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La segunda sesión en el juicio por el crimen de Pilar Arbulo dejó un reguero de conjeturas aún por apuntalar y apenas un par de certezas favorables a la tesis de la Fiscalía. El Ministerio Público exige un global de 30 años para cada uno ... de los dos acusados de seguir a esta vitoriana de 75 años hasta su portal, atacarla en el ascensor y golpearle repetidamente para llevarse su bolso y abandonarla malherida.
En otra sesión interminable desfilaron por la Audiencia Provincial de Álava vecinos de la víctima, que falleció el 14 de mayo de 2019 en el hospital Santiago, 40 horas después del brutal ataque. También amigos y familiares de los sospechosos y varios ertzainas. Hoy, por ejemplo, hay citados quince agentes.
El instructor de la Sicta, la unidad especializada de la Ertzaintza que dirigió la investigación policial, explicó que «la geolocalización del teléfono» de un encausado –el de origen macedonio– le sitúa «a las 16.13 horas en las proximidades» de la calle Hortaleza número 3, donde se produjeron los hechos. El ataque, según el escrito fiscal, tuvo lugar siete minutos más tarde. A y media, siempre según este responsable policial, ese mismo procesado fue captado por una cámara de seguridad en la calle Francia, a unos 450 metros del lugar de los hechos. La ausencia del otro implicado podría responder a que tomaron caminos diferentes tras el robo en el elevador.
Se supone que ambos perpetraron en aquellas fechas varios asaltos a personas mayores. Una investigación de la Policía Local les vincula con un ataque parecido esa misma mañana de mayo en Zaramaga. Ese asalto, sin tanta violencia ni ese final trágico, se juzga en otra causa diferente.
El resto de la declaración de este mando policial, que se prolongó a lo largo de dos horas, dejó muchos cabos sueltos para respiro de las defensas, quienes lograron sembrar una sombra de duda sobre la implicación de los ahora sospechosos. Sobre todo respecto al encausado ucraniano, que no aparece en ninguna grabación. A partir de hoy, agentes que se dedicaron a tareas específicas que les llevaron hasta estos dos «delincuentes habituales» darán su versión. En derecho penal, debe demostrarse la culpabilidad para obtener una condena. En caso de duda siempre se opta por la absolución.
Lo que también quedó claro ayer es que «dos chicos que no eran de aquí» acabaron con la vida de Pilar Arbulo, vitoriana de 75 años, soltera, de 1,52 metros de estatura, 40 kilogramos de peso y que pasó toda su vida laboral en Francia. Fue atacada mientras el elevador subió al quinto piso. Sus agresores la abandonaron allí. Logró pulsar el botón de la cuarta planta y pidió ayuda a sus vecinos antes de caer en un estado de inconsciencia del que ya no se recuperó. «Me contó que le pidieron agua y que pensó que vivían en el edificio. Me dijo que no tenían acento de aquí, que eran tipo magrebíes», describió la primera residente que la atendió.
Un chico que estaba en un bar situado junto al portal la vio pasar y a «dos magrebíes justo detrás. Uno llevaba una sudadera del París Saint Germain, eran delgados y medirían 1,80 aproximadamene», apuntó. Cuando el magistrado-presidente, Francisco García Romo, le pidió que intentara identificar a los encausados no fue capaz. Tampoco los exculpó. «No lo recuerdo del todo, ha pasado mucho tiempo», alegó.
El que posiblemente sea el juicio con las sesiones más largas que se recuerdan en el Palacio de Justicia de Vitoria va dejando imágenes peculiares. La primera sesión, la del lunes, concluyó pasadas las diez de la noche. En los últimos minutos se fue la luz por lo que se usaron varios móviles y las linternas de los cuatro ertzainas de custodia para poder cerrar acta. Aunque ayer martes la duración resultó similar, la atención se concentró en dos testigos.
La expareja del acusado macedonio –el que en peor situación se halla en estos momentos– se mostró muy crítica con su antiguo compañero. «Me dijo que me iba a hacer a mí y a los niños lo mismo que le había hecho a esa señora», proclamó. En otro momento de su testimonio afirmó que «me contó que había ido a robar a la señora que luego murió en el hospital Santiago», apuntó muy exaltada. Ella puso a la Ertzaintza sobre la pista de este sospechoso.
Sin embargo, en la sala de vista sólo se escucharon sus audios extraídos de su teléfono móvil. En ellos, los improperios a su exmarido son continuos, sin que se pusiera ninguna grabación incriminatoria de este hombre, al menos ayer. Eso sí, también relató que este delincuente común «se dedicaba con quien pillaba a robar a señoras. Les decían que eran del Ayuntamiento, uno la entretenía y el otro la robaba». Al salir al pasillo soltó en alto: «a ver si no vuelvo a sitios como éste y no veo a personajes como esto».
Por otro lado declaró una peatona de avanzada edad que se encontró las gafas de Pilar, abandonadas por los asaltantes cerca del portal enclavado en el barrio vitoriano de Aranbizkarra. Admitió que «me las llevé y lavé, mal hecho por mi parte». Al abandonar la sala de vistas espetó a los investigados: «Os tenían que dar el premio Nobel».
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