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Los cinco empleados del restaurante Zerua tendrán que volver al ERTE. RAFA GUTIÉRREZ
«Hemos defendido las medidas, pero este es el último golpe para la hostelería de Salvatierra»
Cierre hostelería Covid-19

«Hemos defendido las medidas, pero este es el último golpe para la hostelería de Salvatierra»

Bares y restaurantes afrontan su primer cierre debido a la alta tasa de incidencia. «Los empleados volverán al ERTE», lamentan

Martes, 12 de enero 2021, 00:21

Los hosteleros de la localidad alavesa de Salvatierra estaban al tanto de que había una docena de nuevos positivos por Covid-19 en el pueblo, pero no esperaban tener que cerrar la persiana «así, tan rápido». «Estamos muy mal, hasta ahora no habíamos tenido que cerrar por cuestiones de incidencia.Esta situación nos machaca de nuevo. Parece que los hosteleros seamos los culpables de todo», lamenta Julen Arbaiza, empleado del restaurante Jose Mari.

Este cierre no ha sorprendido a los bares de la localidad con las cámaras llenas. «Hemos tenido suerte de que se haya comunicado a principios de semana y no tendremos ese tipo de pérdidas como sucedió en noviembre», coinciden en la cafetería Jai Alai.

Sobre Salvatierra planea la posibilidad de un próximo confinamiento municipal con el que su alcalde, el jeltzale Ernesto Sainz, se muestra de acuerdo. «El cierre perimetral es acertado, lo que no tiene sentido es cerrar los bares y que los vecinos se marchen a otra localidad extendiendo así el virus», valora. En las últimas dos semanas se han dado 30 nuevos casos, algunos de ellos concentrados en una única familia. Eric Urabayen, al frente del pub irlandés Kilkenny, acababa de reabrir su local este sábado tras recuperarse del virus. «Cerramos por precaución al detectar varios positivos entre el personal, y este es otro palo para nosotros», confiesa Urabayen, a quien el Covid-19 ha dejado algunas secuelas como dolor de cabeza.

«El cierre perimetral sería acertado, no tiene sentido cerrar los bares y que los vecinos vayan a otro pueblo»

ernesto sainz, alcalde de salvatierra

Aunque son conscientes de la necesidad de realizar sacrificios contra el avance de la enfermedad, el peso de las restricciones empieza a ahogar a algunos de estos hosteleros. «He sido de los que hasta ahora ha defendido las medidas, pero esta es una pala de arena más en una mochila que empieza a pesar demasiado. Puede ser el último golpe», confiesa Antonio Viana, del restaurante Zerua. Sus cinco empleados tendrán que volver a un ERTE, pero también se acuerda de quienes sufrirán las consecuencias de forma indirecta. Quienes limpian los manteles, quienes les venden la cuajada... «No sé si resultará rentable preparar comida para llevar. En noviembre nos cerraron a todos y fue duro, pero esta nevada ya no es igual para todos», resume este propietario que también ejerce de cocinero.

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