«Es un milagro que existan hoy los faroles»

«La historia de los faroles nace en 1895, aunque ya anteriormente existía una devoción por el rosario. Es un patrimonio material e inmaterial de todos los vitorianos y alaveses porque se pusieron en marcha con sus aportaciones. Hasta 1934, fue a través de la Junta del Rosario de los Faroles y, a partir de ese año, se integró en la Cofradía de la Virgen Blanca», detalla Urdiain.

La historiadora desveló a la audiencia quién fue el ideólogo de esa idea en Vitoria. «Manuel Díaz de Arcaya era un profesor de Ciencias en Zaragoza al que le entusiasmaba la Procesión de Cristal que se celebraba allí e insistió en que se hiciese algo parecido». Un proyecto de envergadura que requería de una importante inversión para ponerse en marcha y para el que se incitó a la participación de la ciudadanía con sus donaciones. «Un devoto, un servidor o un soldado igual donaban una peseta, pero hay recogidas donaciones de 25 pesetas, que correspondían a un avemaría, o las 42 de un padrenuestro; y quienes aportaban eso ya decían para qué lo daban». Otra figura relevante de esta primera etapa, por su impulso económico, fue el abogado JoaquínHerrán.

Las figuras de León Quintana Bianchi y Ricardo Magdalena Tabuenca son fundamentales en el diseño de los primeros 65 faroles de mano y, a partir de ahí, el Ayuntamiento impulsa la participación de la junta de vidrieros local para que las piezas se hagan en Vitoria a través de la Sociedad Constructora Vitoriana, con la participación fundamental de figuras como Manuel Grandes, Luis Arciniega o Laureano Aldecoa.

De la creación de los faroles pasando por toda su historia hasta la actualidad, Camino Urdiain fue desgranando las particularidades de estos elementos de devoción que van camino de cumplir 130 años, por increíble que parezca. «Es un milagro que existan hoy los faroles, por todo el tiempo que ha pasado y por los cuidados que necesitan para su conservación. Está documentado que en 1900, a los cinco años de estrenarse, ya hubo que hacer intervenciones porque el metal se oxida y la cera mancha muchísimo el vidrio. Necesitan grandes inversiones y atención diaria por parte de los cofrades que tienen conocimientos de metalistería para su conservación», detalló.

Urdiain, una especialista en los faroles, desveló también que todavía siguen siendo unos grandes desconocidos para gran parte de la sociedad vitoriana. «Hay quien piensa que son farolillos eléctricos para alumbrar...», asegura. Eso sí, su museo es un reclamo para los turistas y también es sorprendente para los gasteiztarras que solo los han visto en la procesión de cada 4 de agosto. «En el museo hay cofrades voluntarios que los muestran y a la gente les sorprende verlos dentro todos iluminados y no conocerlos a pesar de ser vitorianos de toda la vida. En la Cofradía se está invirtiendo mucho dinero para conservar y dar a conocer estos faroles que son patrimonio material e inmaterial de nuestra ciudad».