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Laura A. Izaguirre
Martes, 25 de marzo 2025
Si hablamos de inclusión, es muy probable que lo primero que se venga a la cabeza no sea una tienda de ropa. Y sin embargo, en pocos negocios o lugares se debe ser más inclusivo. Porque hay miles de tipos de cuerpos y no a todos les queda bien la misma ropa; porque la moda no siempre tiene por qué ser 'de hombre' o 'de mujer'; y porque, como dice el refrán, «para gustos los colores», y de esos hay muchos.
Precisamente algunas de esas ideas fueron las que guiaron a la artesana Idoia Martín para poner en marcha hace casi cinco años LilRousse, la primera tienda de moda andrógina (o unisex) de Vitoria-Gasteiz. Todo ello, además, con opciones de prendas para todas las tallas y cuerpos. «Desde bien pequeña me he querido dedicar al mundo de la moda; además, como persona 'curvy' siempre he tenido dificultades para encontrar ropa y mi estilo en las tiendas habituales. Así que a raíz de mi propia experiencia, dejé mi trabajo en plena pandemia y abrí este negocio», recuerda esta emprendedora gasteizarra.
Lo suyo fue un cambio radical, ya que procedía del sector de la banca. «Decidí poner mi granito de arena porque sabía que si hacía algo tenía que tener un por qué, y evidentemente ese por qué estaba relacionado con mi experiencia y la de mucha gente a lo largo de los años sobre cómo sigue funcionando la industria de la moda en realidad. Es como que la sociedad ha avanzado mucho en diversidad, pero la industria sigue siendo un clásico. Es más, cuando yo empecé con este proyecto descubrí, por ejemplo, que el tallaje industrial no se ha actualizado en países europeos probablemente desde el 2008, y eso no puede ser porque los cuerpos han cambiado muchísimo», detalla Idoia. «Sabía que con esa gran industria no podía competir, pero por lo menos podía aportar mi granito de arena, especialmente para quien se sienta identificado con lo que digo y hago; y quería crear un espacio seguro en el que las personas que entran por la puerta no se sientan excluidas», se enorgullece.
Lo cierto es que no ha sido un camino de rosas. Al hecho de emprender hay que añadirle que el concepto de LilRousse es un tanto diferente. «Sí que es verdad que todavía es un poco complicado. No digo que la gente no entienda la forma que yo tengo de hacer un producto, pero sí que le cuesta dar el paso todavía porque la sociedad aún no es tan, tan abierta», puntualiza la artesana. Pero Idoia lo tiene muy claro: «Es un proceso como cualquier otro, como cuando Chanel le puso unos pantalones a una mujer, fue un bombazo y se le echaron encima pero con el tiempo las mujeres llevamos pantalones». Y la verdad es que «la gente está muy contenta». «Además, como soy artesana, el hecho de que las prendas estén elaboradas a mano también le añade valor y la gente lo valora», admite Idoia.
A ello hay que añadirle el propio proceso de emprender… «Es complicado, que no quepa duda, pero creo que con ilusión y ánimo todo arranca más fácil, aunque hay que tener mucha paciencia», admite la fundadora de LilRousse. Y eso que «en Euskadi tenemos muchas ayudas por parte de muchas instituciones, pero tienen muchos requisitos y, cuanto más pequeñín eres, más trabas te encuentras sobre todo al principio, cuando lo que más necesita una persona que va a emprender es un apoyo económico e institucional para que te expliquen», admite Idoia.
Eso sí, emprender «también es una cosa maravillosa, la verdad, porque no hay nada mejor que hacer lo que te gusta», asegura esta artesana. Y lo que es más, «yo siempre animaría a todas las personas que tengo en mi entorno a emprender y a llevar a cabo todo aquello en lo que crean, sobre todo que tenga un fin», añade. Especialmente porque, sobre todo en el sector del comercio, «está todo inventado». Es decir, que «hagas lo que hagas, en la puerta del lado vas a tener a alguien que hace exactamente lo mismo que tú; puede llegar alguien que sea más tecnológico o puede que no hay mucha gente especializada en un determinado 'target', pero por lo demás, todo oficio clásico ya está más que masticado», detalla Idoia.
Porque lo cierto es que «cuando hablamos de emprendimiento parece que siempre se dice lo malo, pero hay que destacar que por muy difícil que sea, emprender merece mucho la pena. Lo primero, porque te dedicas a lo que te gusta, y si como en mi caso estás contribuyendo a aportar algo a la sociedad y con una idea mía y artículos que estoy haciendo con mis manos, la verdad es que es doblemente satisfactorio y maravilloso», concluye la fundadora de LilRousse.
LilRousse es un establecimiento «pequeñito» que está dividido en dos salas: la parte delantera es la tienda y la parte trasera es el taller. «Me dedico tanto a la confección de ropa como a los complementos textiles y a la bisutería; es decir, vendo mis propios diseños, tanto hechos a medida como personalizaciones», explica Idoia. Pero lo que le da ese 'je ne se quois' a esta pequeña tienda es que «todo lo que diseño intento que sean prendas y accesorios ajustables, incluso si alguien necesita que, por ejemplo, le coloque el perno del pendiente más en el centro, lo hago», detalla esta artesana gasteizarra. Además, «también tengo un espacio pequeñito llamado el 'Rincón del Artesano' para dar a otras personas que no tienen un espacio físico –como me pasó a mí en su momento– la oportunidad de que puedan mostrar ahí sus trabajos», invita la propietaria de esta tienda-taller.
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