Borja Mallo
Viernes, 31 de enero 2025, 00:40
En Vitoria hay en la actualidad 194 licencias de taxi, pero encontrar uno libre en las noches de fiesta se ha convertido en una tarea complicada. Cada vez son más los usuarios que llegan a desesperarse con las esperas o la imposibilidad de contar ... con un vehículo de vuelta a casa. Muchos de estos profesionales del volante, que son autónomos y tienen libertad total para elegir su horario laboral, prefieren no trabajar de noche, sobre todo cuando hay mucha jarana en la calle. La actitud de algunos pasajeros y los problemas asociados al consumo de alcohol se han acentuado desde la pandemia lo que ha conducido a numerosos profesionales a no coger su vehículo esos días señalados en el calendario fiestero de la ciudad. Ni las dos asociaciones del gremio ni el Ayuntamiento ofrecen datos concretos sobre el servicio nocturno pero los diversos profesionales consultados coinciden en que cada vez son menos los profesionales que deciden subirse a su vehículo para afrontar «esas noches de riesgo». La tendencia parece imparable desde la pandemia.
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Como siempre en estos casos, la actitud de unos pocos va en detrimento de la mayoría. Los taxistas consultados por este periódico, y que prefieren mantener su identidad en el anonimato, hablan de «un comportamiento general correcto», pero también señalan que con la vuelta a la normalidad después de las sucesivas 'cuarentenas' por el covid «los incidentes se han incrementado».
Insultos, actitudes agresivas, amenazas, vomitonas y carreras impagadas componen el catálogo de quejas del sector. Denuncian que estos comportamientos, asociados en muchos casos al consumo excesivo de alcohol y otras sustancias, no se limitan ya exclusivamente a la madrugada. «Después del coronavirus los hábitos han cambiado y la gente sale cada vez más pronto. Ahora no es extraño que se monte alguien que no está en condiciones a las siete u ocho de la tarde», relatan.
Se sale más y durante más horas. Y no en todos los casos se asimila de la mejor manera. «No hay razón para que aguantemos insultos u otro tipo de actitudes, pero hay cosas peores. Por ejemplo, si alguien te vomita en el coche esa jornada de trabajo ya la has perdido porque te tienes que ir a casa... y encima limpiarlo tiene un coste».
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También hay quienes infligen daños al vehículo, lo que supone un coste añadido para unos taxistas que tampoco lo tienen fácil con las aseguradoras. «Las primas se nos están yendo por encima de los 4.000 euros por un seguro a terceros. A todo riesgo ya... y si encima luego te pasa algo...», denunciaban en la concentración de protesta del pasado miércoles.
Y eso no es lo peor. «Se producen impagos de gente que te abre la puerta y sale corriendo del coche. Pero es que hasta hemos recibido amenazas por parte de jóvenes que dicen que se van a ir sin pagar y que si hacemos algo nos denuncian por acoso o tocamientos», explican trabajadores de un sector que inciden en que «cada vez hay más faltas de respeto y a cualquier hora, no solo de madrugada».
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La paciencia de los clientes tampoco abunda en algunos casos. «Hay tramos horarios muy complicados, sobre todo cuando ya no hay autobuses, ya sea entre el final del servicio diario y el inicio del gautxori o cuando concluye este bus nocturno». Son momentos de mucha demanda y no siempre la calma es una cualidad que caracteriza a quienes están esperando un vehículo. «A veces vas al médico y tienes que esperar aunque vayas con una hora fijada, pues aquí es lógico que llames y no tengas en un minuto el taxi».
Borja Musons, presidente de la Federación Vasca de Taxis, es consciente de los problemas que se producen en esos picos de demanda, pero señala que este servicio «no puede ser solo una alternativa cuando el transporte público desaparece». «El taxista no puede vivir de una hora al día que no hay autobuses ni tampoco de personas que solo cogen un servicio al año».
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Dicho esto, Musons tiene claro que hay que buscar soluciones que animen a más taxistas a coger sus vehículos en las noches de fiesta. Y una de ellas pasaría, a su juicio, por penalizar con mayor dureza a los infractores para que se lo piensen dos veces antes de irse sin pagar o provocar un daño.
«Debería producirse un endurecimiento de las sanciones para los impagos o los daños al vehículo. Ahora, lo que tiene que hacer el infractor es pagar la carrera o abonar el coste de la reparación, pero nada más. Si te vomitan el coche, te pagan la limpieza; pero nadie te compensa esa noche sin trabajar. Deberían imponerse sanciones y que las cobre la Administración, pero que el coste de hacer algo mal no sea tan bajo», plantea.
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Para tratar de reforzar su seguridad, además de la instalación de mamparas que les pongan a salvo de agresiones, desde el pasado mes de octubre muchos taxistas de la ciudad han ido colocando en sus vehículos cámaras de seguridad, asumiendo también ese coste.
Se trata de una medida en la que el sector venía trabajando desde hacía dos años. Los dipositivos no toman imágenes de manera continuada. Son los conductores los que activan una especie de 'botón del pánico' para que comience la grabación y se pueda utilizar como prueba en la denuncia policial en caso de que el usuario cometa una infracción.
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Las quejas de la ciudadanía por las dificultades para disponer de un servicio de taxi durante las noches de fiesta y los problemas que los profesionales del sector encuentran para desarrollar su trabajo con la tranquilidad necesaria esos días por los incidentes que a veces se producen no son desconocidas para el Ayuntamiento de Vitoria. Por ello, la nueva concejala de Tráfico, Beatriz Artolazabal, se marca como objetivo prioritario intentar «encontrar un equilibrio entre las necesidades de la ciudadanía y las condiciones de trabajo del sector, con el objetivo de ofrecer un servicio seguro, accesible y eficiente para todos».
Por una parte, la jeltzale Artolazabal se reunirá en breve con los profesionales del sector para conocer su situación de primera mano y tratar de buscar soluciones por esa parte.
«Mi compromiso es abordar esta situación de manera prioritaria. Por ello, en los próximos días me reuniré con el sector del taxi para escuchar sus preocupaciones, analizar el contexto y buscar conjuntamente soluciones efectivas. Somos conscientes de los riesgos que enfrentan los y las taxistas durante las noches. Estas son cuestiones que debemos entender y abordar con sensibilidad, pero recordando que el taxi es un servicio público esencial y que garantizar su disponibilidad, especialmente en horarios nocturnos, es fundamental para la movilidad de la ciudad y para el bienestar de nuestros vecinos y vecinas», asegura.
Y es que, la concejala de Tráfico conoce también de primera mano «la preocupación que existe entre la ciudadanía por las dificultades que hay en las noches de los fines de semana para encontrar un servicio de taxi». Un problema que afecta «a muchas personas, especialmente jóvenes, que necesitan desplazarse en estas franjas horarias y no siempre encuentran la disponibilidad deseada» y que considera como «un problema real que merece toda nuestra atención».
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