Los niños y mujeres de Kurdistán reconocen la labor de Músicos Sin Fronteras

La guerra y la barbarie en Irak y en Siria han golpeado fuerte a la población. Pero si uno es kurdo, le golpean hasta dos veces más. Y Músicos Sin Fronteras ha estado ahí, para ayudar a que los niños tengan una formación y un oficio desde la música. También para que mujeres víctimas de violadores islamistas puedan rehacerse. Ahora, el Mirzo Music Center ha mostrado su gratitud con un reconocimiento centrado en el presidente de la ONG, el alavés Jesús Mari Alegría Urtiaga, Pinttu, «por su constante apoyo, armonía y solidaridad como garante de este proyecto que avala desde su inicio, para la recuperación cultural del pueblo kurdo».

Alegría explica que «nos ha sorprendido gratamente, porque levantamos el centro y ellos mismos nos han dado como detalle ese diploma que ofrecen a los benefactores que han tenido hasta ahora esas mujeres que fueron secuestradas por el Daesh, que les destrozó la vida. Ya están dando también los primeros diplomas de enseñanza y ya han empezado a funcionar», indica Pinttu.

Agrega que durante el pasado invierno el colectivo solidario que coordina ha podido remitir «casi 100.000 euros. Una parte fue para alimentos, medicinas y ropa de abrigo y el resto, para el centro. Luego, hay una fundación de unas islas que nos ha mandado dinero para que lo enviemos nosotros, como garantes. No debemos de tener mala fama, así que nos han pedido que lo controlemos para que llegue a su destino», comenta.

Confiesa que en su organización de la capital alavesa están contentos «porque el Ayuntamiento nos ha dejado una lonja unos meses, donde estamos adecuando los instrumentos de la segunda tonelada que vamos a enviar a las mujeres de Irak. Queremos filmar una película documental, como la que hicimos y ganó numerosos premios en festivales de derechos humanos, pero que refleje más a Vitoria», matiza.

Recuerda que siguen con la Galería Talka, con la escultura 'Génesis' de Ernesto Knörr que se vende para apoyar la continuidad del centro kurdo. «Nosotros no somos de acudir a un lugar un momento y luego irnos», recalca Pinttu.