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Su nombre es uno de los que más se repite en los programas de mano de los teatros. Y es uno de los directores españoles ... más comprometidos. Andrés Lima (Madrid, 1961), quien se hizo el año pasado con el Premio Nacional de Teatro, estrenó hace tan solo una semana 'El chico de la última fila' en el Centro Dramático Nacional de Madrid. También se ha encargado de la dirección de 'Prostitución', cuya gira hizo una parada reciente en el Principal. Y este jueves 22 de octubre llega al teatro de la calle San Prudencio, 'Shock. El cóndor y el puma', uno de los espectáculos más aplaudidos de la temporada del que también se ha encargado de ensamblar las piezas para conectar con el público tras alzar el telón. Para el espectáculo no quedan entradas.
Ramón Barea, María Morales, Juan Vinuesa, Ernesto Alterio, Natalia Hernández y Paco Ochoa son los reconocidos actores que encarnan a cerca de cuarenta personajes, levantan este montaje escrito por Lima junto a Andrés Boronat, Juan Mayorga y Juan Cavestany. El título está inspirado en el libro 'La doctrina del shock', escrito por la periodista y activista canadiense Naomi Klein. En dicho ensayo se aborda la conexión entre los intereses económicos de Estados Unidos y el ascenso al poder de dictadores como Augusto Pinochet y Jorge Videla en Latinoamérica. Jugando con esa materia prima, el punto de partida de 'Shock, el Cóndor y el Puma' son las reuniones en los años 50 del gobierno estadounidense con Ewen Cameron, un psiquiatra conocido por sus investigaciones psiquiátricas sobre el uso del electroshock para un programa la CIA que estudiaba cómo desarrollar procedimientos en interrogatorios con el fin de conseguir confesiones. El recorrido de la obra finaliza con la muerte de Pinochet, en 2006, trazando un paralelismo entre las convulsiones eléctricas y los golpes de Estado.
– La obra de teatro se inspira en 'La doctrina del shock'. ¿Fue tras leer ese libro acerca del auge del llamado 'capitalismo del desastre' cuando tuvo claro que se podía llevar al teatro?
– La inspiración viene de Naomi Klein. Pero es anterior porque hace años ya quería hablar sobre el capitalismo y reflexionar sobre el mundo que nos rodea. Hicimos un primer espectáculo, 'Capitalismo. Hazles reír' en el Circo Price con actores y artistas de circo. Pero llegó un momento en el que queríamos hablar del periplo que muestra el libro, que al final es solo la inspiración. Los hechos que se reflejan están documentados en la vida real y en la Historia: el golpe de estado de Pinochet, la dictadura de Videla y, en definitiva, el ascenso del neoliberalismo desde la Escuela de Chicago hacia el mundo. Del espectáculo en el circo quedó esa sensación de que el teatro documental puede aportar la vivencia dentro del conocimiento de la Historia porque el teatro es emoción. Si el público quiere informarse sobre el capitalismo tiene un montón de documentales y libros que consultar, aparte de ver el telediario. Pero nosotros queríamos que la gente supiera que se siente estando en un estadio de fútbol detenido después de un golpe de Estado, qué sentía Allende en el Palacio de la Moneda o qué se sentía en Argentina viendo un campeonato de fútbol mientras a menos de mil metros se torturaba a la gente que no estaba de acuerdo con el golpe de estado de Videla…
– El reparto lo conforman seis grandes intérpretes. ¿Cada uno aportaba y enriquecía al personaje?
– Por supuesto. Ellos aportaron mucho. La labor de los talleres que hicimos iba destinada a conformar una investigación que fue dando lugar al espectáculo. Por eso la aportación de los actores en los talleres es fundamental.
– ¿Con quiénes hicieron esos talleres?
– La investigación no solo son reuniones, sino que a la mitad de cada taller se aporta el material que se ha ido recopilando. A estos encuentros vino Juan Garcés, mano derecha de Allende durante su mandato, o Andrea Guzmán, hija de Patricio Guzmán, uno de los detenido en el golpe de Estado en Chile que dio inicio a la dictadura militar de Pinochet. Vino un montón de gente que aportó veracidad y los actores fueron mamando desde el primer momento e improvisando sobre lo que contaban. Los personajes estaban diseñados, pero también hechos por los propios actores.
– ¿Ha habido ensayos tras el parón?
– Hemos tenido que volver a ensayar. Es un engranaje complejo con un gran despliegue de luces, sonido y sobre todo exige mucha coordinación. La escena está rodeada por grandes pantallas en las que se proyectan testimonios documentales. Todo eso ha habido que volverlo a ensayar. Pero el reparto se acordaba muy bien y creo que ahora está incluso mejor que antes.
- Allende, Pinochet, Nixon, Videla… se suceden en escena rápidamente. ¿Se han perfilado al detalle estos personajes históricos?
Los actores han tenido bastante mimo en incorporar a cada personaje, los hay más realistas y más falsescos. Había una propuesta inicial que era llevar a cabo el proceso del doctor Jekyll y el señor Hyde. El planteamiento inicial no era de buenos y malos, aunque evidentemente el comportamiento de Pinochet fue vil durante el golpe de Estado y estuvo al servicio de la ambición por encima de los Derechos Humanos. Pero eso lo juzga la Historia. Yo he intentando ir a la esencia de los personajes. En ese sentido, hay algunos como Nixon que tienen una caracterización muy delicada y hace que Ramón Barea se aproxime mucho y otros, como Pinochet, cuyos trazos hablan de su dictadura. El trabajo está muy enfocado a la teatralidad de los personajes, en esa expresión es donde está más la verdad que en la copia o el retrato fiel.
– En alguna ocasión ha comentado que el 'shock' definitivo podría ser el coronavirus.
– Si lo dije ya no lo creo. El ser humano es muy resistente y los Derechos Humanos también. Lo que sí es cierto es que una peste como la que nos asola va a poner en evidencia muchas de las fallas del sistema. Y entonces, por mucha buena voluntad que le pongan los gobiernos, siempre va a haber gente intentando sacar provecho de una crisis porque es el momento en el que estamos más desorientados y cuando algunos puedes sacar más partido. El mundo en estos momentos lo mueve más el interés que el amor, y de eso habla la obra. Estamos en una pandemia y yo creo que el compromiso o la lucha tiene que tratar de evitar que haya gente que se aproveche de la situación provocada por esta enfermedad.
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