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La planta de Mercedes Benz en la capital alavesa, la principal industria vasca que da empleo directo a unos 5.000 trabajadores, recuperará el lunes su actividad tras una semana entera sin producción, una parada sin precedentes debido a la falta de componentes que afecta ... a la automoción a nivel mundial. Pero esta vuelta no está exenta de incertidumbres y en la factoría todos los estamentos asumen que esta crisis de los semiconductores va para largo. Desde la propia dirección que reconoce «falta de visibilidad a corto plazo», hasta los trabajadores que asumen que «la próxima semana sabemos que curramos y quizá la siguiente también, aunque luego ya veremos», e incluso los proveedores que admiten que «es posible que pronto volvamos a tener que parar» porque vuelven a escasear los microchips.
Este es el escenario actual en el que se mueven los fabricantes de coches y aunque Mercedes ha sido de los últimos en sufrir los problemas en la cadena de suministro -también han faltado en las últimas semanas las lentes traseras o las botoneras de plástico en las que se encajan los elevalunas-, ahora la incertidumbre es «alta». De ahí que este jueves, al mismo tiempo que anunciaba a la plantilla el regreso a la actividad en los tres turnos habituales, la dirección también trasladaba la necesidad de abrir un periodo de consultas para aplicar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) y afrontar «la difícil situación a la que nos enfrentamos».
Será la próxima semana cuando comiencen a fijarse las condiciones de este expediente por causas organizativas y productivas pero su periodo de vigencia bien podría ser para la segunda parte del año aunque todavía está por determinar el número de días necesarios. Ahora mismo, y tras haber parado cinco jornadas la producción en las líneas de pintura y montaje bruto y final, la plantilla todavía tiene un margen para asumir ocho fechas más de cancelación de jornada con la flexibilidad actual recogida en convenio. Pero puede que no sea suficiente y por ello la multinacional alemana quiere contar con medidas alternativas.
El último ERTE en Mercedes se aplicó entre marzo y mayo de 2020 y entonces fue de fuerza mayor debido al cierre de la planta durante un mes y medio por el estallido de la crisis sanitaria del Covid-19. Entonces, todos los sindicatos salvo LAB llegaron a un acuerdo con la dirección para aprobar un expediente en el que se garantizaba el 80% del sueldo a los trabajadores y del que quedaban exentas la vacaciones y las pagas extras.
Estos mecanismos de ajuste para hacer frente a la falta de componentes están siendo habituales en casi todas las factorías españolas. Volkswagen en Navarra acaba de aprobar un ERTE para el segundo semestre, Renault tiene otro en marcha desde marzo en sus plantas de Valladolid y Palencia que finalizará en septiembre y el grupo Stellantis (antigua PSA) mantiene un expediente de 50 días en su planta de Opel en Zaragoza.
La planta de Gestamp en Abadiño trabaja para algunas de ellas aunque Mercedes es su principal cliente, al que destina el 67% de su producción. «La semana que viene volveremos a trabajar al máximo» para suministrarle piezas, señalan desde su comité de empresa, que no oculta la incertidumbre por el devenir del fabricante alemán con sede en Vitoria -tiene aprobado un ERTE de 22 días hasta final de año para este tipo de contingencias-. Y entre sus proveedores ubicados en las propias instalaciones la tensión también es «máxima porque dependemos de que tengan piezas a largo plazo. Es difícil. Antes de las vacaciones de agosto se para seguro», dice el responsable de una de esas firmas.
Durante esta semana sin la maquinaria en marcha, Mercedes ha dejado de producir alrededor de 3.500 furgonetas de los modelos Vito y Clase V. Sin embargo, la compañía mantiene de momento su programa operativo en las 148.600 unidades, cerca del récord de 150.000 del año 2017. Aunque con el ERTE lo lógico sería que se redujese esa planificación «pero la empresa nos dice que siguen llegando pedidos», apuntan portavoces sindicales. Y hay clientes a la espera de recibir sus vehículos que, por la falta de alguna pieza, están sin poder acabar junto a la fábrica o en el polígono industrial de Araia. Se acumulan ya más de 5.000.
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