Da en la nariz

El acuerdo entre la capital alavesa y la gran firma sería el contrato mayor del reino en el caso de que esta ciudad-estado heredada de Cuerda fuese una monarquía. De ahí, de las cantidades que se manejan digo, la presencia en cada convocatoria y por doquier de los tiburones privados que nadan en las aguas públicas. Los que vemos en los palcos de fútbol y a los que sólo les falta mostrar el pañuelo taurino para devolver el contrato al corral. Precisamente lo que medita FCC, romper la baraja antes de concluir la partida en la Vitoria célebre por los naipes. Y participar, quizá, en el siguiente concurso con unos requisitos nuevos.

De hallar las pinzas con las que íbamos a taparnos las fosas nasales hace once meses largos recordaríamos la amenaza de huelga desde primeros de marzo. Aquella advertencia de paro se debía al despido de ocho trabajadores a cargo de una empresa escudada para ello en el absentismo laboral. De aquellos barros, nunca mejor dicho tratándose de la materia, estos lodos que ha resuelto el arbitraje del Gobierno vasco eximiendo al Ayuntamiento de los pagos pretendidos por la firma. Afortunadamente no llegó la mierda al río cuando nos jugábamos el decoro, la salubridad y los sentidos básicos de la vista y el olfato. De lo contrario nos hubiera dado en la nariz.