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«Para esta semana hay piezas, de momento. Para la próxima ya veremos». Es el comentario generalizado que hacen dentro de las instalaciones de Mercedes Benz en Vitoria, la principal industria vasca que emplea de manera directa a unos 5.000 trabajadores. La crisis ... de los chips de origen asiático y de otras piezas –hace dos semanas se tuvo que suspender un día la producción por falta de conectores de cable que llegan de Macedonia– está teniendo un impacto considerable en las diferentes factorías automovilísticas.
Y aunque a nivel nacional la fábrica alavesa de la 'estrella' esté siendo hasta la fecha la que quizá mejor ha sorteado la carencia de esos semiconductores –vitales para el funcionamiento de los complejos sistemas que controlan los vehículos actuales–, ya que únicamente ha suspendido dos sábados su actividad, la incertidumbre ha crecido en los últimos días ante una más que previsible parada en la producción. «Se habla de que puede ser inminente», comentan los trabajadores. Porque hay escasez de chips pero también de otros elementos como las botoneras de plástico en las que se encajan los elevalunas.
Ahora de la cadena de montaje siguen saliendo a diario alrededor de 600 furgonetas de los modelos Vito y Clase V, pero un porcentaje importante –alrededor de la mitad según operarios de la línea de producción por cuyas manos pasan estas unidades– no están terminados y no pueden entregarse a su cliente final. Ya comienzan a acumularse en las campas que rodean las instalaciones de Mercedes y hay más de un millar de vehículos a la espera de que lleguen diferentes piezas para devolverlos a la línea de 'finish' y completar el pedido.
Pero a día de hoy no hay seguridad respecto a la llegada de esos materiales en la cantidad necesaria para dar salida a las furgonetas. Es más, la previsión a corto plazo es que la situación se complique y obligue a suspender la actividad industrial durante varias jornadas, aunque el grupo de Daimler esté multiplicando sus esfuerzos para suministrar a Vitoria, una de sus plantas de referencia, de las piezas para poder cumplir con las demandas de los clientes.
Con las campas llenas de modelos Vito y Clase V, la compañía está buscando alternativas para llevar más furgonetas que siguen saliendo de la cadena de montaje pero sin acabar. Y el lugar elegido son unos terrenos cerca del polígono industrial de Araia, en el municipio de Asparrena, que incluso algunos responsables de la factoría automovilística han visitado en los últimos días para comprobar el estado de estas instalaciones donde van a permanecer un tiempo esos vehículos.
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La parada de producción en Mercedes, que parece cada vez más cercana en el tiempo, unida a la suspensión de la actividad industrial también en otras plantas dedicadas a la fabricación de coches como Stellantis-Vigo (la antigua PSA que hace vehículos Citroën y Peugeot) o Volkswagen en Pamplona, está llevando a algunos proveedores y a la industria auxiliar a tomar medidas de choque para estar preparados. En este sentido, la planta de Gestamp en Abadiño (Bizkaia), que tiene en la factoría vitoriana su cliente de referencia –el destino del 67% de su producción de piezas es Mercedes– aunque también trabaja para otras marcas, acaba de aprobar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) de 22 días hasta final de año para hacer frente a esas paradas.
600 furgonetas de los modelos Vito y Clase V salen ahora a diario de la cadena de montaje de Mercedes pero la mitad, aproximadamente, lo hacen sin acabar por falta de piezas.
3 días ha parado la planta en lo que va de año por problemas de suministro, dos en marzo por ausencia de chips y otro en mayo porque no tenía conectores de cable.
«La situación para la industria de la automoción no es fácil en esta crisis de los semiconductores porque el 80% de esas piezas van para ordenadores, PlayStation, tablets o diferentes electrodomésticos del hogar y apenas un 11% son para vehículos. Así que no tenemos suficiente peso específico para ejercer presión entre los fabricantes de microchips», explica Tximi López, presidente del comité de Gestamp.
De media, un automóvil está equipado con más de un centenar de chips y la industria de la automoción subestimó sus necesidades en los pedidos durante la pandemia, mientras que otros sectores vinculados a la electrónica dispararon la demanda. Además, la crisis sanitaria ha acelerado la digitalización, promovido el teletrabajo e incrementado la demanda de ocio electrónico, lo que ha provocado una gran presión sobre la cadena de suministros. Y ahora la industria de semiconductores no da abasto.
El 75% de los chips se producen en Asia y aunque Europa trata de ganar protagonismo, lo que repercutiría de manera favorable en los fabricantes como Mercedes, parte de una posición muy débil.
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