A lo largo del mes de agosto llegarán al colegio de los menesianos de Nanclares de Oca las primeras familias refugiadas -procedentes probablemente de Latinoamérica- que ha solicitado asilo internacional.
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El nuevo centro de acogida, que tendrá capacidad para cerca de setenta personas, se pondrá ... en marcha gracias a un acuerdo de colaboración firmado entre el Ministerio de Trabajo, Migración y Seguridad Social con el colegio que dará uso a una zona infrautilizada el edificio. De la gestión se encargará la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, CEAR, que acumula una dilatada experiencia, ya que en Álava gestiona 150 plazas similares, aunque están todas en Vitoria y el de Nanclares es el primer centro que se abre en la provincia, fuera de la capital.
Las previsiones de la responsable de CEAR Euskadi, Patricia Bárcena, son que «las primeras familias que lleguen sean de origen latino porque el mayor número de solicitudes en este momento está llegando desde Venezuela, Honduras y Colombia», aunque no descartó que puedan incorporarse familias subsaharianas o procedentes de Siria.
El de Nanclares será «un centro de primera acogida», explicó Bárcena y el tiempo de estancia, «puede variar entre uno y tres meses». Este será el periodo que necesiten para tramitar su documentación de asilo, pero también recibirán atención jurídica y psicológica porque deben hacer frente al trauma que supone salir de sus países en medio de un conflicto que les obliga a tomar esa decisión. CEAR cuenta con personal especializado en estas tareas que trabaja cuestiones como la integración en el pueblo de acogida, el aprendizaje del idioma si lo desconocen o la participación en actividades lúdicas.
La experiencia de CEAR en otras localidades ha sido muy satisfactoria tanto para quienes piden refugio como para los pueblos de acogida entre los que se encuentran Artea, Oñati, Berriz y Tolosa, donde se reparten cerca de 300 plazas.
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CEAR también cuenta con centros de media y larga estancia a donde se traslada a las familias después de realizar la primera acogida. En esta segunda fase, se les presta ayuda con el empadronamiento, la atención sanitaria y la búsqueda de empleo de manera que puedan integrarse con normalidad. «La mayoría lo consigue», explicó Bárcena, que insistió en el enriquecimiento que supone para las localidades de acogida contactar con personas procedentes de otras culturas que desean recuperar una vida libre de miedo. Destacó también la cultura de acogida que tiene Euskadi, dado el exilio ha estado presente en muchas familias vascas.
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