El libro se presenta como un cuaderno de campo en el que describe sus visitas al humedal en 2013. rafa gutiérrez
José Javier Frías | Educador ambiental, ilustrador y naturalista

«Debemos recordar que Salburua es un humedal, no un parque recreativo»

El naturalista presenta hoy su primer libro en la Fundación Sancho el Sabio, un retrato ilustrado de las aves que habitan el humedal durante un año

Jueves, 30 de junio 2022, 01:05

Félix Rodríguez de la Fuente despertó en él la pasión por la naturaleza y Salburua le regaló ese 'plató' en el que desarrollar su vocación. Así, entre aves, es cómo el naturalista y educador ambiental José Javier Frías ha alumbrado su primer libro: 'Salburua, un ... año en la vida de los humedales'. Un recorrido personal y divulgativo del valor ambiental de una de las joyas verdes de Vitoria y Álava, que presenta hoy en la Fundación Sancho el Sabio a las 19.00 horas.

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- Debe significar mucho para usted Salburua para dedicarle un libro...

- Claro, al final es un lugar que desde siempre visito bastante. La idea del libro me surgió el año de la Green Capital. Llevaba tiempo haciendo ilustración y pensé que era un buen momento para difundir su valor biológico.

- Solo en el libro hay 164 ilustraciones, ¿cuánto tiempo ha podido pasar allí?

- He llegado a ir casi todas las semanas. Ahora no, pero sí trato de volver todos los meses. Allí hago mis observaciones, dibujo los bocetos al natural y luego los hago más elaborados en mi estudio. Para el libro seleccioné las escenas que me llamaban más la atención. Luego había aves que veía muchas veces y siempre trataba de ir encontrando otras distintas para darle diversidad. Puede que no estén todas las que habitan Salburua durante el año, pero sí la mayoría.

- ¿Cuál es la especie más rara que ha podido avistar?

- Puede aparecer alguna rareza, pero lo que he retratado en el libro son especies habituales, tanto sedentarias como migratorias, y que se pueden ver con un poquito de suerte. Quizá la menos habitual de todas las que aparecen es el tarro canelo.

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- Entonces nada de gaviotas ni de gallinetas de cuatro patas

- No, nada de esas cosas. (Ríe) Eso son fotos editadas o algún accidente o malinterpretación. Sí puede aparecer una gaviota porque son divagantes (desplazadas por tormentas u otras condiciones meteorológicas adversas) o porque se han desviado de su ruta. Yo no he tenido esa suerte de verlas, pero conozco personas que han visto gaviotas del Caspio o groenlandesas.

- Ahora están intentando atajar el problema de los jabalíes, ¿ha podido notar su presencia?

- Yo de momento no me he cruzado con ninguno y, cuando hice el libro, tampoco existía esa población tan abundante que hay ahora.

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- ¿Qué me dice del comportamiento de los visitantes? ¿Son pulcros y respetuosos?

- En general lo son, pero sí echo en falta que haya un poco más de conciencia de que se está en un espacio natural protegido y muy valioso. Lo digo porque me doy cuenta de que hay gente que cuando anda por allí igual habla muy alto o, sin darse cuenta, está impactando con su actitud sobre la fauna. Del mismo modo sucede cuando hay masificación los fines de semana. Hay que recordar que los humedales no son un parque recreativo como el Prado o la Florida.

- En el libro recorre todo lo que sucede en el humedal durante un año, ¿cuál es la mejor época para explorar y observar?

- La mejor es durante la invernada de las aves. Es cuando vienen una gran cantidad de especies. Entre noviembre y diciembre, puedes ver todas las que están de paso, tanto las que solo pasan por allí para hacer un descanso en su viaje como las que eligen el humedal para pasar el invierno. La primavera también es buena época porque es cuando su vida está en ebullición, pero es un tiempo más delicado porque es cuando las aves están dando de comer a las crías, haciendo el nido o incubando. Nada que ver con el verano, que es cuando están menos activas.

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- Como ilustrador científico no debe ser sencillo retratar a los animales, ¿qué dificultades encuentra?

- Las dificultades son más de tipo óptico. Me pasaba por ejemplo de encontrar una especie que estaba muy lejos y solo con mis prismáticos no me valía para verla del todo bien. A la hora de identificar la especie no me suponía mayor problema, pero para dibujarlas con detalle costaba más. En ese caso, a partir de libros de consulta me informaba mejor de los colores del plumaje. Lo que sí he hecho ha sido plasmar todas las aves en la postura en la que las encontré. Eso es totalmente auténtico.

- De momento ya le ha dado para escribir el libro, pero también es un gran admirador de Rodríguez de la Fuente. ¿Se atrevería con un documental?

- Pues no manejo mucho, pero siempre me ha llamado la atención. Para los naturalistas él siempre ha sido nuestro referente y ya desde que era un crío fue con sus trabajos como me aficioné y acabé convirtiendo esto en mi vocación. Y siempre he querido dibujar mis bocetos como hacían sus colaboradores. Se puede decir que ese sueño ya lo he cumplido.

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