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Patxi Zubizarreta | Escritor
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Patxi Zubizarreta | Escritor
«Por la noche, leía las historias a mis hijos: si se dormían, mala señal»Resulta casi irónico que un autor tan lúcido como Patxi Zubizarreta confiese no haber despertado del «sueño». Un día después de ser reconocido con el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2023 por 'Zerria' (Erein), explica que «he sido finalista en varias ocasiones y ... esperaba lo mismo ahora. A nivel anímico es reconfortante porque a veces la vida cotidiana es más gris de lo que uno puede suponer para los que creamos, para los que intentamos hacer algo diferente». Y no sólo eso. El escritor de Vitoria recibirá 30.000 euros, algo que confiesa desconocía con exactitud, «acostumbrado a recibir un irrisorio 10% de cada libro. Estoy levitando».
El escritor de Vitoria recibió la comunicación del Ministerio de Cultura poco después de regresar de Gdansk (Polonia), donde se acaba de publicar 'Usoa – dziewczynka, która przyleciała' ('Usoa, llegaste por el aire', en torno a la adopción ilegal de una niña africana). «Los premios son de muchos tipos y en este caso es un trampolín para que la lengua en que escribo y el mundo que he creado se puedan escuchar también en otras lenguas. Es lo que reivindicamos desde la cultura: no sólo que se escuchen unas pocas palabras en euskera en el Congreso, sino que sea algo más cotidiano».
Zubizarreta retrocede en el tiempo, hasta una época en que algo que ahora se ve como «especial» era «más habitual». Ejemplo: «Un editor de Anaya, Antonio Ventura, que publicaba a la vez nuestras obras en euskera, en castellano, en gallego y en catalán. Eso sí me parece que significa de verdad interesarse por el otro».
De hecho, si el lenguaje es esencial en cualquier pieza de Patxi Zubizarreta, en 'Zerria' lo es en más de un sentido. Escrita en euskera, la novela ya había sido reconocida con el XL premio Lizardi. Pero en esta última convocatoria «tuvimos que hacer un esfuerzo para que el jurado pudiera leerla». Fue traducida por el autor y «se maquetó en PDF como si se fuera a imprimir, para que pudieran contrastarla con las ilustraciones de Antton Olariaga, que son maravillosas. Se trataba de que pudieran acercarse a lo que hemos querido expresar con la obra».
La historia de 'Zerria' parte de un hallazgo macabro y contiene misterio. Pero su autor no la encuadra en un género literario «porque tiene algo de poesía pero también es una historia muy dramática, tiene su origen en un infanticidio. El dibujante Asisko Urmeneta me cuenta que en su pueblo, en la Baja Navarra, una familia de campesinos tenía a su niño en la cuna, en la cocina. Un cerdo se escapa, vuelca la cuna y se come en parte al bebé, que muere», refiere el novelista y apunta que el hermano del antoropólogo Barandiaran murió de la misma forma.
«Es algo truculento, pero he querido darle la vuelta: criticar el mundo en que vivimos, reflejar en el espejo nuestra parte más oscura. Se dice 'Homo homini lupus-el hombre es un lobo para el hombre'. En este caso, es un cerdo. Y lo hemos titulado 'Porcus' en castellano, porque creo que recoge bien el espíritu del libro», apunta Zubizarreta, quien «no quería que fuera algo complaciente, al estilo de Walt Disney, con el que a veces se relacionan los relatos infantiles. La buena literatura necesita azúcar porque la vida a veces es gozosa, pero también precisa sal. Y en este caso hay mucha sal».
Desde luego, entre los condimentos hay muchas cosas, pero no cabe la complacencia. Y sí muchas capas, donde la superior es el hallazgo por una glacióloga de dos cuerpos humanos y un esqueleto de oso al derretirse el hielo. En el fondo, «es como un cuento tradicional, con bosque y fieras. Como decían los franceses, en la hora del atardecer, el animal que viene puede ser un perro o un lobo».
«Siempre me ha gustado la imagen de alguien que te susurra una historia al oído. Y, de hecho, lo he llevado a cabo en casa», confiesa Zubizarreta. Añade que «cuando escribía obras infantiles, sobre todo, se las leía por la noche a mis hijos. Si se dormían, mala señal. Eso era que no conectaban», expresa este escritor lleno de inquietudes diversas.
Como meterse en la piel de otro autor, para traducirle y construir su obra con otras palabras. «Para mí una traducción es acercarse al espíritu de lo que ha querido crear otra persona. En los mejores sentidos, porque es una lección de literatura, y también en los peores. Cuando uno se pone a traducir a Naguib Mahfuz, a Abdela Taia o incluso 'El Principito' de Saint-Exupéry, se fija uno también en los errores o faltas que tiene el libro». Zubizarreta analiza que «seguramente, la inteligencia artificial pueda hacer muy buenas traducciones pero nunca va a llegar a ese mundo secreto que todos llevamos dentro».
Y valora como otra manera de crear esa «especie de reflejo, un espejo literario en euskera. Con el motor en marcha, una relación muy íntima con el lenguaje. La traducción me ayuda a sentirme vivo, a que no se seque la tinta de mi pluma».
Esto último es más cierto que nunca en el caso de Patxi Zubizarreta, cuyos escritos son de puño y letra. Además, tratando con cuidado la caligrafía, con papel y tinta especiales. Antes de pasarlo al ordenador, «corrijo el original con lápiz». Literatura criada con mimo.
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