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Viernes, 24 de diciembre 2021, 03:28
Las residencias de mayores de Álava tienen sólo 7 casos activos de coronavirus, pero la Navidad y los récords de contagios de los últimos días mantienen alerta al sector. Josu Alda dirige los tres centros que el grupo Albertia tiene en Vitoria y es portavoz ... de la recién fundada patronal de geriátricos privados ACRA.
- ¿Cómo afrontan la Navidad?
- Pues debido a la altísima incidencia que existe en la población en general, en las últimas semanas vivimos con tensión y preocupación, porque no se nos puede olvidar la fragilidad de la mayoría de nuestros usuarios. De momento, sólo hay 7 casos activos entre la red pública y privada, y se han reducido de forma significativa los brotes por el efecto de la tercera dosis entre usuarios y trabajadores. También hay que tener en cuenta que la vacunación de los familiares disminuye la transmisibilidad.
- En unas fechas tan emotivas y con la sexta ola rompiendo récords a diario, ¿no teme que el covid vuelva a colarse en muchos geriátricos?
- Esa es una preocupación latente. Cuando la incidencia es alta fuera de nuestras instalaciones, se dispara el riesgo de que se cuele. El abanico de contactos se multiplicará inevitablemente en los próximos días tanto entre usuarios como entre la plantilla.
- ¿No sería conveniente recuperar las limitaciones en las visitas y salidas de los geriátricos?
- Yo creo que existe un compromiso subyacente por parte de las familias sobre cómo se tienen que registrar los contactos con sus mayores. Mientras lo respetemos y esos contactos sean al aire libre, no creo que exista un riesgo añadido, pero es mi opinión personal. No estoy en contra de que existan contactos si se respetan los protocolos.
- Se necesita el pasaporte covid para visitar al abuelo, pero no se reclama para trabajar.
- A mí no me parece muy lógico, aunque se sustenta en que prevalece el derecho al trabajo sobre la posibilidad de riesgo de transmisión. Si fuese legal, que no lo es, tendría que ser obligatoria la vacunación en nuestro sector, que sufre unos equilibrios muy frágiles con personas que presentan cierta cronicidad en su estado de salud. No es lo mismo un ambulatorio o una residencia que una fábrica de neumáticos.
- ¿Existe un movimiento contrario a la vacuna en los geriátricos?
- En absoluto. Existe un porcentaje mínimo de gente que no está protegida y responde a situaciones particulares o de salud de las trabajadoras. Están muy concienciadas por lo que les tocó vivir en los primeros meses de la pandemia, y no sólo con contagios y muertes, sino con el aislamiento y el confinamiento que les afectó desde el punto de vista emocional.
- En los últimos fallecimientos, la Diputación siempre subraya que contaban con «múltiples patologías».
- Esa es nuestra realidad actual. Es inevitable que la gente relacione cualquier fallecimiento en una residencia con los acontecimientos más recientes (el covid), pero hay que ser consciente de que estos son centros a los que acude la gente al final de su vida y muchos cuentan con patologías que inevitablemente desembocarán en su fallecimiento. Ya no se habla de los muertos por gripe, pero los ha habido y los habrá.
- El diputado de Políticas Sociales, Emilio Sola, afirmó hace una semana que «muchas personas» han dejado pasar su turno para entrar en residencias forales por miedo al virus.
- En la red privada se está dando una situación similar y se han reducido muchísimo las llamadas. Tenemos libres 430 de nuestras 2.200 camas. Es algo insólito. Nos ha impactado que sólo hayan trascendido noticias negativas sobre brotes y fallecimientos en los últimos tiempos, pero también por las restricciones de movilidad y contacto con familiares que hemos sufrido hasta hace apenas tres meses. Se está dando una demora en la decisión de ingresar en las residencias a los mayores y ese retraso se evidencia en que la gente ya acude con un deterioro mucho mayor.
- ¿La llegada de grandes empresas como Sanitas o DomusVi no ha contribuido a ese aumento de las camas vacías?
- Esas 300 nuevas plazas que se han abierto en los últimos años se habrían cubierto en poco tiempo en condiciones normales. La pandemia está ralentizando las decisiones de las familias. La oferta en el País Vasco aún es inferior a lo que se prevé que demandará en la próxima década una sociedad que está envejeciendo.
- ¿De ahí que, pese al terremoto, sigan surgiendo proyectos como el de Vitalitas o el público-privado Arabarren?
- Hay una proyección de aumento la demanda, al menos, hasta el año 2029 que va a ir creciendo.
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