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La fundación de ciudades o asentamientos en lugares estratégicos del interior del continente fue una de las claves del éxito de la conquista española de ... América. Pero la implantación colonial, o virreinal como se dice ahora, no fue fácil. Hubo una fuerte resistencia local, como demuestran este caso y las poco conocidas revueltas indias.
Unir Perú, Bolivia y sus minas de plata de Potosí con el puerto de Buenos Aires fue un objetivo estratégico de la Corona hispánica. Era necesario construir un camino real que pasara por la Quebrada de Humahuaca, en la actual provincia de Jujuy (Argentina), muy cerca de la frontera con Chile y Bolivia, un área controlada por pueblos originarios muy combativos, a los que se llamó genéricamente calchaquis (¿a quién no le suena el popular grupo de folklore argentino?) pero que incluían tribus de omaguacas, pulares, ocloyas, chichas y otros, que también se habían enfrentado a los incas.
El primer explorador en reconocer el territorio calchaqui fue Diego de Almagro en su expedición a Chile a lo largo de 1536. Hubo tres intentos de fundar una ciudad en ese valle. El primero lo llevó a cabo Juan Pérez de Zurita en 1561. El asentamiento, entre los ríos Grande y Xibi-Xibi, se llamó Nieva. Para mediados de 1563 ya había sido destruido por los indígenas. Ese mismo año, una cédula real marcaba los límites de la Real Audiencia de Charcas, dentro del Virreinato del Perú, en la que se incluía esta zona dentro de la provincia de Tucumán.
La segunda intentona tuvo acento alavés y fue ordenada por el virrey Francisco de Toledo. El encomendero Pedro Ortiz de Zárate Fernández de Ochoa tenía la misión de levantar una población donde fracasó Zurita. Nació en Aránguiz (Vitoria), donde existen dos casas con blasones de los Zárate y en cuya parroquia existe una capilla patrocinada por su familia, y falleció entre diciembre de 1582 y marzo de 1583. Pasó al Perú en fecha incierta para residir en La Plata, actual Sucre (Bolivia). En las Indias fue conocido como Pedro de Zárate. Al poco tiempo de llegar, en 1555, combatió como capitán de caballería contra el insurrecto Hernández Girón. Consolidó un gran patrimonio gracias a la actividad minera, el comercio de esclavos y una fábrica de tejas.
Cuando se fundó la ciudad de Nieva en 1561 Pedro de Zárate fue nombrado teniente de gobernador, justicia mayor y capitán a guerra. Pero el nuevo poblado fue abandonado por el gran levantamiento calchaqui, y en 1566 volvió a Charcas, cerca de Sucre, para casarse con una viuda, Petronila de Castro, que había heredado por matrimonio con su primer marido, Juan de Villanueva –uno de los hombres de Pizarro-, la encomienda (reparto de tierras) de Omaguaca.
Los derechos de encomienda fueron cedidos a Ortiz de Zárate por la viuda. Era la licencia que el alavés necesitaba para levantar nuevamente una ciudad que asegurara el libre tránsito del camino de Tucumán a Potosí. Ocurrió el 13 de octubre de 1575. Por encargo especial y personal del virrey Toledo fundó la ciudad de San Francisco de la Nueva Provincia de Álava. El poblado fue destruido seis meses después de su creación por los indígenas, cuando su fundador salió con veinticinco de sus cincuenta hombres en auxilio del gobernador Gonzalo de Abreu rumbo a Santiago del Estero, capital de Tucumán. De hecho la destrucción de San Francisco de la Nueva Álava fue uno de los cargos contra el gobernador Andreu al que se acusó de dejar la nueva ciudad sin defensa. Abreu fue ajusticiado por este y otros cargos por su sucesor Hernando de Lerma.
En 1576 al volver y ver la ruina en la que se había convertido la ciudad por él fundada Ortiz de Zárate decidió retirarse a Charcas, donde pasaría el resto de sus días en compañía de su mujer e hijo mayor.
