
La deuda de la municipalidad de Tánger con el Ayuntamiento de Vitoria a cuenta del palacio Álava-Esquível, del que es propietaria, no para de crecer. El Consistorio le ha impuesto una nueva multa este verano y acumula ya un total de siete recargos. La deuda de Tánger asciende a 283.690,65 euros, tanto por no hacerse cargo del mantenimiento o reforma del edificio como por no pagar impuestos como el IBI o la tasa de basuras.
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«No hemos recibido ninguna notificación por su parte después de mandar en julio la deuda certificada», ha confirmado este lunes la concejala de Territorio y Acción por el clima Ana Oregi, que ha reiterado que el Ayuntamiento continuará con la estrategia seguida hasta ahora. La intención es alcanzar el número máximo de multas que se pueden imponer (10), y a partir de ahí Vitoria podría iniciar el expediente de expropiación.
Por su parte, el portavoz de Elkarrekin, Óscar Fernández, ha solicitado al Gabinete Urtaran que se tomen medidas cuanto antes. «Esta situación es insostenible, y hay otras opciones», ha reclamado Fernández, contrario a agotar el plazo de las diez multas. «En el palacio Álava-Esquível vive gente y hay que priorizar su seguridad», ha incidido. Una cuestión a la que Oregi ha respondido que «la seguridad de las personas no está comprometida» y que lo que hay que realizar son reformas parciales, «no una rehabilitación integral».
En la lista roja de Hispania-Nostra
Lo cierto es que el edificio de la calle Herrería entró a formar parte de la lista roja de Hispania-Nostra el pasado mes de abril por su «deterioro general» y «riesgo de desprendimientos». 10 de las 16 viviendas cuentan con inquilinos. El Ayuntamiento ha tratado varias veces de hacerse con la propiedad de Álava-Esquível, sin éxito. Llegó a existir una operación por la que el Gobierno de Marruecos adquiriría el palacio para cedérselo sin coste al Ejecutivo español y éste, al Gobierno vasco o al propio Ayuntamiento. Sin éxito.
En cualquier caso, fue el momento en que más cerca estuvo el palacio de volver a manos alavesas desde hace más de un siglo, cuando un descendiente del general Álava, Ricardo de Álava y Carrión, se apostó el inmueble en una partida de cartas y lo perdió. El palacio acabó en manos de Ignacio de Figueroa y Bermejillo, duque de Tovar, quien cayó herido en África y se recuperó en Tánger. Declaró heredero universal de sus bienes al 'National Cancer Institute' de EE UU y, en caso de que la rechazara, a la municipalidad de Tánger como muestra de gratitud. Así sucedió. Una vez que el edificio llegó a manos de la municipalidad marroquí, se reconvirtió en bloques de viviendas gestionados por intermediarios de Vitoria.
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