Ernesto Sainz Lanchares no ha cumplido un año como alcalde de Salvatierra y tiene que hacer frente a una situación nueva que le obligará a cambiar sus prioridades para la legislatura. Mientras tanto, lidia con las medidas sanitarias para adaptarlas a su localidad con el ... servicio de limpieza y la atención a las personas mayores.
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- ¿Cómo es el día a día de un alcalde novato en plena crisis del coronavirus?
- Es una situación nueva y todas las ideas que traía, que se traducen en presupuestos e inversiones, se han venido abajo. Cada día tenemos que tomar decisiones, dejar unos asuntos apartados y empezar con otros nuevos. Esto nos obliga a tener una capacidad camaleónica para transformar los servicios en muy poco tiempo.
- ¿En qué ha cambiado su vida?
- Como alcalde, no mucho. Trabajo de forma presencial por las mañanas. Por las tardes, antes solía ir al Ayuntamiento, pero ahora sigo trabajando desde casa. Lo que tiene de bueno todo esto es que he descubierto herramientas para hacer videoconferencias que antes no conocía. La última comisión territorial de Eudel la hicimos vía telemática y aunque desaparece la gestualidad, hemos pensado que si no hay temas importantes, podríamos hacerlas por esta vía.
- ¿Y como vecino?
- He descubierto el momento de los aplausos a las ocho de la tarde en el que participo desde el primer día. Es mágico. Para mí es muy emotivo. Me acuerdo de la gente que se ha llevado el virus y pienso que habrá luz después de todo esto. Tengo más trabajo que antes y ni siquiera he podido seguir leyendo 'Los ritos del agua' que había empezado antes de la declaración de alarma.
- ¿Cómo llevan esta situación los vecinos de Salvatierra?
- Me parece que la gente no abusa. Solo un ejemplo. El 13 de marzo, antes de que se desatara esta situación, la práctica totalidad el comercio de Agurain estaba cerrado. Creo que actuaron de una forma muy responsable cerrando sus puertas sin saber cuándo las volverían a abrir.
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- ¿Cómo va a afectar esta situación a la economía municipal?
- Tendremos que dejar algún proyecto, pero aún no hemos hecho ese análisis. Curtidos es el proyecto estrella de Agurain, pero depende de la iniciativa privada, que es dueña del 40% del ámbito. Aún es pronto, pero tengo claro que Curtidos se puede ver afectado. No es eso lo que más me preocupa. Si no se hace este año, será al siguiente. Prefiero atender la demanda vecinal para poner luz a la senda del colegio. Y tendremos que ver qué ocurre con el Plan Foral para urbanizar las calles adyacentes a Curtidos y la plaza San Juan.
- ¿Han tenido que renunciar a algún proyecto?
- De momento sólo hemos suspendido la fiesta de la Sallurtegi y ya veremos qué pasa con las de San Juan. Espero que para las de octubre no tengamos problemas. No habíamos empezado grandes inversiones y continuaremos con las que estaban en marcha. Las fiestas son una fuente de ingresos para el comercio y haremos algo para activar al sector terciario.
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- ¿Cómo afecta la crisis a las empresas?
- El sector de alimentación no está afectado pero otras han aprobado ERTEs y algunas trabajan a medio gas. La situación asusta un poco pero tenemos que esperar.
El alcalde de Salvatierra tiene dos hijos de 17 y 19 años. Con el confinamiento se ha estrechado la convivencia con ellos porque «con esas edades es más complicado coincidir con ellos». Reconoce que estos días la convivencia se refuerza y a veces es difícil porque en ocasiones la presión se multiplica, sobre todo para los estudiantes, «que están haciendo un esfuerzo enorme, lo mismo que el profesorado. Creo que todos están trabajando más que cuando están en clase».
«No necesito usar mascarilla para sentirme seguro, pero tengo una higiene de manos bestial y en mi trabajo no necesito guantes. Además, no son obligatorios y no quiero lanzar un mensaje distinto del que recomiendan las autoridades».
«Tanto el personal municipal como las empresas con las que trabaja el Ayuntamiento han mostrado una gran capacidad de adaptación para seguir dando cursos online y mantener los programas de atención a sectores desfavorecidos y a la juventud».
«Me doy cuenta de la importancia de pequeños detalles como poder coger el coche y salir a Opakua a dar una vuelta con la perra. Tomarme un café o una cerveza con los amigos o las comidas de los sábados en la sociedad».
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