Ahora sé que a la Avenida de Olárizu muchos le decían la barriada. Pero para nosotros, para los niños de la campa, aquello era el paraíso, el fin del mundo, donde acababa Vitoria y empezaba nuestro particular edén. Yo soy una de esas niñas, raíces ... y sentimientos que ni la distancia ni el tiempo pueden borrar. Avenida de Olárizu 18, 2º derecha. El mismo portal donde Delfi, Paca, Frasca, Horencia, Josefa, Carmela, Nati, Dolores nos veían crecer. Al lado de esas fábricas donde nuestros padres (Isidoro, Villalta, Montero, Serafín, Bernardo, Antonio…) iban cada día a hacer bicicletas, cazuelas, pucheros, bañeras, paraguas y orinales. Sí, también orinales de porcelana.
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¡Cuántos recuerdos en tan pocos metros! Las carreras por la pista, las escapadas a la cruz, los patines de hierro, los juegos a la lima, las canicas, las noches viendo las estrellas que allí, en esa avenida, brillaban de forma especial.
Yo dejé hace muchos años el barrio y Vitoria. Luego lo hicieron mis padres (¡de la campa al cielo!) y luego el resto de los vecinos, 'invitados' a ir a la acera de enfrente.
Hace unos días volví a casa después de un año de confinamiento en Madrid. Fue lo primero que hice. Junto a mi hermana, nos asomamos a ver lo que quedaba de nuestra casa. Vacía, rota. No voy a negar que se me escaparon algunas lágrimas, por lo que había sido, por lo que ahora es. La habían arrancado las puertas, los muebles. Juro que oí llorar sus muros. Sin embargo, al mirar desde la calle mi ventana creí ver a mis aitas, con su sonrisa, detrás de esos geranios que sólo ellos sabían florecer. Me tiraron un beso que yo me he traído de vuelta en mi equipaje.
Puede que hayan robado las aceras y hasta las alcantarillas, pero nadie ha podido robar el corazón de un barrio que para los que allí vivimos siempre será el paraíso.
PD. Por favor, cuando paseéis por la avenida de Olárizu, cuando ya nada sea lo que fue, paraos sólo unos segundos a escuchar los ecos que aún se oyen a lo lejos: son las risas y los juegos de sus moradores que nunca abandonaron el barrio: los niños de la campa. Ojalá los nuevos vecinos sepan cuidar este edén.
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