«La música en algunas iglesias parece invitar a la apostasía»

– ¿Qué responsabilidades conlleva ser organista de la catedral nueva?

– Acudir a las liturgias más destacadas, entre ellas los funerales. O, en estos días, la Novena de La Inmaculada. Salvo en ocasiones muy concretas, suelo tocar arriba, no en la cripta.

– ¿No es como antes?

– Los organistas tenían un montón de cosas. Cuando me pidieron que fuera organista, acepté para intentar dar cierta dignidad a la música religiosa, que la necesita. A veces, entrar en una iglesia y escuchar la música parece invitar a la apostasía... y a la melofobia, ja, ja. Se ha abandonado mucho esta música. Trato de devolverle su dignidad a través del órgano, como acompañante de los cantos litúrgicos y como instrumento solista, cuando improvisas para enlazar partes.

– ¿Se lo agradecen?

– Sí, no sólo los sacerdotes, el párroco, el deán o el obispo. También, la gente que te dice 'qué bonito'. Se trata de contribuir, de sumar.

– Hablando de sumas, ¿qué características reúne el órgano de esta catedral?

– Aquí nos encontramos con otro aspecto singular. No se ha podido poner un órgano de tubos como el de la CatedralSanta María. Uno similar podría costar hoy 600.000 o 700.000 euros. Acertadamente, Unai, el párroco, contactó con unos fabricantes holandeses. Es complejo, más bien, un ordenador.

– ¿En qué consiste?

– Graban cada registro y nota de buenos órganos de tubos. Y esa onda, mediante tratamiento informático, la devuelven a sonido. Es asombroso lo que están consiguiendo.

– ¿Como un 'sampler'?

– Sí, pero no se trata de sustituir al de tubos, que ojalá hubiera uno. Pero económicamente es imposible. Antes de comprometerme a tocar, lo probé y es de una dignidad absoluta. Es una de las mejores casas del mundo e hicieron estudios de acústica previos en la catedral.

– Los órganos clásicos se amoldan más a un repertorio u otro, según sus características. ¿Cuánta versatilidad tiene este teclado moderno?

– Incluso puedes programarle el período barroco, romántico o renacentista y adecúa el sonido de los registros a esa época, también desde el punto de vista de la afinación.

– El repertorio para el concierto es amplio, de Buxtehude a Paul Benoit. ¿Cómo lo ha planteado?

– Son dos bloques. Uno, alemán, con Buxtehude, Bach y Merkel. El segundo, francés, con Claude Balbastre y Paul Benoit. Hay música de Navidad, con corales y variaciones.

– ¿Hay un orden temático?

– Buxtehude es un predecesor de Bach yMerkel fue un gran difusor de la música de Bach en el XIX, sobre todo como intérprete. Barbastre es uno de los grandes organistas que en Navidad improvisaban en templos de París sobre temas muy conocidos. Incluso las misas de las iglesias se podían enlazar unas con otras para oír al famoso organista. Benoit, por su parte, interpreta una 'NöelBasque'.

– ¿De dónde le viene el carácter vasco?

– Era benedictino, de la abadía de Clervaux, vinculado a la gran tradición sinfónica francesa. De la obra no se dice más que el título. Contecté con el centro Eresbil de Rentería y me explicaron que la melodía la melodía la recogió el Padre Donoistia en Arraiotz, al norte de Navarra. La utiliza en una de sus 'Canciones vascas' para canto y piano. Pero no aparece como villancico. En una copia de una partitura partitura de Azkue, organista de Santa María de SanSebastián, aparece anotada la fecha del 25 de diciembre, pero no hay letra.

– Y, en cuanto al patrimonio alavés, ¿cómo están los órganos históricos?

– Los que se restauraron en su día, se mantienen. Pero hay dos en Vitoria que tienen gran valía y que están abandonados por las instituciones. Son el órgano de la catedralSanta María y el de San Miguel. Son paradigmáticos y pueden ser un elemento cultural atrayente.