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El último premio que Mercedes Maroto-Valer ha sumado a su curriculum llega de manos de sus colegas de profesión y eso, reconoce, supone una dosis extra de «orgullo». La Asociación de Científicos Españoles en Suecia (ACES) ha concedido el galardón Margarita Salas en su ... primera edición –la ceremonia de entrega será a finales de noviembre, en Estocolmo– a esta investigadora vitoriana, una experta en sistemas energéticos y descarbonización que lidera el área de sostenibilidad en la Universidad Heriot-Watt como vicerrectora adjunta. Edimburgo es hoy su casa –antes pasó por Glasgow, Kentucky, Pennsylvania o Nottingham– y Vitoria, su «ciudad favorita». «Hemos sido pioneros pero debemos apostar más por la innovación», sostiene.
– ¿Se imaginaba cuando comenzó a investigar sobre el cambio climático, hace casi tres décadas, el alcance del asunto?
– Nunca pensé que llegaría a tanto. Entonces no era un problema que atraía mucho, éramos 100 o 200 personas en las conferencias y ahora, cuando regresemos a la normalidad, habrá más de 1.000. Cuando me empezó a apasionar este tema ya vi que teníamos que poner soluciones.
– La ONU advierte ya de efectos irreversibles. ¿Vamos tarde?
– Los peores efectos están por llegar y tendremos que adaptarnos y cambiar nuestra forma de vivir. Las emisiones de CO2 siguen creciendo pero la noticia buena es que los gobiernos se han concienciado de que no podemos dejar este problema para mañana. Lo que me preocupa es que hablamos de los objetivos para 2050, un plazo de treinta años, y es engañoso porque hay que hacerlo ahora, no va a haber otra oportunidad.
– ¿Cuál es el reto más urgente?
– Hay que descarbonizar los sectores más difíciles, esas empresas que usan la energía intensivamente, como las del acero o las cementeras, y también hay que ponerse ya con el transporte y la aviación.
– El sector de la automoción está en ese camino hacia lo 'eco', como Mercedes con las furgonetas Vito y Clase V. ¿Si no sigue en esa senda pierde la empresa y también la ciudad?
– En Vitoria tenemos la suerte de tener una empresa que genera una gran cantidad de trabajos directos e indirectos pero también dependemos de ella. Es un riesgo que las empresas no inviertan en procesos más sostenibles y no sólo hay que ser verde porque parece que está de moda sino porque si no lo haces te vas a quedar fuera de juego.
– ¿Y como ciudadanos qué papel nos toca?
– Debemos ser más conscientes de cómo usamos los recursos, desde la electricidad a la calefacción, reflexionar sobre cómo nos movemos, reciclar... A mí lo que me motiva es dejar un planeta igual o mejor a las generaciones que vienen detrás porque no tenemos un planeta 'a' y uno 'b' al que nos podemos mudar, sólo hay uno.
– ¿Cómo ve a Vitoria en la distancia?
– He vivido en muchos sitios pero Vitoria es mi ciudad favorita. Este año y medio he viajado menos pero las últimas veces que fui había un montón de obras por el BEI, estaba todo un poco patas arriba. Cuando la ciudad empezó con otros proyectos, como el tranvía o el Europa, también decíamos 'la que están liando' y con el tiempo hemos visto que eran importantes y que otras ciudades nos imitaban.
– En 2022 se cumplen diez años del reinado como Green Capital. ¿Cómo se puede sacar hoy partido a aquel título?
– Vitoria tiene, por supuesto, las credenciales de ciudad verde pero debe aprovechar más el sentido de la innovación, contar que hemos sido pioneros en muchas cosas y seguir siéndolo, por ejemplo, haciendo que Foronda sea completamente verde, que todo el combustible que entre en el aeropuerto sea sostenible.
– El Parque Tecnológico de Álava ha apostado por esa innovación y espera proyectos relacionados con los satélites, la eficiencia energética o las baterías. ¿Se ha enganchado al futuro?
– Sí, todas esas líneas son muy importantes en el campo de la innovación y cuando innovas prosperas económicamente, sobrevives. Estamos hablando de tecnologías muy importantes, de las que llamamos radicales porque pueden transformar un sistema, son verdes y, además, van a traer trabajos.
– Ahora, sin embargo, existe una fuga de talento. ¿Usted hizo las maletas porque no vio aquí futuro?
– Yo me fui a hacer un año de Erasmus con la idea de volverme pero se fueron enlazando cosas y han pasado treinta años. Cuando me marché no lo hice porque pensara que no podía desarrollar mi carrera en Vitoria o en el País Vasco, pero sí conozco otros compañeros que se han encontrado en esa situación.
