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Dana, la mujer que vivía en un sofá del aeropuerto de Foronda, abandonó ayer la terminal después de diecisiete días. Por el momento se desconoce si ha tomado la decisión de marcharse también de Vitoria, aunque testigos presenciales aseguran haberla visto pernoctando en el aparcamiento del entorno estos últimos tres días. Si bien ese indicio no aporta pistas claras de cuál será su próximo destino, estas mismas fuentes tienen constancia de que este lunes se ha acercado hasta la localidad de Lopidana, a siete kilómetros de distancia del aeródromo. En sus redes sociales -que mantiene actualizadas con un registro de los países que ha visitado- permanece España como último destino desde el 9 de mayo.
Esta transeúnte, que rehusó detallar su historia a este periódico, aterrizó en Euskadi el día 11 de este mes junto a su perro y dos carros de equipaje a rebosar. Según pudo saber EL CORREO, se trata de una rumana llamada Dana que roza los cuarenta años y se define en sus redes sociales como «coach espiritual». También dice de sí misma que fue «consejera diplomática en cuestiones político-militares» en Rumanía hasta hace cinco años y que cruzó «la frontera hacia Hungría el 17 de marzo de 2023 para romper la esclavitud».
No obstante, en ningún momento ha habido una versión clara sobre su llegada a la capital alavesa. Tampoco sobre por qué se ha negado, hasta este momento, a moverse de Foronda. Empleadas del aeropuerto así como fuentes forales (uno de los organismos al tanto de la situación) coincidieron en que Dana aportaba «versiones cambiantes». Por su parte, Aena alegó cuando trascendió la historia que «no se puede echar a nadie de un espacio público» y notificó el caso a los Servicios Sociales. La mujer rechazó en repetidas ocasiones la ayuda por estar «en tránsito» y fuentes municipales han aseguro hoy que no ha vuelto a solicitar su asistencia.
Hasta que ha cambiado de emplazamiento, el personal del aeropuerto así como la Guardia Civil se ha mantenido en contacto con ella y día tras día le ha ofrecido comida, bebida caliente e, incluso, un vuelo pagado que también desestimó.
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