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Violencia machista en Euskadi
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Violencia machista en Euskadi
Una menor lleva un año compartiendo ikastola con su agresor sexual en VitoriaUna menor víctima de «agresión sexual» ha compartido el curso escolar recién concluido con su atacante. El 16 de junio del año pasado, esta adolescente, entonces de 13 años, se encontraba en las piscinas de Mendizorroza, en Vitoria. Un compañero de su ikastola, con ... el que no tenía relación, la hostigó. Amagó con robarle cinco euros. Luego la sometió a tocamientos con la excusa de tirarle al agua. Para acabar quitándole a la fuerza la parte de arriba del bikini, a la vista del resto de usuarios.
En ese momento, ese chico contaba 14 años y 12 días. Se convirtió en la persona más joven en la historia de Álava con una orden de alejamiento y comunicación de su víctima, que en la actualidad continúa vigente. El Juzgado de Menores acaba de condenarle por un delito de «agresión sexual a menor de dieciséis años sin violencia ni intimidación ni acceso carnal».
Entre las medidas ordenadas por la jueza Sara Mallén destaca el mantenimiento del veto al agresor de interactuar con su víctima hasta octubre. Esa orden contiene una particularidad. Fuera de la ikastola que comparten –en cursos diferentes– alcanza los 200 metros. Dentro del recinto se rebaja a sólo diez metros. La Fiscalía y el abogado de la joven siempre han reclamado la distancia más amplia, que en la práctica hubiera supuesto el cambio de colegio para el condenado. Sus ruegos han sido desestimados.
Pese a la medida de alejamiento cautelar, este año de espera al fallo judicial ha sido un suplicio para esta adolescente. «No logramos pasar página. Ese niño está a diario en nuestras conversaciones», confiesa su familia. Se refieren a que suelen coincidir en las escaleras o en los recreos. Y con un agravante. «Tanto él (en referencia al ya condenado) como sus amigos le gritan su nombre, o el de él, cuando nuestra hija está cerca», denuncian.
«No es un acoso, pero la destrozan. La revictimización está siendo bárbara. Está muy tocada. Muchas veces no quería ir al colegio», desvelan estos padres. Su hija sigue un tratamiento psicológico desde el verano pasado.
Ven con preocupación el inicio del próximo curso escolar. «Estarán en la misma planta, por lo que mucho nos tememos que la situación se agravará». Se declaran decepcionados con la ikastola.
«Psicológica y emocionalmente deberían amparar a nuestra hija», reclaman dolidos. «Su coordinadora le ha soltado más de una vez que se deje de tonterías y mejore en inglés». Durante el juicio, otra responsable escolar declaró «no haber percibido miedo» en la adolescente ni haber presenciado incumplimiento alguno del agresor con los diez metros.
En octubre, cuando la Unidad de Menores de la Policía Local acudió al centro para comprobar este caso, hizo constar la inexistencia de un protocolo para proteger a la joven víctima. Asimismo, los agentes fueron «testigos directos» de un quebrantamiento y así lo reflejaron en un informe. A raíz de esa visita, sí hubo ajustes.
Sobre el posible cambio de colegio del agresor, ahora de 15 años, la sentencia apela a que «es hijo de padres separados», lleva «un peregrinaje por distintos colegios» y en este centro «ha logrado reconducir sus dificultades».
La dirección de la ikastola no ha respondido a las preguntas de este medio pero ha enviado un email. «Hemos estado con la delegación de Educación y la inspectora de Educación en constante comunicación para cumplir con las medidas interpuestas por el juzgado. Hemos aplicado todas las medidas y respondido absolutamente a todos los requerimientos que se nos ha pedido desde el Juzgado de Menores».
La asociación Clara Campoamor, especializada en defender los derechos de la mujer, ha enviado una comunicación al Departamento vasco de Educación para poner fin a esta situación. Les pide «tomar las medidas que estimen oportunas para evitar la continuación de la revictimización de la joven agredida cada día que acude al centro educativo y se encuentra con su agresor, no solo acrecentando los graves daños psicológicos que le han sido causados, sino también malogrando su recuperación». Este colectivo cree que irá a peor con el «mantenimiento del agresor en el mismo centro». Habla de «claro ejemplo de violencia institucional» y de «revictimización» de la menor.
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