María Pilar, en plena conversación telefónica a la entrada de su casa de Vitoria. Rafa Gutiérrez
Diario en cuarentena. Día 12

«No tengo miedo»

Llamadas contra la soledad. Aislada entre sus cuatro paredes, María Pilar tiene ganas de hablar. Escuchémosla

Domingo, 22 de marzo 2020, 04:21

Contesta una vocecita frágil, algo quebradiza. Es María Pilar Alfaro, vitorianísima ella, de 74 años. Como cientos, miles, de mayores, está pasando sola estos días raros. Aislada en sus cuatro paredes, mata el rato leyendo. Ella no tiene ningún miedo. Sólo ganas de hablar. Y ... en eso sí podemos ayudar. Conversemos.

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–¿Dígame?

–Soy Jorge, de EL CORREO. Llamo para charlar un rato con usted.

–Sí, sí. Ya me han dicho que me ibas a llamar.

–¿Cómo está?

–Bien, yo me encuentro bien. Como todos los días, me he levantado, he arreglado un poco la casa. Nada especial. Es que a mí nunca me ha gustado depender de nadie. Soy minusválida, pero siempre he tratado de hacerlo todo yo. Hasta que no pueda más, así seguirá siendo. Aunque me veo que, poco a poco, cada vez me cuesta más, procuro vestirme sola, peinarme, arreglarme...

–¿Es coqueta?

– ¡Mucho! Ahora solo me pinto los labios, me hago las cejas, pero ya no me doy maquillaje.

– Seguro que le gusta ir a la pelu.

–¡Ya lo creo! Tengo un pelo muy bueno, siempre me lo he sabido arreglar muy bien yo misma. Pero me gusta ir a la peluquería una vez al mes, a teñirme, a hacerme alguna cana...

–¿Cuándo salió a la calle por última vez?

–Yo es que a la calle salgo muy poco porque me da mucho miedo caerme. Siempre tengo que ir acompañada. Pero salí ayer, aunque me cansé horrores. Menos mal que me encontré a un señor muy amable que me ayudó.

–Ya sabe que estos días tiene que quedarse en casa.

–Ya, ya lo sé. Pero es que la medalla (de teleasistencia) me dejó de funcionar, me asusté y pensé que era mejor ir a avisar a la Cruz Roja, que vinieron rápidamente.

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–¿Cómo se las apaña usted sola?

–Los de la Cruz Roja, que son como una segunda madre para mí, me traen comida a casa y me hacen la compra. En ese sentido, no tengo ningún problema. Además, te voy a ser sincera, a mí la verdad es que cocinar nunca me ha gustado mucho. Así que lo hago todo muy sencillo. Me abro un bote de verduras, lo caliento y ya está.

–A mí, al contrario. Me encanta cocinar. Me entretiene.

–Pero yo no me aburro. Para nada. Leo mucho y también veo la tele.

–¿Qué está leyendo ahora?

–Una novela, Rebeca, se titula.

–Anda, la de la peli de Hitchcock. ¿Me la recomienda?

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–Sí, sin duda. Está muy entretenida.

–Estos días se hacen muy cuesta arriba. Tanto tiempo aislado, lejos de la familia... Usted, ¿no se siente sola?

–No. Siempre he estado sola, me divorcié siendo muy joven, mis hijos se marcharon muy pronto de casa y estoy acostumbrada a la soledad. Lo importante es mantenerse ocupada. Yo me entretengo mucho con la casa, limpiando cosas, 'plateando'...

–¡Plateando!

–Uy, sí, sí, sacándole brillo a la plata, dándole, dándole... Hago muchas cosas. Por ejemplo, cuando mis hijos se marcharon de casa, empecé a aprender a tocar la guitarra.

–¿Y sigue tocando?

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– Ya se me ha olvidado. Siento muchísimo haberla dejado.

–Igual es un buen momento para retomarlo, volver a recordar algunos acordes.

–Pues igual sí. Es que mi padre tenía una tienda de discos, discos Alfaro. Yo era dependienta.

–Entonces, le gustará la música.

–Mucho, la música clásica, también aquellos grupos de antes.

– Los Brincos, Los Bravos...

–¡No! Esos nunca me parecieron buena música.

– No me dirá que tampoco le gustan los Beatles.

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–¡Esos sí! Fueron algo fuera de serie, una maravilla.

–Llevamos más de una semana encerrados, ¿qué es lo que más echa de menos?

– Lo que más, ir a una cafetería, a la del Ciudad de Vitoria, sentarme, pasar un rato, ver pasar a la gente. También me gusta ir a ver escaparates de tiendas, aunque cada vez puedo menos.

–¿Recibe muchas llamadas estos días?

–Mi casera se porta muy bien conmigo, está muy pendiente de mí. También mis hijos, que están fuera pero me llaman a diario. Tengo una hija en Irlanda y me acuerdo mucho de ella. Mi pena es que tengo un problema con el teléfono. Yo es que voy con andador y, muchas veces, cuando llego a cogerlo, ya han cortado.

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–Habrá que pedir que tengan un poco más de paciencia.

–¡Es que yo no puedo correr! Trato de ir rápida, pero no puedo.

–Está al tanto de las noticias, me imagino.

–Veo el Telediario todos los días, claro.

–Yo estoy un poco saturado. Veo los informativos y me entra congoja.

–Pues yo no tengo miedo. Ya sé que la gente se está muriendo, cuentan unas cosas terribles. Mi hijo me repite que no salga para nada...

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–Hágale caso.

–Ya, ya lo sé. Por un lado, están todo el día en al tele con lo mismo. Pero necesitamos saber qué está pasando, lo grave que es esto, para que se nos meta bien en la cabeza.

–Por favor, cuídese mucho.

–Tú también, cuídate esa garganta, que tienes la voz muy estropeada.

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