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El científico vitoriano Javier Meana es el responsable del banco de cerebros del País Vasco y esta tarde impartirá la conferencia 'De los bancos de cerebros a los cerebroides: una incursión en las enfermedades mentales' organizada por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País ( ... Vital Fundazioa Kulturunea, 19.00 horas). Hablará sobre la importancia de un recurso de este tipo, de la evolución de la investigación sobre enfermedades mentales y sobre un estigma que ha resurgido en los últimos tiempos.
–¿Qué es un banco de cerebros?
–Básicamente un equipamiento de apoyo a la investigación sobre enfermedades mentales. En la Universidad del País Vasco empezamos de manera casi anecdótica en el año 1985. Pero desde luego no se parece en nada a lo que se ve en las películas.
–Explíquese.
–El cine ha hecho mucho daño (ríe). No hay recipientes de cristal con cerebros flotando en un líquido. Lo que se hace es obtener el cerebro en una autopsia, realizar cortes y guardar esas muestras congeladas a 80 grados bajo cero. No se congelan cerebros enteros sino partes más pequeñas que una aceituna, que se conservan en dos enormes salas en la Facultad de Medicina de la UPV. Después se comparten con diferentes grupos de investigación, también a nivel internacional.
–¿Cuántas muestras guardan en la actualidad?
–Tenemos muestras de 1.500 sujetos. De ellas aproximadamente la mitad son de pacientes con enfermedades psiquiátricas como depresiones mayores, esquizofrenia, adicciones o trastorno bipolar y la otra mitad son casos control. Y recientemente hemos incorporado muestras de más de 700 pacientes norteamericanos con demencias y deterioro cognitivo. El responsable del banco se jubilaba y tras un largo proceso conseguimos traerlas a la UPV en dos contenedores congeladores en barco.
–¿Es complicado obtener esas muestras aquí?
–No es un proceso simple, pero hay que tener en cuenta que estamos en un país muy generoso en lo relativo a transplantes y también en donaciones para objetivos científicos. También se hacen campañas de captación de donantes y colaboramos con el Instituto Vasco de Medicina Legal.
–¿Qué importancia tiene la existencia de un recurso como de este tipo?
–Es una estructura fundamental en la investigación sobre enfermedades mentales. El asumir que el cerebro es el sustrato de las enfermedades mentales es algo relativamente reciente, de hace menos de hace 150 años, durante siglos se pensaba que tenían que ver con brujería o hechizos. Poder estudiar el cerebro es una prioridad porque a día de hoy se siguen tratando principalmente los síntomas.
–¿Le preocupa el aumento de enfermedades mentales?
–Hay que diferenciar. Efectivamente ha habido un incremento de problemas de salud mental pero relacionados con alteraciones de tipo adaptativo, las enfermedades mentales graves que tienen sustrato biológico su prevalencia no ha cambiado. Incluso están sufriendo estigma porque parece que los enfermos mentales graves han dejado de existir. Hablamos mucho de salud mental pero parece que hay miedo a hablar de enfermedades psiquiátricas.
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