El mito del Fénix en los jardines olvidados
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Un espacio comisariado por un comité de expertos para mostrar el trabajo de nuestros creadores silenciado por la pandemiabegiart ·
Un espacio comisariado por un comité de expertos para mostrar el trabajo de nuestros creadores silenciado por la pandemiaHay quienes dicen que un músico siempre compone la misma canción, que una escritora narra la misma historia, que un actor realiza la misma interpretación o que una artista crea siempre la misma obra. Esto puede ser válido en líneas generales, sobre todo si consideramos ... una trayectoria en su conjunto. En este sentido, dentro de esa pieza única que comenzó hace tres lustros, Miriam Isasi suma un gran número de elementos y medios.
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Ahí confluyen los vínculos entre ideas, la transmutación incluso alquímica o el ave Fénix, lo intelectual y lo instintivo, lo cierto en las leyendas, las plantas olvidadas con sus potencialidades y sus usos, lo gráfico y lo escultórico, la polisemia y la sinonimia, la metáfora y hasta el aparente oxímoron. Como la expulsión inclusiva de esas agallas, esas bolas de madera que genera el roble para aislar a larvas o insectos invasores, que ellos aprovechan como refugio.
Ahí surge la mirada de Isasi hacia «la memoria histórica, memoria de resistencia a partir de la Guerra Civil. Se han cartografiado bastantes puntos de conflicto en busca de metralla. Se ha considerado chatarra, pero para mí era un punto de partida para decir que han pasado cosas aquí y ponerlas en valor», sin posicionarse en un bando u otro «aunque, al final, queda evidente». Esta es una línea de investigación que suma una década «y va creciendo de forma paralela a las demás», detalla la artista que muestra hasta el 27 de septiembre 'Resina, brea y glicerina' en elAzkuna Zentroa de Bilbao.
«En exposiciones se ve que se van repitiendo cosas, pero es que va avanzando: se añade algo. Y siempre está todo muy vinculado al cosmos, a la alquimia, a la transformación. A ese proceso de resina-brea, a la agalla que parte del árbol como elemento de ese ser y que genera una cápsula de superviviencia para un insecto», comenta Isasi. Algunos lo llaman spin-off cuando hablan de una derivación del tronco de una saga, relato o serie audiovisual. Algo que ni sabía que hacía –al menos, con ese nombre– el maestro Gabriel García Márquez cuando sumaba a su novelística historias en torno al Macondo de 'Cien años de soledad'.
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Porque tampoco es sencillo que una herramienta de muerte llegue a crear belleza, a través de un arte que genera sinergias. «Me sucede en todos los trabajos: las investigaciones van creciendo y se van enriqueciendo de forma natural. Al final se transforman en largo recorrido», explica la autora. Aquí vienen a colación, por ejemplo, esos fragmentos de metralla que se han fundido para hacer unos crampones y generar una danza. O para hacer una herradura y un caballo la lleve en un trayecto como símbolo de «resistencia, de algo vivo» y para remitir a la tradición de esculturas ecuestres y sus posibles lecturas. También, para fundir «una llave 12 de clarinete, que modifica todo el sonido» y, con un cuarteto de instrumentos y electrónica, interpretar diversos himnos de resistencia.
Para la artista vitoriana, afincada en la capital vizcaína, «siempre hay conexiones con trabajos anteriores. En mis proyectos hay una parte de investigación bastante potente. Empecé hace tres años con plantas medicinales y protegidas de un entorno cercano. Lo que vimos en Talka (2020) era una forma de generar una especie de herbario escultórico a través de la destilación de esas plantas, en busca de su esencia, y una manera de cartografiar el paisaje».
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Y surgen miradas de atención hacia oficios ancestrales, «que se están perdiendo y suponían un diálogo lógico y natural con el entorno». Cita esa brea de tocones de pino para calafatear los barcos y esas cuerdas para el sector naval hechas en Álava, que los viejos herbarios identifican hace siglos como tierra de cáñamo. Tal vez por ello hasta nuestra famosa patata ha sonado a reggae y ska.
Miriam Isasi (Vitoria-Gasteiz, 1981) trabaja en el campo de la escultura. Con una dilatada experiencia, su obra mantiene una metodología constante. A partir del interés personal en hábitos o prácticas sociales, sus propuestas adquieren numerosas ramificaciones plásticas ya sea en forma de objetos, vídeos, performances o fotografías… obras que dispone en el espacio a modo de ecosistemas a descubrir. Es habitual, prácticamente un método, la colaboración con militantes de causas múltiples, ya sean del ámbito político, de la ciencia, la botánica, la etnografía o la historia… una manera de estar en el arte y desentrañar el sentido del mundo desde la experiencia.
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