Sin embargo, el tercer intento de crear una ciudad en la Quebrada de Humahuaca, liderado por el guipuzcoano Francisco Argañaras y Murguía, si tuvo éxito. El vasco organizó bien su enfrentamiento con las partidas de indios que trataban de evitar el asentamiento. Con 100 soldados peninsulares y centenares de indios aliados derrotó numerosas veces a jujuyes, ocloyas y omaguacas antes de fundar el 19 de abril de 1593 la ciudad de San Salvador de Velasco en el valle de Jujuy. Era lunes de Pascua de Resurrección.
La ciudad de Jujuy fue creciendo poco a poco y a ella volvió la viuda y el hijo de Ortiz de Zárate. Petronila, además de fundar capellanías y gozar de un gran prestigio social desarrolló negocios y superó la muerte de tres maridos.
A lo largo del siglo XVII la población asentada en la ciudad, pueblos, estancias, haciendas y chacras fue creciendo lentamente. Según el primer censo (1779) había 14 694 personas. De ellas el 14 % vivía en la ciudad donde españoles, negros, mulatos y mestizos eran mayoría, mientras que en el área rural predominaban los indígenas. Los esclavos negros provenían de Buenos Aires y se los destinaba a tareas domésticas o artesanales. Sus uniones con indígenas o españoles (mestizaje) dieron lugar a las castas afromestizas.
La región formó parte del Virreinato del Perú hasta 1776, en que la corona española creó el Virreinato del Río de la Plata. Al subdividirse administrativamente el Virreinato del Río de la Plata, conforme a la Real Ordenanza de Intendentes del 28 de enero de 1782, la actual Provincia de Jujuy quedó ubicada dentro de la Gobernación Intendencia de San Miguel de Tucumán. Un año y medio después, la Real Cédula del 5 de agosto de 1783, suprimió la Gobernación Intendencia del Tucumán, con lo cual Jujuy junto con Catamarca, Santiago del Estero, Salta, Tucumán y la Puna de Atacama, pasó a integrar la nueva Gobernación Intendencia de Salta del Tucumán, con sede gubernativa en la ciudad de Salta.
El heredero de Pedro Ortiz de Zárate fue Juan Ochoa de Zarate, que será el personaje principal de los primeros 40 años de vida política de Jujuy. Entre sus descendientes destacó el beato Pedro Ortiz de Zárate Garnica, Llamado a ser por herencia uno de los hombres más poderosos de la ciudad de San Salvador de Jujuy se casó con otra descendiente de vascos, Petronila Ibarra y Argañaraz Murguía, amasó una gran fortuna y construyó una de las casas más grandes de la ciudad. Fue alcalde en tres ocasiones y se dedicó al comercio.
En 1654, su mujer murió aplastada al desprenderse una torrecilla en una de las haciendas que poseían. Pedro Ortiz de Zárate decide ser sacerdote y estudia teología con los jesuitas en Córdoba. Tras ordenarse cura y cumplir distintos destinos, entre ellos el de párroco de San Salvador de Jujuy, inicia una etapa de misionero con las tribus originarias en Zenta, en la zona de Salta. En 1683 guerreros tobas y mocovíes que desconfían de los jesuitas lo asesinaron junto a un compañero italiano y algunas fuentes dicen que se lo comieron. Los restos del cuerpo de Ortiz de Zárate fueron exhibidos como reliquia en la catedral de Jujuy durante dos siglos.
Entre la prole de descendientes aristocráticos del beato y por ende del fundador de Nueva Álava, destaca Cayetana Álvarez de Toledo, XV marquesa de Casa Fuerte, ahora diputada a Cortes por el PP.
Pedro Ortiz de Zárate fue beatificado recientemente, el 2 de julio de 2022.
La presencia de apellidos vascos en las calles de Jujuy es abrumadora. En un repaso somero sobre un plano he llegado a contar 11 nombres. Además existen un barrio, una comisaría, una plaza y un ambulatorio que mantienen el nombre de San Francisco de Álava. El seminario mayor ostenta la denominación del mártir Pedro Ortiz de Zárate.
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