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El deportista y empresario vitoriano Emilio Álava (1889-1974) descubrió su lado más intrépido con su primera ascensión automovilística al Gorbea en 1924. Había recogido el guante que a modo de apuesta le lanzó un amigo en el café Iruña y a la aventura que ... se fue hasta la Cruz quien ya había destacado en ciclismo y apuntaba a tirador olímpico y leyenda. Meses después, el 30 de agosto de 1925, con motivo de la apertura de un refugio de montaña en las campas de Urbía, en el sendero hacia la cima del Aitzgorri, don Emilio puso a prueba de nuevo su Citroën de serie 5 HP., con matrícula VI-50021 Pruebas, un modelo que tenía en venta por algo más de 4.000 pesetas en su garaje de la calle San Prudencio 28. Con el contratista Mauricio Uriarte de copiloto, emprendió la subida desde Aránzazu por «caminos malísimos», aunque en hora y media, para las once de la mañana, aparcaba el vehículo frente al refugio entre la expectación (en la foto) de montañeros que habían recorrido el mismo trayecto a pie, solo que con un madrugón que les había puesto en marcha a las ocho. A Álava le acompañaron en el descenso las señoritas Juanita Riehle y Gloria Aldama. La inauguración de la casona de Urbía reunió a centenares de alpinistas vasco-navarros. De Vitoria partieron al encuentro 'mendigoizale' cuatro autobuses con expedicionarios del Club Deportivo Alavés.
«Vitoria, de las ciudades más preocupadas por el desarrollo social» informaba el rótulo que recibía a los visitantes a una exposición que montaron el Ayuntamiento y la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de la Ciudad de Vitoria abierta el 16 de febrero de 1960 en los Salones de Cultura de la entidad bancaria, en la calle Olaguíbel. La muestra trataba de eso, de vender los progresos de una capital que años antes, en los 50, había emprendido la primera fase de una profunda transformación, de pueblo grande a ciudad. Todo un impulso económico, industrial, educativo, urbanístico y social, el de un lugar que miró al futuro con sus gentes y la llegada de miles de inmigrantes nacionales que vieron en Álava una posibilidad para labrarse un porvenir mejor. La exposición coincidió con la celebración en Vitoria del quinto centenario del nacimiento de Adriano de Utrech, designado Papa estando alojado en la Casa del Cordón en 1522. Un ilustre invitado, el embajador de los Países Bajos en España, Wilhem Choop Koopmans, inauguró el recorrido por las salas repletas de fotografías, paneles y maquetas que detallaban el crecimiento vitoriano en todos los sentidos. En la imagen, en el centro, el emisario holandés junto a su esposa atienden las explicaciones de Vicente Botella, director de la caja.
El tiro al plato ya tenía sus adeptos en Álava allá por el año 1936, aunque lo practicaban solo como afición, sin rango competitivo. El primer encuentro oficial en Vitoria se celebró el domingo 14 de junio en el aeródromo José Martínez de Aragón, que más tarde sería rebautizado como General Mola, nombre que tuvo hasta su desaparición. Esos terrenos al este de la ciudad están hoy urbanizados y apenas quedan restos de lo que fue el primer aeropuerto alavés. La inaugural 'Gran Tirada Regional al Platillo' reunió a 49 tiradores alaveses, guipuzcoanos y burgaleses en el campo de tiro y atrajo también a un público curioso que desafió a una mañana desapacible. Cada participante se enfrentó a ocho platos y fueron justamente ocho los competidores que hicieron pleno, produciéndose un empate entre ellos que hubo de resolverse a carambolas. Quiso la puntería o la suerte que los siete primeros de la clasificación definitiva de la tirada fueran forasteros. Se impuso el eibarrés Antonio Villabella, que se llevó de premio 60 pesetas y 140 cartuchos cargados gentileza de la Casa Hijos de Orbea. Octavo y primer alavés fue Félix Aguirregomezcorta, recompensado con 40 pesetas y 50 cartuchos de la firma alavesa. En la imagen de Ceferino Yanguas, uno de los escopeteros en acción.
Los jueves de antaño, desde primerísima hora, en la plaza de España de Vitoria coincidían los agricultores de la Llanada Alavesa con las amas de casa y los curiosos. El lugar se ponía de lo más animado. Los aldeanos traían a la ciudad lo mejor de su huerta y corral, las señoras cargaban con las viandas para reponer las existencias en las despensas de los hogares y los mirones, mayormente hombres, se lo pasaban en grande sin gastar un real. El 24 de octubre de 1963 fue día de mercado en la céntrica plaza vitoriana como también en la cercana de abastos. 208 puestos de venta, uno más que la semana anterior, con una oferta de lo más variada se situaron en el recinto de la Casa Consistorial (en la fotografía). «Mucha patata, bastantes hortalizas, abundancia de manzanas, muchas castañas y nueces y las primeras naranjas y mandarinas del año», relataba la prensa en su crónica semanal. Por entonces se publicaba el amplísimo listado de productos junto a sus precios y oscilaciones respecto al jueves precedente. El kilo de patatas salía entre 1,60 y 2,50 pesetas; el de las manzanas, de 3 a 10 y los huevos, que escaseaban, se vendían entre 19 y 36 la docena. Por cierto, las setas de otoño, que también brillaban por su ausencia, eran tan caras como los perretxikos por San Prudencio, 50 pelas el kilo.
Una peculiar prueba automovilística recorrió las carreteras del Condado de Treviño el domingo 3 de julio de 1960, aunque partió de Vitoria y regresó a la capital. Sus protagonistas fueron furgonetas fabricadas por Industrias del Motor, S. A., el origen alavés de lo que hoy es Mercedes Benz. El primer 'Rallye IMOSA-DKW' permitió la participación de conductores que fueran propietarios del vehículo o chóferes habituales del mismo, como operarios de la factoría, repartidores o transportistas. Se inscribieron un total de 28, con una significativa representación de la empresa que producía el automóvil en sus instalaciones de Ali (en la imagen posan de una manera un tanto curiosa), a los que se autorizó el acompañamiento de otra persona en el asiento del copiloto. La caravana de furgonetas DKW F-89-L con sus distintos acabados -medio año después se presentó en sociedad la número 25.000 montada en Vitoria- transitó por calles como Beato Tomás de Zumárraga y Ramiro de Maeztu antes de dar la salida al primer competidor en el Alto de Armentia, entre el restaurante Gorbea y La Antonia. Con intervalos de dos minutos fueron arrancando los demás para rodar por La Puebla de Arganzón, Añastro, Cucho, Treviño, Ventas de Armentia, Uzquiano, puerto de Vitoria, Gardélegui y Ali (IMOSA). Ganó un chófer local empleado de la firma automovilística.
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