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Siempre se ha dicho que los primeros Miñones alaveses muertos en acto de servicio fueron los 118 que Zumalacárregui fusiló en 1835 en Heredia, en el contexto de la Primera Guerra Carlista. Pero no fue así. El investigador y miñón en activo Jorge Cabanellas descubre ... en su tercer libro que el primer agente de este Cuerpo caído en acción fue 35 años antes, en 1800. Incluso ha hallado la tumba en la que todavía reposa y curiosamente no está en Álava, sino a 330 kilómetros de Vitoria, en Fuentesaúco, Zamora.
La razón por la que este alavés estaba en acto de servicio lejos de su tierra natal se remonta a ese año de 1800. En ese tiempo «Álava se encuentra en un ambiente castellano y un juez de Valladolid se percata de que allí el índice de criminalidad está disparado a causa de una banda de salteadores que actúa a sus anchas en las provincias de Salamanca, Zamora y Valladolid», describe Cabanellas. El propio magistrado reconoce en sus cartas al diputado general de Álava que no tenían policía y que «no encuentra ningún hombre fiable en todo Valladolid con el que poder combatir a los asaltantes». Por ello, le solicita que le envíe «una partida volante de aquellos a los que dicen Miñones porque ha llegado a sus oídos que son honrados y buenos policías y les necesita porque no podía confiar en ningún militar porque todos eran corruptos», detalla este investigador.
El diputado general acepta y le envía al juez una partida de siete Miñones que «viven un sinfín de aventuras». En su misión de detener a los salteadores «sufren una emboscada de los que menos se esperan, de los militares corruptos», precisa. De tal manera que «en esta encerrona uno de ellos, llamado Domingo de Amézaga, de 45 años, casado y con tres hijos, cae herido. En el sitio donde fue herido había un hospital donde fue tratado, pero las heridas eran de tal gravedad que fallece y le entierran en la iglesia de Santa María del Castillo de Fuentesaúco, en Zamora», desvela.
Los documentos de la defunción quedaron allí archivados, hasta que la investigación le condujo a Jorge Cabanellas hasta certificar que Amézaga «fue enterrado el 13 de junio de 1800 en el cuerpo de la iglesia». El resto de compañeros «siguió de aventuras. Les pasó de todo, pero cuando cumplen con su cometido vuelven», aunque sin Domingo de Amézaga, que «es el primer miñón muerto en acto de servicio», remarca. «Después de él, en años posteriores, van a morir cientos en otras emboscadas, encerronas, en diferentes asuntos, aunque hay pocos casos fuera de Álava», destaca.
La tumba de Amézaga se encuentra en la iglesia de Fuentesaúco, y según las fuentes consultadas «allí siguen los restos», sin ninguna inscripción que lo identifique, «bajo la lápida número 12». Sólo una fina capa de cemento, para ocultar unos daños en la losa, evita leer el número doce, pero «aseguran que el cuerpo sigue allí, que nadie ha abierto la tumba desde entonces».
Bajo el título 'Historia de los Miñones de Álava' este libro de investigación se presentará el jueves (19.00 horas) en la Casa de la Cultura de La Florida. La obra no recoge la historia institucional de la policía foral alavesa, sino que se compone de las aventuras que vivieron los Miñones, de pequeñas y grandes historias, que rehacen la memoria cronológica del cuerpo foral que todavía sigue en funcionamiento, integrado en la Ertzaintza, dedicado a la custodia de edificios de la Diputación, cuidado de los montes y vigilancia del transporte por carretera.
También recoge curiosidades, como el primer día en el que empezaron a patrullar, la primera actuación, los primeros detenidos o el primer coche. Este miñón en activo, que ha contado con la colaboración de las Juntas Generales, la diputación de Álava y el Gobierno vasco, ha tratado de localizar a todos los Miñones asesinados y aporta en su obra, de 500 páginas, el listado completo de los centenares de ellos que han muerto a lo largo de la historia.
Elaborar el tercero de sus libros, tras concluir la historia de los miñones vizcaínos y los miqueletes guipuzcoanos, le ha supuesto tres años de trabajo, con visitas a archivos de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa e incluso de Ávila, Segovia o Salamanca.
«A la Vitoria de la época la noticia de los sucesos de Zamora llegó desvirtuada y conmocionó a la ciudad ya que se rumoreó durante un tiempo que habían matado a todos los Miñones, cuando en realidad sólo fue uno. Se pensaban que se habían quedado sin policía de golpe», añade este escritor de esta batalla registrada en las cartillas militares de los que intervinieron. Pero lo cierto es que vivían «una batalla tras otra». Sin embargo, la historia de Amézaga le deja un sabor amargo, ya que «ni se sabe nada, ni a nadie le ha importado nunca, ni siquiera hay una placa que le recuerde ni allí ni aquí, y eso es una pena», subraya.
Presentación: Jueves (19.00 horas) en la biblioteca de La Florida
El libro: 'Historia de los Miñones de Álava'. 500 páginas.
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