav y las pequeñas Mariia y Erika. Blanca Castillo

Ucrania ha sido, muy a su pesar, uno de los países del año. La invasión rusa ha roto vidas y separado familias que ahora tienen que celebrar el cambio de año lejos de los suyos y con el corazón encogido. Okasana llegó a Vitoria hace 4 años y su plan para esta Nochevieja era pasarla con sus padres y hermanos en Lusk, la ciudad fronteriza con Polonia de la que es originaria. Vive en la capital alavesa con su marido y sus dos hijos:Yaroslav, de 14 años, y Mariia, que cumplirá nueve el próximo 9 de enero. Han adoptado la tradición de las uvas y entrarán en 2023 en casa de unos amigos. Cocinarán juntos y a eso de las 23.00 horas, las 00.00 en Ucrania, harán videollamada con sus familiares . «Yo quiero hablar antes con los abuelos y la tía», urge la pequeña. «Les echa mucho de menos», aclara su madre. Como el muchacho que, aunque muy integrado en Vitoria, echa mucho de menos estar con sus amigos de Lusk. De la misma ciudad llegaron hace seis meses Tania y sus tres hijas. Es madre de otros cuatro chicos, pero al ser todos mayores edad no pudieron salir de Ucrania. Las cuatro mujeres, refugiadas en un país que Tania siempre quiso conocer, estrenarán esta noche la costumbre de las uvas de la suerte. «Mi profesor de español me ha dicho que las compre sin pepitas», cuenta sonriente. En su caso, celebrarán el cambio de año en casa «con una amiga y su hija, también refugiadas» y llamarán a sus parientes. Habrá lágrimas y el tradicional brindis tras el que formularán un deseo, como es costumbre ucraniana. Preguntarles cuál va a ser el suyo parece incluso de mal gusto. Paz.

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