– ¿Por qué? ¿Falta inversión en investigación?
– En España, aunque en el País estamos algo mejor, no apostamos tanto como debiéramos por la investigación. Aún se ve como un gasto cuando es una inversión. Hay que cambiar la mentalidad, darnos cuenta de que a los países que más invierten en investigación les va mucho mejor y también tenemos que trabajar mucho más cerca del sector industrial porque muchos de nuestros proyectos están subvencionados por los gobiernos pero la mayor parte también están apoyados por empresas.
– La pandemia ha girado el foco hacia la ciencia y la investigación. ¿Se apagará cuando el covid sea pasado?
– Espero que no porque si hemos salido a este paso de la pandemia ha sido por la innovación, por cómo hemos sido capaces de desarrollar las vacunas. La lucha contra el cambio climático también es como una vacuna, no podemos quedarnos en casa para que no nos toque.
– ¿Qué responde a los negacionistas?
– No se trata de convencerles de que su idea no es la adecuada, sino de crear espacios de diálogo y saber escuchar y entender por qué han llegado a esa situación.
– ¿Nota las consecuencias del Brexit en su vida diaria?
– Sí, en muchas cosas, como la movilidad, hay ciudadanos que antes podían venir a trabajar con más facilidad. Yo desde luego creo que el Brexit ha sido un error. Como ciudadana europea y global creo que intentar meternos y encerrarnos en un espacio pequeño no es lo adecuado.
– En Escocia, de hecho, ha crecido el sentimiento independentista desde la salida de la UE.
– Se ha hecho más fuerte sobre todo el sentimiento nacionalista, pero es natural, porque en Escocia no queríamos el Brexit y ahora nos encontramos fuera de Europa y la situación no gusta.
– ¿Ha tenido problemas para echar gasolina o llenar el carro en el supermercado?
– No he tenido problemas para hacer la compra porque soy más de 'online', pero hace dos semanas fui a una gasolinera cerca de casa y me encontré con el cartel de que no había, fue un momento de pánico pero encontré en otra. La situación aquí no ha llegado a ser tan grave como en el sureste de Inglaterra pero estamos en la tormenta perfecta entre el Brexit, la pandemia y haber perdido una mano de obra y un talento que van a tardar en recuperarse.
Mercedes Maroto-Valer atiende desde su casa de Edimburgo. En la Universidad Heriot-Watt, cuenta, no volverán a la presencialidad total hasta finales de año o principios de 2022.
– Margarita Salas destacó en un campo dominado por los hombres pero, ¿cuántos nombres de mujer han quedado ocultos?
– Los ha habido, sobre todo en la época en la que ella empezó. Tenemos casos de mujeres que contribuyeron en una parte muy importante a premios Nobel y, sin embargo, no se las reconoció. La situación por supuesto que ha cambiado pero no hemos llegado todavía a la paridad.
– ¿Qué lo impide?
– Esta no es una carrera donde, en principio, parezca que puedes conciliar vida profesional y personal, y faltan referentes de mujeres.
– ¿Usted ha logrado conciliar?
– Tengo mucha suerte con mi familia y con mi marido. No siempre es fácil, pero he intentado proteger los espacios y los tiempos para desarrollar las diferentes labores.
– Aún hay quien piensa que las mujeres que son madres y trabajan fuera de casa 'abandonan' a sus hijos...
– No es un comentario que se me haya hecho de forma directa pero estar en el trabajo no significa que no tengas a alguien cuidando de los niños. Es una cuestión que no se nos pasaría por la cabeza plantear a un hombre.
– ¿Cómo de grueso es el techo de cristal?
– Vamos en la dirección adecuada, pero que desaparezca por completo no es fácil. Aún no se aprovecha todo el talento que tenemos.
– ¿Se ha encontrado con más trabas por ser mujer?
– No sé si las ha habido, las he ignorado o no he sido consciente de ellas, pero siempre he intentado demostrar que cada persona aporta. No es el género lo que te define sino tu potencial y tu capacidad intelectual.
– ¿Cómo se fomentan las vocaciones científicas y tecnológicas entre las jóvenes?
– La clave es empezar pronto, antes de Secundaria, a enseñar las posibilidades que existen. Hay que intentar poner más ejemplos de mujeres que han triunfado en campos como la investigación, que alguien diga 'si Margarita Salas lo ha hecho, yo también podría'.
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