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El nombre del historiador Nicolás Sesma (Vitoria, 1977) y el título de su libro 'Ni una, ni grande, ni libre' se repite entre las listas de recomendaciones de la crítica especializada como uno de los libros del año. «Sabía que entre los compañeros de profesión podía tener una recepción positiva, lo que no me esperaba era una gran aceptación del público ni aparecer en tantas listas», cuenta.
En esa radiografía de la dictadura, publicada por la editorial Crítica, el profesor de Historia de España en la Universidad de Grenoble (Alpes) hila acontecimientos, las lógicas de represión y desmonta la idea de que el régimen dictatorial fue un «sistema personalista, centralizado y excepcional», sino que conecta con la naturaleza del resto de regímenes fascistas y autoritarios.
- ¿Cómo surgió 'Ni una ni grande ni libre'? ¿Fue un encargo?
- Sí, la editorial Crítica me propuso escribir un libro. Al principio, me pidieron que realizara una breve historia del franquismo. Sin embargo, al recibir el encargo, decidí tomarme cierta libertad y transformarlo en algo más amplio. A medida que les entregaba los capítulos, me comentaron que no era exactamente lo que habían pedido, pero que les gustaba y me animaron a continuar por ese camino. Aproveché la oportunidad para elaborar una historia más completa sobre la dictadura, un tema que he estudiado durante más de 20 años.
- De breve historia a 760 páginas.
- Integré investigaciones previas, tanto mías como de otros expertos, que generalmente se centran en aspectos más específicos, ya sea de una región, del partido único o de algún ministerio. Mi objetivo era condensar todo ese trabajo en un solo libro.
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- En el libro aparecen personajes menos conocidos que configuran la idea de un aparato del Estado con todo tipo de estrategias de represión y propaganda.
- Quería alejarme de una visión de la dictadura que solo se centrara en Franco. Al leer sobre otras dictaduras, como las de Alemania o Italia, noté que muchos estudios se alejaban de la idea de que todo dependiera de una sola figura. Esa misma lógica quería aplicar a la dictadura española. Además, me interesan mucho los personajes secundarios, aquellos que no siempre aparecen en las fotos más visibles pero que tienen un papel crucial en la toma de decisiones. Esta perspectiva casi cinematográfica me llevó a centrarme también en esos personajes que son también fundamentales para entender la trama histórica.
- Una de las conclusiones del libro es que el franquismo no fue una excepción respecto a las dictaduras de la época.
- Exactamente. Las lógicas del franquismo son muy similares a las de otros regímenes autoritarios de esos años. Si bien el contexto cambia después de la Segunda Guerra Mundial, el franquismo conecta con otros autoritarismos contemporáneos. De hecho, en algunos aspectos, fue modelo para otras dictaduras. Por lo tanto, no se puede considerar al franquismo como una historia única, aislada o completamente diferente.
- En el libro menciona que se tiende a «minusvalorar los riesgos de la lucha antifranquista pacífica» y hace referencia a Marcelino Camacho.
- Al revisar las memorias de Marcelino Camacho, me di cuenta de que él y otros no estaban de acuerdo con una lucha solo basada en la violencia. Apostaban por una movilización sindical y de base, un trabajo más anónimo y sostenido en el tiempo, pero más profundo y efectivo.
- Comenta que el atentado contra Carrero, Blanco «consagró la imagen de ETA como encarnación de la 'vanguardia revolucionaria'», pero hizo un flaco favor a otras movilizaciones.
- Recuerdo que, hablando con veteranos y sindicalistas, uno de ellos comentaba con dureza el atentado contra Carrero Blanco, señalando que puso en riesgo a los procesados del Proceso 1001, contra sindicalistas de Comisiones Obreras. Esto mostró que ETA tenía su propia agenda, que no siempre estaba alineada con la del movimiento antifranquista. Marcelino Camacho, en sus memorias, reflexionaba sobre cómo este tipo de atentados desbarataba la imagen internacional que se había creado del juicio como un juicio contra el régimen y eclipsó la movilización real contra la dictadura.
- ¿Ha recibido críticas por este libro?
- No excesivamente. Alguna gente me ha llamado tonto o me ha cuestionado por no haber vivido la dictadura, pero en general las críticas han sido bastante razonables. He procurado que el libro sea sólido y bien documentado, sustentado en investigaciones y hechos comprobables. Sé que el trabajo del historiador está siempre sujeto a revisión. Si alguien encuentra algo incorrecto o impreciso, no tengo problema en corregirlo.
- ¿Tiene planes de continuar con un volumen sobre otro periodo, como la Transición?
- Sí, estamos considerando la posibilidad de continuar con una 'segunda temporada', centrada en la Transición. Pero quiero hacerlo con calma y dedicarle el tiempo necesario.
- En la sopla del libro se lee que es 'oscense de adopción', pero nació en Vitoria. ¿Qué lazos guarda con la capital vasca?
- Mi padre trabajaba entonces en un banco en Vitoria. Siempre le gustó mucho el norte y escogieron Vitoria para vivir. Lo que pasa es que luego les tiró volver hacia Aragón, ya que mi padre era de Zaragoza. Cuando se abrió una plaza en la oficina de Huesca pidieron el traslado.
- Presentó el libro en abril en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa junto al historiador Antonio Rivera. ¿Cómo lo recuerda?
- Fue especial sobre todo porque Antonio es un investigador fantástico. Me encantó el libro que publicó sobre el atentado contra Carrero Blanco.
- En la actualidad vive en Francia.
- Vivo en Grenoble, en los Alpes, en Francia. Mi madre era francesa, entonces tenía también la ventaja de conocer bien el idioma. Y cuando se produjo la crisis económica aquí en España, con la posibilidad de consolidarse en la universidad complicada, decidí acreditarme para la universidad francesa, me presenté a una plaza de profesor y la obtuve.
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